Denisse Quezada, de 32 años y periodista que hasta noviembre trabajó en un diario, justificó su tenacidad a que "cuando uno tiene un hijo es capaz de todo por él".
La mujer partió de Santiago pocas horas después del devastador terremoto de magnitud 8,8, uno de los más poderosos de los que se tiene registro, y corrió o hizo autoestop hasta que al día siguiente llegó a el destruido balneario de Curanipe, a unos 400 kilómetros al sur.
"En mi vida había corrido tanto y nunca había hecho autoestop. Se me dio todo porque la gente que me ayudó se dio cuenta que no era chiste mi viaje", explicó la periodista, quien reconoció que recibió apoyo de una radioemisora y un canal de televisión, lo cual ayudó para que la gente conociera su caso y la ayudara.
Su hijo, Matías, de 8 años, se encontraba desde comienzos de febrero veraneando con sus abuelos maternos en Curanipe, uno de los pequeños balnearios arrasados por el tsunami.
"Estaba aterrada de viajar en esas condiciones y desesperada por encontrar a Matías. Vi que la destrucción y muerte eran muy grandes y me dije no puedo quedarme, es mi único hijo y el miedo fue ínfimo comparado con el estado de angustia", declaró la mujer quien dijo que ignoró las opiniones de su marido quien le dijo que su plan era irracional.
A medianoche del domingo, tras obtener la ayuda de muchas personas y policías que se impactaron de su esfuerzo, logró llegar a Curanipe, con el poblado en el suelo y con la mitad de su población muerta o desaparecida. Los abuelos, como otras personas, huyeron por precaución hacia el cerro, lo que permitió que muchos de ellos se salvaran.
"Lo encontré en el cerro. Al comienzo no lo reconocí porque estaba todo sucio", contó.
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