Se pensaba que con la firma del "Acta de Ejecución" relativo al las cláusulas no cumplidas por Chile del Tratado de 1929, se cerraba toda problemática limítrofe con el Perú.
Recordemos que por medio de este documento, firmado el 13 de noviembre de 1999 entre el ex gobernante Alberto Fujimori y el ex mandatario Eduardo Frei, Chile acataba y materializaba las obligaciones contenidas en el Artículo Quinto del Tratado Paz y de su Protocolo Complementario. Esta omisión había generado desaveniencias y permanentes roces diplomáticos entre ambos paises, Chile al firmar el acta demostraba una voluntad política en orden a resolver definitivamente la última fuente de conflictos con el vecino páis.Se pensaba que podríamos, por fin, adoptar una agenda de futuro. Tanto así que el entonces Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, Fernando de Trazegnies, fue claro en señalar que, “la firma del Acta de Ejecución de los asuntos pendientes del Tratado de 1929, que hemos presenciado hace unos minutos, pone fin a la últimas secuelas de un conflicto entre Perú y Chile que tuvo lugar hace 120 años y que, felizmente se encuentra hoy totalmente superado…”.
Hoy, casi diez años después, aún no podemos dar vuelta la página, lo que es peor, con la La Haya se abre otro libro, lleno de incertidumbres.Chile, a través de su Libro Blanco de la Defensa estatua clara y tajantemente que no tiene pretensiones territoriales con ningún país de la región. Actualmente existe un amplio consenso tanto en los círculos políticos, acádemicos y militares chilenos, según el cual, el país está conforme con los espacios territoriales sobre los cuales ejerce soberanía. No existe una percepción de pérdida territorial, al menos no una que esté gatillando la adopción de alguna política de defensa ofensiva. Todo lo contrario, el modelo y la doctrina de las FF.AA es defensiva y disuasiva. Quedó ampliamente demostrada en la crisis del 78 con Argentina y reafirmada declaratoriamente por todos los estamentos que conforman la institucionalidad de defensa chilena. El Estado chileno, y sus estamentos armados promueven la seguridad desde un prisma cooperativo.
Lo que anima al Estado chileno es seguir controlando los espacios marítimos y territoriales acordados por los diversos tratados y acuerdos establecidos con sus entes vecinales, incluida la frontera maritima y terrestre ya delimitada con Perú. Chile busca implementar una agenda de futuro, vinculada a dar pasos concretos hacia la integración económica y hacia una cooperación y coordinación en temas de seguridad y defensa. Chile busca, finalmente, alcanzar una coordinación política de alcance regional.La Corte de La Haya podría, en un afán por ejercer un exceso de ecuanimidad, aunque sea sin fundamentos reales, establecer una línea equidistante. Este es uno de los escenarios. Ante éste, la percepción en Chile de pérdida territorial podría despertarse, inaugurando una nueva fase en la forma cómo sus diferentes estamentos ven, administran y materializan sus relaciones con sus vecinos, en especial con el nortino. Una percepción de despojo injustificado e ilegitimo, en los diferentes estamentos, incluida en su sociedad, podría generar en Chile una transformación en su postura de seguridad y defensa. No es descartable.
De mantenerse el statuo quo, avalado por La Haya, y en favor de Chile, las fuerzas nacionalistas peruanas conocerán un incremento en su apoyo electoral, toda vez que el crecimiento economico en dicho país no llega hacia los sectores más pobres de su población. Un apoyo que de toda evidencia irá in crescendo.El Edificio Carrera administrará desde ahora esta nueva fase en las relaciones con Perú. La politización del tema recién debuta en el vecino país, y claramente seguirá desbordando hacia su frontera sur. Que la campaña electoral allí comience, a la sombra de La Haya.
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