El sistema de transporte acaba de cumplir 35 años, tiene 100 kilómetros de vías y lleva y trae a 2,5 millones de personas a diario.
Con sus más de 100 kilómetros de vías, que lo hacen el más largo de Latinoamérica, después del subterráneo de Ciudad de México, el metro de Santiago hace justicia a la capital de un país que hace un año ingresó en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) y se convirtió en el miembro número 31 del ‘club de los países ricos’.
Sus 108 estaciones, por las que pasan cada día 2,5 millones de pasajeros, y sus cinco líneas, por las que circulan 967 coches, reflejan cómo ha ido creciendo paralelamente con el avance mundial el subterráneo santiaguino, un medio de transporte que hoy nada tiene que ver con el que echó a andar el 15 de septiembre de 1975.
“Uno va andonado por las líneas y recorre la historia. Se da cuenta cómo los gustos han cambiado, la estética, las modas, que de alguna manera quedan plasmadas en las características de las estaciones”, explica el presidente de Metro, Raphael Bergoeing.
Los cambios más importantes se han producido en los últimos diez años. En 2007, el metro se convirtió en la columna vertebral del sistema de transportes capitalino después de que se pusiera en marcha un nuevo y polémico sistema colectivo, el Transantiago, que redujo la cantidad de autobuses y cambió los recorridos y frecuencias.
Sus problemas de diseño y funcionamiento causaron un fuerte malestar entre los 6,2 millones de habitantes de la capital chilena, que optaron por reemplazar el autobús por el metro, lo que llevó a que en dos semanas se doblara el número de usuarios del subterráneo.
Con los años, el metro ha ido creciendo y modernizándose hasta el punto de que a través de un sistema de pilotaje automatizado se opera desde un edificio de oficinas ubicado en el centro de la ciudad, lejos de la red de túneles, donde los conductores de los trenes únicamente accionan la apertura y cierre de puertas y, en casos de emergencia, el freno.
Para hacer frente a la creciente demanda al metro de Santiago no le ha quedado más remedio que crecer a marchas forzadas, y para ello se ha fijado en casos como los de España y Francia.
El nuevo modelo a seguir, sin embargo, es el asiático, del que se tomarán ideas a lo largo de los próximos cuatro años y medio, en los que se construirán dos líneas que sumarán 35 kilómetros a la red. Para el año 2015, este sistema de transporte habrá crecido un 30 por ciento y desplazará a 3 millones de personas diariamente.
Así, el ferrocarril subterráneo se ha ido convirtiendo en parte fundamental de la vida de los santiaguinos.
Congestión en las horas pico
Transformarse en el sistema de transporte por excelencia del siglo XXI no es una tarea fácil. Son muchos los desafíos que tendrá que afrontar este transporte, entre ellos, que algunas de sus líneas todavía mantengan la infraestructura y los servicios de los años 70.
Entre los principales retos, los responsables de la red tendrán que buscar soluciones para aliviar la congestión de usuarios en las horas punta, principalmente en la línea emblemática, que cruza la ciudad y concentra el 40 por ciento de la circulación de usuarios, 5,5 por metro cuadrado.
“Como usuario echo de menos ese metro de antaño en el que me podía sentar hacia detrás, abrir el New York Times y llegar a mi destino muy cómodo”, confiesa Raphael Bergoeing, quien a pesar de todo prefiere la versión actual de este medio de transporte, “porque tiene una obligación con toda la ciudad... No queremos volver al metro de 2006, porque si era más cómodo para un millón de personas era porque dejaba fuera a un millón doscientas mil”, argumenta.
El metro de Santiago también lucha por ganarle la batalla al calor que durante el verano se acumula en los vagones, donde la temperatura llega a rozar los 30 grados centígrados.
“Nuestro metro está fantástico en comparación con otros del mundo, sobre todo en lo que a limpieza y puntualidad se refiere, aunque es verdad que hace un poco de calor en el verano”, reconoce Verónica Aguilar, una chilena que toma el metro dos días a la semana para ir a la universidad.
“Esto es un problema, porque no estamos acostumbrados a temperaturas extremas y no resistimos mucho el calor”, pero si le quitamos ese problema “le pondría de nota un 9”.
Entre las posibilidades que se barajan para mitigar las altas temperaturas no está, sin embargo, la de instalar un sistema de aire acondicionado, porque eso les costaría a la compañía 800 millones de dólares.
En su lugar, durante este verano austral se trabaja con opciones más económicas, como la instalación de ventiladores con nebulizadores y la climatización en los locales comerciales de la red.
5 líneas, por las que circulan 967 coches, transportan a diario a 2,5 millones de santiaguiano.
30 por ciento habrá crecido el metro en el año 2015, cuando desplazará a 3 millones de personas.
Artículo original
Raphael Bergoeing , presidente del metro de Santiago... " como usuario echo de menos ese metro de antes , en que me podia sentar hacia detras , abrir el New York Times , y llegar a mi destino muy comodo "......pobrecito , debe estar delirando , pues en el metro de Santiago , solo se lee La Cuarta y Lun , seguro se confundio de ciudad.
ResponderBorrarNo creo que este delirando porque en los quioscos del paseo Ahumada se venden El New York Times. Le Monde, O Globo, la Nacion de Buenos Aires, The Economist de Londres, etc. Ademas de El Mercurio de Santiago y los otros diarios populares de regiones
ResponderBorrarEsa gente que lee el new York time ya no anda en metro, anda en su cómodo autito, el metro se ha convertido en "el transporte del pobre" y el hacinamiento no es tan solo en horario punta, sino todo el día ¿o no?
ResponderBorrarMarcelo Sanhueza O.
no
BorrarPero lamentablemente el metro no llega a regiones
ResponderBorrarcomo que no y el merval y biotren que poseen capacidad osiosa no estan saturados como el de santiago
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