Tanto el gravamen como su incidencia en el precio de la bencina están entre los más bajos de la Ocde. En el caso del diésel, el tributo es menor al de todos los países de la Unión Europea.
Con insistencia se escucharon desde la semana pasada voces partidarias de eliminar el impuesto específico a los combustibles. El fuerte aumento en el precio de las bencinas en el último mes, principalmente por efecto del alza del tipo de cambio, activó la demanda política en favor de la supresión del gravamen, que hoy alcanza a 6 UTM por metro cúbico (m3) y que en el caso del diésel es de 1,5 UTM/m3.
Planteamientos surgidos tanto de la oposición como de un sector del oficialismo -mayoritariamente parlamentarios UDI- aducen el negativo impacto del impuesto sobre los consumidores, en particular de clase media.
El tema también ha provocado diferencias al interior del Ejecutivo. Mientras el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, ha descartado una revisión del gravamen -principalmente por su impacto en la recaudación fiscal-, su par de Economía, Pablo Longueira, se ha manifestado disponible a una reforma. En todo caso, a mediados de semana el tema pareció zanjarse a nivel de gobierno, luego de que Longueira manifestara su disposición a sumarse a la visión expresada por el titular de Hacienda.
El debate sobre la eliminación del impuesto a los combustibles, en todo caso, es de larga data. En los gobiernos de la Concertación, de hecho, generó tensiones, exacerbadas durante los períodos de mayores alzas en el valor de las bencinas. En el gobierno de Bachelet, el impuesto bajó dos veces.
COMPARADO
En 2010, el impuesto específico a los combustibles, a las bencinas y al diésel significó ingresos para el Fisco superiores a los $913 mil millones (sobre US$1.800 millones), equivalente a un 5,5% del total de recaudación tributaria. Al comparar el nivel del impuesto vigente en Chile con el de buena parte del mundo desarrollado y emergente, las cifras muestran que el país tiene una de las tasas más bajas para este gravamen.
Según datos de la Agencia Internacional de Energía (EIA, por sus siglas en inglés), la incidencia de la carga tributaria sobre el precio final de las bencinas en Chile es una de las menores en relación con la Ocde, llegando a un 45% del precio final a público. De esta forma, se ubica en el puesto 27 entre los 33 miembros del organismo, por arriba de Japón y por debajo de Corea del Sur. La lista de la EIA la encabezan Noruega (64%), Reino Unido (62%) y Holanda (61%).
En el extremo opuesto se ubican Estados Unidos y México, con una incidencia de la carga tributaria como porcentaje del precio de un litro de bencina de 15% y 13%, respectivamente.
La medición considera el total de los tributos que gravan el valor de las bencinas. En el caso de Chile, además del impuesto específico, el precio del combustible también está afecto al IVA, que se aplica sobre el precio de paridad calculado por la Comisión Nacional de Energía (CNE), sobre la base de los precios internacionales de las gasolinas, sin considerar impuestos específicos.
Así, según la medición, por cada litro de bencina en Chile, un 45,6% correspondería a tributos (IVA más impuesto específico). Es decir, de $800 por litro, $364 serían gravámenes. Considerando un valor de la UTM de $38.634 en octubre, $231 de esos $364 se explican por impuesto a las gasolinas.
Adicionalmente, según el Portal Europeo de Energía, las tasas de impuestos a los combustibles en Chile, en relación con el Viejo Continente, son bajas. El país posee el segundo menor gravamen, sólo superado por Chipre, con 5,4 UTM/m3. En diésel, el impuesto en Chile es el más bajo. Los gravámenes más altos se encuentran en Turquía (15,8 UTM/m3) y el Reino Unido (11,3 UTM/m3).
EXTERNALIDADES
Según expertos consultados, el impuesto específico a los combustibles contribuye a corregir externalidades negativas asociadas al uso de los hidrocarburos, como contaminación, congestión, accidentes de tránsito y daños a la infraestructura vial.
En el caso particular de las bencinas, plantean que su eliminación favorecería mayoritariamente a los sectores de altos ingresos, que son más intensivos en el uso de automóviles. "Eliminar el impuesto tiene efectos distributivos y de eficiencia económica. En lo distributivo, su eliminación favorece fuertemente al 20% más rico. El 70% de la recaudación del impuesto a las gasolinas proviene del quintil de hogares de más altos ingresos. Una reducción o eliminación del impuesto va a aumentar el consumo y, con ello, todas las externalidades que genera", señala Claudio Agostini, académico de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Coincide el ex titular de Obras Públicas Eduardo Bitrán. Para él, la diferencia entre el impuesto a las bencinas y el diésel tampoco se justifica. "El diésel es más contaminante y lo usan vehículos que destruyen los pavimentos en mucha mayor proporción que los autos. Además, con el reembolso del impuesto al diésel se favorece a empresas de camiones de un vehículo, lo que impide aprovechar economías de escala. Más aún, tienen camiones antiguos que contaminan más y tienen mayor riesgo de accidentes", dice. La normativa permite a las firmas recuperar el 80% de lo pagado por concepto de impuesto al diésel.
Agostini se muestra a favor de igualar ambos tributos, al menos en el caso de su uso vehicular. "El caso más complicado es el de las industrias que usan diésel como insumo. La externalidad en ese caso es sólo por contaminación, y no por congestión ni accidentes de tránsito", sostiene.
Artículo original
EFE , martes 11 de octubre 2011 !! LAPIDARIO INFORME DE LA OCDE ! con calificaciones que van del 0 a 10 , Chile aparace en la ultima posicion en redistribucion de ingresos ( 0 ), en calidad medioambiental ( 0 ) , y obtiene malos resultados en relaciones sociales ( 3,4 ) , seguridad ( 3,4 ) , vivienda ( 3,9 ) y educacion ( 4,2 ).
ResponderBorrar