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sábado, agosto 25, 2012

Carlos Peña: "El modelo de mercado no está en crisis en Chile"

El rector de la UDP indica que el proceso de modernización capitalista en Chile no tiene instituciones a la alturas de los ideales que invoca para justificarse y que eso, en gran parte, explica el descontento.

CARLOS Peña (1959), rector de la Universidad Diego Portales, es concluyente a la hora de analizar lo que ha ocurrido en el país durante los últimos meses: “Chile no cambiará, ya cambió”. Ex alumno del Liceo de Aplicación, estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica durante el pregrado, reconoce que le parece “fantástico” el fenómeno que se generó después de la irrupción del movimiento estudiantil. “Estamos asistiendo a un momento importante, donde todas las virtudes de los seres humanos -convicciones, anhelos por conducir la vida propia, reclamos por estar a la altura de los ideales que alguna vez proclamamos- se están manifestando. ¿Cómo eso va a ser malo?”, se pregunta en esta entrevista que se realiza en su oficina de la UDP, donde acostumbra a trabajar en un escritorio moderno, de vidrio, mirando a la muralla, en el que descansa un MacBook Air, torres de libros y varias lapiceras.

Y usted, en estos meses, ¿cambió?

Es posible. Todos quienes nos preocupamos de los asuntos públicos, de alguna manera hemos revisado nuestras propias convicciones y puntos de vista. Todos hemos salido de un sueño dogmático de creer que la política tiene que subordinarse a la economía, que los técnicos tienen siempre la última palabra, que la educación es un asunto de expertos y no un asunto de ciudadanos.

¿Chile está más politizado?

Uno de los fenómenos que uno puede advertir hoy día en Chile es una cierta valorización de la política, concebida como la reflexión acerca de los asuntos comunes. Durante muchas décadas el saber económico hegemonizó la cultura pública. La economía logró subordinar a la política, ella decretaba qué era posible y qué no, qué cosas eran sensatas y cuáles insensatas. De esa forma, el orden social se naturalizó, fue presentado como el resultado inexorable de leyes que no podemos controlar y que sólo el economista podría inteligir. Uno de los efectos de las movilizaciones es que ese hechizo de la economía se ha disipado: lo que apenas ayer parecía insensato (como discutir el lucro o subir los impuestos) hoy día es perfectamente razonable. La política comienza entonces a recuperar el papel que tiene en la vida social: deliberar acerca del tipo de sociedad en que queremos vivir. Todo esto constituye, sin embargo, un desafío para la clase política que, hasta ahora, no logra estar a la altura.

¿Y qué explica el descontento y conflictividad de Chile en el último tiempo?

La masificación educacional, el gran fenómeno de la sociedad chilena de las últimas tres décadas, produjo al menos tres consecuencias que explican en gran medida el descontento y la conflictividad que ha habido en el país. Tenemos, por una parte, a personas secularizadas, con mayores expectativas que sus padres. Y, cuando la gente es más autónoma, es más indócil y les cree menos a las elites. En segundo lugar, paradójicamente, se ha producido una inmensa frustración: esos miles de jóvenes que se han incorporado a la educación superior, esperan encontrar en ella los bienes que ese tipo de educación proveía cuando ellos estaban excluidos. Hace 30 años, ir a la universidad aseguraba una alta posición en la escala invisible del prestigio y del poder: eso hoy día ya no ocurre y entonces el acceso se experimenta como un engaño. Por otra parte, desde el punto de vista político, el fenómeno se traduce en una crisis de legitimidad.

La encuesta CEP muestra el descrédito de las instituciones.

Porque una sociedad que se moderniza en base al ideal capitalista se legitima esgrimiendo el ideal meritocrático: que cada uno reciba tantos recursos como esfuerzos hace; que las diferencias se distribuyan al compás del rendimiento. Pero de pronto en Chile se descubre que el lugar meritocrático por excelencia, la institución educativa, no hace más que reproducir las diferencias de clase social. En otras palabras, el proceso de modernización capitalista en Chile no tiene instituciones a la altura de los ideales que invoca para justificarse. Y la tarea actual de la política es elaborar una agenda para resolver esa inconsistencia.

¿El modelo económico vigente está en vías de derrumbarse, como han señalado algunos analistas?

A la luz de lo que está ocurriendo, de la evidencia que he podido revisar, me atrevería a apostar que el modelo de mercado no está en crisis en Chile. La encuesta CEP muestra que los ideales de una sociedad capitalista -el esfuerzo personal, la distribución de la riqueza en base al esfuerzo, etcétera- están muy vigentes entre los chilenos. Me es difícil creer que esa sociedad esté reñida en el fondo de su alma con el proceso de modernización. Más bien lo que quiere es que esté a la altura de las promesas que formuló, que es distinto. No es que la gente no crea en el esfuerzo individual: se queja porque las instituciones educativas y la desigualdad no permiten que ese esfuerzo valga la pena.

¿Entonces es una ilusión el descrédito hacia el modelo económico?

Lo que ha caído en el descrédito más absoluto no es el modelo, sino la creencia de que el mercado, los simplemente incentivos carentes de toda regulación, podía mejorar por sí solo el bienestar social y lograr mayores niveles de oportunidades.

¿En el plebiscito de 1988 finalmente ganó un ‘No’ político y un ‘Sí’ económico?

Lo que se elegía entonces era el retorno a la democracia y no el proyecto modernizador.

Hay quienes piensan que, en el último tiempo, Chile se izquierdizó.

Chile nunca ha sido del todo un país izquierdizado. Si uno revisa el siglo XX, lo que se observa es un fuerte predominio del centro. En la historia política de Chile ha habido un secreto a voces: quien gana el centro, gana el control del Estado. La pregunta de la actualidad es si esa estrategia de estabilidad del sistema político va a ser abandonada y es uno de los grandes dilemas que hoy en día tiene la izquierda en Chile.

La izquierda parece concentrada en volver a La Moneda de la mano de Bachelet.

La izquierda -si le creemos a la encuesta CEP- tiene resuelto el problema electoral con Bachelet. Pero no tiene resuelto un problema político e histórico: ¿cometió un error cuando impulsó de la manera en que lo hizo el proceso de modernización que Chile vivió en las últimas dos décadas en que ellos fueron gobierno? Si los sectores de izquierda que piensan que estos fueron 20 años de errores lo creyeran de verdad, deberían condenarse al silencio y al ostracismo.

¿Y qué piensa usted?

Yo creo que no fue un error. La modernización que ha experimentado Chile entre el 80 y hoy día, pero particularmente en las dos últimas décadas, ha cambiado, como diría Marx, las condiciones materiales de la existencia. Los procesos de ampliación del consumo y de mejora del bienestar material de la gente, con todas sus desigualdades, que deben corregirse, son extremadamente liberadores para la vida cotidiana de millones y millones de personas. Entonces, ¿creemos realmente que los chilenos que llenaron el Costanera Center, que van al cine, que se divierten leyendo noticias de farándula, quieren cambiar radicalmente?

Quieren, en otras palabras, que a cada cual le llegue su pedazo de la torta.

Pero la gente no quiere que la torta se distribuya -según la última encuesta CEP- en base a un patrón abstracto. Los chilenos creen que los recursos que cada uno obtenga tienen que ir al compás del esfuerzo personal. Y ese es un ideal meritocrático, propio de los procesos de modernización, y el esfuerzo debe concentrarse en poner nuestro sistema político, económico y educacional a la altura. Para eso se requiere de una agenda política de largo plazo, que la izquierda podría intentar construir en vez de posicionarse a punta de puras quejas y lamentos. Desde ese punto de vista, tengo la impresión de que la derecha está mejor posicionada.

¿Ha cambiado la derecha desde que llegó a La Moneda?

La derecha ha transitado desde un inicio muy vacilante, donde aparecía un gobierno carente de toda convicción, preocupado básicamente del aplauso inmediato, a una fase que afianza algunas convicciones. Este proceso se ha dado a pesar del Presidente Piñera y gracias a algunos de los ministros.

¿A quién se refiere?

Al ministro de Educación, Harald Beyer, sin lugar a dudas. La frase que pronunció hace algunos días, de que el Ejecutivo no estaba dispuesto a sacrificar sus ideas por acabar con las tomas, resume bien la razonable actitud de un gobierno convencido de aquello en lo que cree y por lo cual fue elegido, independientemente de que uno esté o no de acuerdo. Si se compara con las declaraciones iniciales del Presidente, que frente a los reclamos estudiantiles halagaba a los jóvenes, como si fueran un depósito insondable de puras y simples virtudes, se observa un cambio del cielo a la tierra. Haciendo una apreciación meramente política, observo también que Andrés Chadwick ha logrado ordenar discursivamente a La Moneda.

Pero al gobierno, según las cifras de la encuesta CEP, le sigue costando el despegue y su popularidad está disociada de los buenos resultados económicos.

Lo que vamos a tener en las próximas elecciones presidenciales es lo que ha ocurrido en Chile desde que se recuperó la democracia en adelante: virtuales empates que se van a decidir en el margen.

¿El movimiento estudiantil no va a incidir en el resultado?

Yo esperaría que algunas de las demandas se incorporen a la agenda de las candidaturas presidenciales y al debate público en Chile. Ojalá eso ocurra. Pero francamente yo no creo que el movimiento estudiantil vaya a torcer el rumbo de la política chilena en lo inmediato.

Una situación parecida a la de los indignados en España que, finalmente, no han tenido incidencia en el proceso político.

El movimiento estudiantil tiene algunas particularidades y una de ellas es que, paradójicamente, estima que la política no se hace desde el Estado, sino que desde la sociedad, y ese es un rasgo que los hace reñir mucho con la democracia representativa finalmente. Por otra parte, algunas de las demandas estudiantiles se han manifestado de manera tan terminante que hacen muy difícil la negociación con el adversario, que es propia de la vida política.

Pero usted apoya las demandas.

Buena parte de las demandas estudiantiles suenan bastante sensatas. Un sistema educativo donde prácticamente no existe ninguna regulación, donde hay una especie de Estado de naturaleza, carente de reglas, evidentemente es imprescindible de corregir. Los estudiantes no han pedido que el sistema escolar completo y el sistema de educación superior completo se estaticen. Quien diga eso está discutiendo no con lealtad. El movimiento ha planteado que en Chile debiera existir un sistema de educación mixto, es decir, con proveedores privados y estatales, pero con predominancia pública. Y a mí eso me parece correcto: es imprescindible fortalecer la educación pública.

Parece contradictorio siendo usted rector de una universidad privada.

Yo soy rector y he trabajado en la universidad desde que era ayudante, hace 30 años. Pero también he trabajado hace dos décadas en la Chile, hago clases todos los años, soy profesor asociado, y participo de la carrera académica ordinaria. Pero quiero creer que mi punto de vista está justificado intelectualmente. Tolerar que el sistema educativo chileno sea invadido por grupos económicos y religiosos, le hace daño al país. Y el único antídoto para evitar que ocurra, es asegurar que las instituciones estatales tengan predominancia. De otra manera vamos a inundar el sistema universitario con proyectos educacionales muy legítimos y eficientes, algunos muy exitosos, pero nunca vamos a tener una institución fuerte y robusta que represente el interés de todos. Hay algo en lo cual la Universidad de Chile aventaja inconmensurablemente a la Católica…

Donde usted estudió…

…la Católica es una universidad Pontificia, que hace un gran aporte a la cultura pública de Chile, pero que no representa todos los puntos de vista e intereses que están en juego en la sociedad chilena. Ese papel lo cumple la Universidad de Chile. Una democracia tiene que cuidar que sus instituciones básicas sean neutras ideológica y religiosamente y promuevan, en consecuencia, los bienes asociados a una mejor convivencia cívica. Es el papel que cumplen las instituciones estatales. Es el que históricamente cumplieron las escuelas públicas. Olvidarlo me parece un error intelectual gigantesco.

Estará también contra el lucro.

Respecto del lucro, lo único que cabe es respetar la ley: las universidades deben reinvertir todos sus excedentes.


1 comentario:

  1. Anónimo3:10 a.m.

    El modelo politico-economico actual de occidente, esta pasando por una de sus mas grandes crisis historica. Crisis que fue provocada por sus propios miembros, es decir, por los propios politicos. Hay que recordar que los politicos no son una casta priviligiada que viven por sobre todos el resto de criaturas de este planeta. Ellos son trabajadores del pueblo y para el pueblo, es decir, reiterando, trabajadores del pueblo. Ellos han sido contratados por el pueblo para cumplir una funcion de caracter social, y esto dara una gran risa, ellos son o lo que devieran ser es una colectividad de trabajadores sin fines de lucro. La mirada del pueblo a los señores politicos tendria que ser de frente de igual a igual. En cambio, desde los comienzos del tiempo ellos nos han educado a mirarlos como si fueran dioses del olimpo y nosotros criaturas inferiores. Como todo imperio este imperio politico a llegado a sus dias finales; la decadencia, la corrupcion los a delatado. Ya no somos los ignorantes de hace 500 años. Estamos viviendo un cambio natural producto de la evolucion natural de la sociedad. El pueblo ya no quiere ni izquierdas ni derechas y menos de centro. El pueblo pide y exigira poco a poco,un ministerio un organismo organizador que trabaje para lo que a sido contratado, ni mas ni menos.

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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.