Presidente paraguayo versus chileno

¡Qué grande, qué impresionante! Ver y escuchar hablar al presidente Piñera, y que escalofriante y terrible a la vez percibir tras sus palabras a un modelo de presidente que quizás nunca podre ver en este país.

Realmente orgullosa me he sentido aun cuando no perteneciera a Chile viendo el actuar de un hombre que inspira coherencia, respeto, admiración, honestidad, seguridad, seriedad, adjetivos cuyos presidentes paraguayos jamás han podido transmitir y mucho menos demostrar.

Qué lejos y atorados estamos de llegar a ser representados por una persona educada, inteligente y preparada como se puede ver lo es Sebastian Piñera.
Vergüenza me da ver y escuchar la lectura de discursos mediocres e inútiles que muy pocas veces dan nuestros así llamados presidentes de la República.

Más que repugnancia y tristeza siento ira e impotencia al darme cuenta que ni siquiera tenemos esperanza de vernos representados por una persona capaz, nuestros representantes o candidatos en su mayoría son feroces insaciables bestias en busca de grandes botines y saqueos para seguir alimentando a sus hienas nauseabundas paseándose por los pasillos de las instituciones públicas esperando de una presa para seguir deambulando por las calles del país viendo los días y los años pasar sin esperar una pizca de progreso.

Qué lastima y qué impotencia siento al recorrer los barrios y nuestras ciudades viendo atraso y pasos retrógrados que nos conducen a criar más hienas y menos caballos que nos ayuden a salir del paso perverso y estancado en el que vamos.

Ojala los presidentes de Bolivia, Peru, Ecuador, Venezuela y sobre todo el de este país, el “ex-sacerdote” y padre de varios hayan sentido por lo menos una pizca de vergüenza al escuchar al presidente de Chile hablar para el mundo el día del rescate de los mineros, con los bellos erizados y lágrimas en los ojos, por un segundo soñé que ese era mi país y mi presidente.

Como broche de oro, se dirigió al mundo como si nada en inglés con una soltura y una seguridad tal que lo único que inspiraba era respeto y admiración. Vaya realidad que nos toca vivir, discursos escuetos y baratos con un pobre español que ni a los niños distrae.

Rossana Brown

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