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domingo, enero 03, 2010

Jorge Edwards y su apoyo a Piñera: "No puedo tener la conciencia más tranquila"

El autor -ex embajador de Allende en Cuba- anunció que por primera vez en su vida votará por un candidato de la centroderecha. Y tiene sus razones: Yo creo que si aceptamos que sólo puede gobernar la Concertación, significa que lo que se hizo en estos años no sirvió de nada. Eso sería grave. Pienso que no hay que temerle a la alternancia. Yo al menos me cansé del monopolio. Me cansé de la superioridad moral de la Concertación. Me cansé del sentimiento de muchos de sus dirigentes y operadores de ser los dueños del poder. ¿A título de qué tenemos que mantenerlos per secula en el gobierno? Hay un problema mental y cultural en Chile si seguimos suponiendo que en política un lado es el bueno y el otro el malo.

La bomba iba adosada a la última parte de la columna semanal en La Segunda del viernes 18 de diciembre: "Siempre en mi vida voté por la izquierda o por la centroizquierda, por el no a la Constitución del 80, por el no a Pinochet, por la Concertación, pero ahora, por una vez, me siento obligado a cambiar. Lo hago a conciencia, después de meditarlo bien, y sin la menor hipocresía. Siempre he tenido un sentimiento de izquierda, pero el rótulo de izquierdista, el letrero, la auréola santurrona, no me interesan para nada".

Desde luego ardió Troya. En algunos blogs, Jorge Edwards fue literalmente lapidado y apedreado. El anonimato suele ser poco amigo de los matices y hay páginas en la red que se prestan más para el patíbulo que el debate.

Sin embargo, en su departamento del edificio de Santa Lucía con Merced, Jorge Edwards está entero, orondo, relajado y de buen humor.

¿Se esperaba el chaparrón? Sí, se lo esperaba, aunque a lo mejor no tanto. Son la reacción típica, a su juicio, de lo que Vicente Huidobro llamaba "los esclavos de la consigna". ¿Se siente muy solo? Para nada. Dice que lo han llamado muchos amigos. Algunos lo apoyan y hay otros que, no compartiendo su decisión, la respetan o para expresarle que lo entienden: "Yo tengo que votar por Frei, tú sabes -le dicen-, pero no vería con malos ojos que ganara Piñera".

En el apoyo a Piñera, desde luego se encontró con Roberto Ampuero. Hay una antigua relación entre ambos. Edwards fue jurado con José Donoso y Ana María Larraín del concurso de novelas que puso a Ampuero en el circuito literario con El alemán de Atacama. Después Ampuero hizo su tesis en la obra del autor de Persona non grata.

La de Edwards no fue una decisión fácil ni tampoco impremeditada:

"Cuando salió la columna, sentí que me había sacado unos zapatos que me estaban quedando chicos desde hace tiempo. Como dos números menos de lo que calzo. Se me hizo intolerable la presión y, créanmelo, descansé. Me aburría que todos mis artículos fueran sometidos semana a semana al escrutinio de la ortodoxia. Y parece que algunos no pasaban el test. Entonces dije basta. Ya está bueno. No espero ningún cargo y lo único que quiero es seguir escribiendo y que me dejen tranquilo".

A pesar de la odiosidad que destilan los blogs, a pesar de las infamias que lo ponen transando su apoyo a cambio de una eventual embajada en el gobierno de Piñera, y a pesar también de los que todavía ven en el juego político una pugna entre el bien y el mal, Edwards cree que hoy hay más piso para entender decisiones como la suya que en otra época. Entre otras cosas, porque Chile comienza a dejar atrás la era de las grandes satanizaciones -ciclo en el cual el país se quedó pegado unos 30 años- y porque los propios artistas e intelectuales, según él, son cada vez más independientes y autónomos de los partidos.

En el viejo Chile, al menos, estos apoyos y cruces no eran pecado mortal. Dice que cuando el año 64 él con Jaime Lazo y otros funcionarios de la Cancillería firmaron una carta de apoyo a Allende no ocurrió nada del otro mundo. Se ganaron algunas bromas e ironías de las jefaturas del ministerio, pero nada más. "A mí incluso me encargaron del comando ir a hablar con Jean-Paul Sartre para traerlo a Chile a apoyar a Allende. Como yo no tenía llegada con él, hablé con Juan Goytisolo, que sí tenía contactos. Goytisolo nos dijo después, creo que a Nicanor Parra, que estaba en ese momento de paso por París, y a mí, que Sartre vendría siempre y cuando lo invitaran con Simone de Beauvoir. Transmití el mensaje, pero me respondieron después que no había plata... Parece increíble, ¿verdad?".

Que el mundo de los artistas e intelectuales se haya vuelto mas autónomo, zafánfose finalmente de la tutela de la izquierda que lo controló por años, es más discutible. Edwards, después de todo, pertenece a una generación donde los escritores desempeñaban roles públicos y estaban muy comprometidos en el debate ideológico y social.

"Bueno -dice, rememorando-, esa es la historia de Carlos Fuentes, de Vargas Llosa, de García Márquez y de muchos más... También la de Cortazar, porque luego de ir a Cuba prácticamente se transfiguró. Cortázar en La Habana descubrió el sexo y descubrió América. Eran otros tiempos. Hoy los escritores por supuesto tienen sus opiniones políticas, pero generalmente se las guardan. Tal vez son más temerosos, o están muy interesados en vender o no se sienten llamados a intervenir en el debate público como nos sentíamos la mayoría de nosotros. La mayoría, porque a figuras como Pepe Donoso la política lo incomodaba mucho. Pepe siempre me estaba reprendiendo a mí de darle más atención de la que a su juicio merecía.

¿Qué lo indujo finalmente a cruzar el río para votar por Piñera?

Varias razones. Yo creo que en los últimos 20 años la Concertación ha hecho cosas buenas. Muy buenas, si tú quieres. Entre otras cosas, creó una situación política que incluso produjo un cambio en la propia derecha. Yo creo que si aceptamos que sólo puede gobernar la Concertación, significa que lo que se hizo en estos años no sirvió de nada. Eso sería grave. Pienso que no hay que temerle a la alternancia. Yo al menos me cansé del monopolio. Me cansé de la superioridad moral de la Concertación. Me cansé del sentimiento de muchos de sus dirigentes y operadores de ser los dueños del poder. ¿A título de qué tenemos que mantenerlos per secula en el gobierno?

Para mucha gente, la segunda vuelta se parece mucho a un nuevo No. No a una coalición desgastada, no a un bloque dominado por las trenzas del poder.

Estoy de acuerdo. Somos muchos los que decimos hasta aquí estuvo bien, pero ya basta. Por otro lado, hay mucha gente que no vota exactamente ni por Piñera ni por Frei. Muchos están con Frei porque jamás votarían por la derecha y, no obstante que el candidato les parece deplorable, le darán el voto al oficialismo. Al otro lado, también conozco gente que está por Piñera más por fastidio con la Concertación que por verdadero entusiasmo con él.

Ahora bien, muchos le dirían que el asunto es claro como el agua: el mundo de la cultura es y tiene que ser de izquierda. Y punto.

Yo creo que eso es ya una antigualla. Hay un problema mental y cultural en Chile si seguimos suponiendo que en política un lado es el bueno y el otro el malo. Eso fue cierto en el contexto de la represión brutal que existió en Chile, que lo distorsionaba todo. Pero hoy ya estamos en otro contexto. Tenemos que llegar a un escenario político normal. Yo veo a la centroderecha completamente distanciada de lo que fue esa represión, pero no veo al Partido Comunista y a un sector de la izquierda igualmente distanciado de lo que fueron los socialismos reales. De hecho, el comunismo chileno sigue afirmando que en Cuba hay democracia y libertad de prensa… Esto no es del pasado, es de ahora. No sé, discrepo de la izquierdización de la campaña de Frei. Discrepo también de ese viaje de la Presidenta Bachelet a Cuba, sin una sola mención a la disidencia cubana, sin una mención a la censura de los libros que afectaban al menos a cuatro chilenos. A mí al menos eso me pareció muy difícil de tragar.

La mayoría de los reparos a su decisión desde el oficialismo hablan de ingratitud. De ingratitud y hasta de traición…

"No puedo tener la conciencia más tranquila a este respecto. Jamás me he sentido en deuda con la Concertación. Al contrario, no he hecho otra cosa que apoyarla. Y si es por el nombramiento que tuve en la Unesco, lo cierto es que prefiero no recordar demasiado. Fue feo. Cuando Insulza, que era subsecretario entonces, me ofreció la embajada en la Unesco, yo le dije que para qué me la ofrecía si en verdad querían cerrarla. Me aseguró que no… y no más hice llegar a París y empezaron las presiones del cierre. No me repusieron al ministro consejero, que se había ido. Redujeron drásticamente todo desde el día que llegué, pero sin decírmelo. Así pasó el tiempo, no mucho, hasta que decidieron cerrar la embajada. Yo me vine y desde luego no fue grato. Pero a los nueve meses perdió su elección en la Universidad de Chile Jaime Lavados y lo compensaron reabriéndole la embajada. Tal cual. El episodio me dejó mal sabor. Ahí lo tuve claro: o eras de la mafia… o no tenías destino. Con el tiempo he llegado a la conclusión de que a mí nunca me perdonaron Persona non grata. Mi impresión es que el propio Insulza era, tal vez sigue siendo, muy cubanófilo.

¿Ha conversado ya con Piñera?

Bueno, me llamó… Estaba muy emocionado con el artículo y me mandó un abrazo. También me invitó a comer el 7 y a participar en un seminario el 8 con Vargas Llosa y con él. Es rápido Piñera. Alguien me dijo que si hubiera escrito a favor de Frei, el candidato probablemente todavía no habría terminado de leer el artículo...

¿Su apoyo a Piñera significa que se traslada a la centroderecha?

No, significa únicamente que votaré por él. Creo que un gobierno suyo le podría hacer bien al país. Son cuatro años solamente. Nada es irreversible. Si lo hacen mal, vendrá el recambio y listo. Pero hace falta hoy un remezón. Hace falta darle un empujón a la economía, que ha estado languideciendo un poco. Se necesitan más inversión y más fuentes de trabajo. Se necesita mayor inventiva en el diseño de las políticas públicas.

¿Diría que en la oposición la Concertación tendrá la opción de reinventarse?

Debiera, pero es difícil saberlo. Cuando los radicales salieron del gobierno se pensaba que podían reinventarse... y la verdad es que jamás se reinventaron.

Artículo original

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