Cuando empezó su transmisión, eran las 23.10 del cono sur sudamericano. En el mundo árabe, las 2.10 de la madrugada. Relató en directo, tomando como base la señal única despachada por Televisión Nacional de Chile y no paró durante las siguientes ocho horas.
Su voz potente en su particular lengua, donde parecen predominar las “jotas”, no se detuvo. Y al otro día, cuando la labor ya estaba cumplida, dialogó con El Tribuno, haciendo un alto en un despacho escrito, que quedó, incomprensible para nosotros, detenido en la pantalla de su computadora, donde los caracteres vuelan de derecha a izquierda.
“Esto ha sido muy interesante, fascinante. En la primera media hora de transmisión, nuestro canal recibió 5.000 mensajes de texto desde distintos países del mundo árabe, que se mantuvo en vela para seguir los acontecimientos de este rescate. Mandaban felicitaciones a Chile y a nuestra empresa por la transmisión”, puntualizó la joven periodista, de 31 años, madre de un hijo y que es corresponsal del canal “el más importante del mundo árabe”, recalcó, para América Latina.
Una vez terminada su charla, retomó su actividad, pero aclarando algo importante: “Ah.. soy palestina”, señaló enfática.
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