Perú vio que los bolivianos ya estaban dudando de la diplomacia festiva de Chile y sus pobres resultados, por lo que saltó al escenario.
CREEMOS QUE el tema del puerto de Ilo, si ha tenido algo descollante, ha sido el revuelo que ha causado en Santiago. No era para menos, después de lo que dijo el Presidente peruano, Alan García. La Cancillería chilena estaba dichosa, aceitando de tiempo en tiempo los engranajes oxidados de la ya famosa Agenda de los 13 puntos, regateando precios con las aguas del Silala, pero tranquila con la pasividad boliviana -casi con el olvido- sobre su demanda marítima, siempre incómoda.
De pronto nos hemos sorprendido hasta los propios bolivianos con una tercera reunión presidencial de peruanos y bolivianos en Ilo y con renovados ofrecimientos de amistad, solidaridad y comprensión de parte de Perú. Justamente cuando horas antes, el Presidente Evo Morales criticaba el tan merecido Nobel de Literatura obtenido por Mario Vargas Llosa. Pero, además, desaparecían de un plumazo las injurias que una y otra vez Morales había lanzado contra García, y las respuestas socarronas y avispadas de éste.
¿Quién ha montado todo el escenario en Ilo? Sería darle muchos créditos a la desmantelada diplomacia boliviana que hace años camina a tientas, aunque el Presidente Morales ha tomado esto como un éxito de su gobierno. Entonces, ¿quién? Está a la vista que el montaje de las tablas ha corrido por cuenta de Perú, nuestro vecino que desde hace tiempo desea cordiales relaciones con Bolivia. Su embajador en La Paz ha llegado con el mandato preciso de componer esos vínculos, sea como sea. Hasta haciendo oídos sordos a algunas impertinencias.
Otro factor que ha hecho posible este súbito cambio en el Pacífico ha sido la diplomacia festiva que está llevando a cabo Chile con Bolivia. Existe un ir y venir de vicecancilleres, generales, cónsules, historiadores, escritores, artistas, entre La Paz y Santiago, y Chile continúa manifestando que ya se está logrando la "confianza recíproca" para, por fin, conversar con Bolivia sobre una solución, sin soberanía, en el océano. Perú vio que los bolivianos ya estaban dudando de tantos viajes y de tan pobres resultados, por lo que saltó al escenario.
Si bien ha sido Torre Tagle la que tiene los méritos de Ilo, Bolivia ha ganado mucho, aunque no haya inspirado la acción diplomática. Ha ganado Bolivia, porque desde hacía años que un Mandatario peruano no decía las cosas que dijo Alan García, más allá de si Ilo será útil o no a Bolivia como puerto. Ha ganado Bolivia, porque también hacía mucho que en Chile no se preocupaban por la demanda boliviana que había sido archivada de mutuo acuerdo en una agenda adormilada.
Perú "jamás será un obstáculo" para una salida de Bolivia al mar, ha dicho García, agregando que "es un derecho de justicia y un anhelo absolutamente justificado que tiene el pueblo boliviano". Como nación que tiene la "llave", a raíz del Tratado de 1929, Evo Morales no podía recibir mejor regalo que el de su denostado colega peruano.
El Presidente Piñera, ya de vuelta en La Moneda tras su gira europea, tendrá que analizar lo que ha sucedido hace unos días y, propuestas más o menos, debiera darle un remezón a la diplomacia festiva con Bolivia y concurrir atento a esa zona delicada del Pacífico donde Chile está jugando otro partido, esta vez muy duro, por el tema de las aguas territoriales con Perú.
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