
Al menos eso fue lo que sucedió el miércoles pasado a las 17:45 horas de Chile, cuando debido a una norma de acoplamiento más restrictiva entre el transbordador Discovery y la Estación Espacial Internacional (IEE), la nave debió soltar al espacio casi 70 kilos de orina y agua.
¿Por qué hablamos de kilos? Porque según el portal Space.com, un líquido liberado en el vacío espacial se congela en pequeños fragmentos que, una vez alcanzadas por los rayos del sol, se subliman en gas evaporándose hacia el espacio.
Un espectáculo brillante sin duda, aunque es preferible no preguntarse de dónde procede.
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