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domingo, julio 19, 2009

Los conquistadores del 'Apolo 11'

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Hay quien niega que aquel colosal esfuerzo fuera un salto para la humanidad. No entienden que mostrar imágenes del insignificante lugar de la Tierra en el universo dio una lección de humildad


Los seres terrestres se percataron de la existencia de la Luna por primera vez hace unos 300 millones de años. De noche, su luz era la única guía que tenían, hasta que aparecieron los humanos y descubrieron el fuego, y luego la pintura, la música y la poesía. A lo largo de los siglos, los griegos de la antigüedad, Shakespeare, Beethoven, Van Gogh, García Lorca y otros genios vieron una fuente de inspiración en la gran esfera blanca, siempre misteriosa e inalcanzable. Hasta que hace exactamente 40 años, por primera vez en la historia del universo, un ser humano pisó su superficie. Y lo vimos y lo oímos, los que tuvimos la suerte de estar vivos, en directo por televisión. Fue como si hubiéramos seguido en nuestras pantallas la llegada a América de Cristóbal Colón, sólo que esta aventura fue infinitamente más osada y peligrosa. Los tres conquistadores del Apolo 11 no viajaron al fin del mundo; viajaron a otro mundo. Lo dijo Andrew Smith, autor del libro definitivo sobre los astronautas del programa espacial Apolo: el espectáculo televisivo de aquellos días fue "el teatro más alucinante de todos los tiempos".

Fue la ciencia al servicio del arte. Los hombres fríos, matemáticos de la NASA -ninguno más frío que el comandante de la misión, Neil Armstrong-, crearon un reality show cuyo dramatismo jamás ha sido superado por la ficción.

El despegue del cohete Saturno V, de la altura de un edificio de 35 pisos y con un consumo de 3.785 litros de combustible por segundo, tuvo su punto de emoción, como lo tuvo la partida de Colón y sus tres carabelas del puerto de Palos. Sólo que en este caso la comitiva que se despidió de los tres astronautas a bordo -Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins- consistió en 500 millones de personas de todas las razas y todos los continentes; entre ellos, el novelista de ciencia-ficción Arthur C. Clarke. "... five, four, three, two, one: we have lift-off!", anunció Jack King, "la voz de Apolo", y en ese instante, dijo Clarke, "lloré por primera vez en 20 años y recé por primera vez en 40". Pero esa escena ya se había filmado; la había patentado ocho años antes el astronauta soviético Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio.

Muchos más llantos y rezos se oyeron cuatro días después cuando el módulo lunar, el Eagle, un aparato de aspecto absurdamente frágil, como si se hubiera armado con piezas de mecano y papel de aluminio para una película en blanco y negro de los años treinta, comenzó el descenso a la Luna. Columbia, la nave madre, la que les tenía que devolver a la Tierra, se quedó en órbita, con Collins al mando. Aldrin y Armstrong, el piloto del Eagle, hablaban continuamente con Mission Control en Houston. Como si de un Gran Hermano se tratase, con los participantes a 384.000 kilómetros de distancia, oíamos todo lo que se decían y pensábamos: ¿qué pasa si la superficie de la Luna consiste en polvo movedizo y se hunde el aparato, y mueren ahogados los astronautas? O nos preguntábamos los más pequeños, o los más ignorantes: ¿y si resulta que hay habitantes en la Luna? ¿Habitantes hostiles? O una posibilidad más realista: si el Eagle aterriza mal, por ejemplo, sobre un lugar inclinado, y vuelca, ¿cómo podrán despegar? ¿Presenciaremos el espectáculo de la muerte lenta de dos seres humanos en la Luna?

De todos, el que delató menos nervios fue el que tenía más motivos para tenerlos, Neil Armstrong. No sólo tenía su propia muerte a la vista, no sólo saltaron de repente luces de alarma dentro del módulo (Armstrong las ignoró, sospechando, correctamente, que la orden electrónica de abortar la misión era un error), sino que detectó en el último momento que había unas grandes rocas en el lugar escogido para aterrizar. Con lo cual tuvo que planear sobre la Luna utilizando el control manual, como si el Eagle fuera un helicóptero, buscando en la semioscuridad un espacio de tierra blanca llano, liso y seguro. Pasaron los segundos, como si fueran horas, ante un silencio aterrador. Nunca tanta gente vivió simultáneamente tanto suspense, y eso que no sabíamos los telespectadores del planeta azul, tan pequeñito y lejano de repente, que el combustible se estaba agotando. Cuando por fin el módulo tocó tierra y Armstrong hizo la famosa declaración: "The 'Eagle' has landed", el Eagle ha aterrizado, Mission Control explotó en júbilo, y el resto del mundo, también. Pero la sensación de susto no se había extinguido. La respuesta del interlocutor de Armstrong en Houston, que sabía que si hubieran pasado 25 segundos más el combustible se habría agotado, fue: "Tienes unos tipos aquí que estaban a punto de ponerse azules. Hemos vuelto a respirar".

Ésa fue la sensación de todos, como si no sólo la Luna careciera de oxígeno, sino, en aquel momento, la Tierra también.

Armstrong bajó primero por la escalerita de la nave, sin que la arena blanca le tragara; dijo su frase inmortal, aquella que sus guionistas le habían preparado sobre un paso pequeño para un hombre y un gran salto para la humanidad; pasados 19 minutos, emergió Aldrin y, como en toda buena película cuando el bien vence al mal, la tensión dio paso al alivio; la tragedia, a la comedia. Y empezó la celebración. Colocaron una cámara de televisión, plantaron la bandera americana, tiesa como un cartón en la no gravedad de la Luna, y los dos, vestidos de blanco, empezaron a descubrir el territorio conquistado, dando brincos de canguro a cámara lenta, un baile sin música, en el insólito escenario ("magníficamente desolado", diría Aldrin), de la Luna.

El que no estaba participando de la fiesta era Michael Collins, que después escribiría que le daba a sus compañeros no más de un 50% de posibilidades de llegar a la Luna, despegar de ella y reconectar con su nave, la Columbia. Collins estaba mucho más nervioso que sus dos compañeros, aterrado ante la posibilidad ("viví un terror secreto", confesaría más tarde) de que recibiría la orden de abandonar a Aldrin y Armstrong y volver a casa solo. El temor del astronauta lo compartía la casi totalidad de la especie humana. Si había existido una cierta duda acerca de la capacidad del cohete Saturno de despegar de la Tierra, mucho más motivo había para pensar que aquel aparato con pinta de juguete de lata carecería de la potencia necesaria para ascender los 100 kilometros que lo separaban del Columbia. El recuerdo de los dos astronautas muriéndose en televisión, a cámara lenta, se conservaría en la memoria de Collins y en la memoria colectiva de la humanidad para siempre.

Pero el Eagle despegó, los tres aventureros espaciales tuvieron su feliz reencuentro, volvieron a la Tierra y fueron recibidos como héroes en Nueva York y Washington, y en muchas grandes capitales del mundo. Y entonces Armstrong, convertido en famoso en la Luna, casi desapareció de la faz de la tierra. Se volvió un recluso, negándose a dar entrevistas a los medios. Pero sí dejó caer un par de frases dignas de un hombre que tuvo la sabiduría de reconocer que la celebridad podría ser dañina para su salud mental. Cuando le preguntaron un día por qué no quería aceptar la gloria que el mundo le quería otorgar, respondió: "Porque, sencillamente, no me la merezco". Tenía razón, del mismo modo que un gran actor de cine no se merece toda la gloria por más grande que haya sido la película en la que él ha sido el protagonista. El primer viaje a la Luna fue una superproducción en la que medio millón de personas, desde el director del proyecto en Houston hasta los que cosieron los uniformes de los astronautas, todas, tuvieron su papel.

Hay quien dice que ese colosal esfuerzo fue una pérdida de tiempo; que al final no hubo ningún gran salto para la humanidad. Tales comentarios los suele hacer gente práctica, de mente cerradamente científica, poco dada a soñar; gente que no entiende que escribir una gran poesía, hacer una gran película o ascender al Everest o a la Luna da sentido y gloria a la vida. Tampoco entienden que aquel épico viaje, al mostrarnos imágenes del insignificante lugar que ocupa nuestro mundo en el universo, nos dio a todos una lección de humildad tan imborrable como las huellas de los astronautas en la superficie lunar.

Armstrong, científico y soñador, sí lo entendió. Su otra frase célebre tras regresar del espacio fue a propósito de una observación que él mismo había hecho. Dijo que cuando estaba en la Luna se dio cuenta de repente que podía tapar el planeta Tierra con el pulgar de la mano. "¿Eso hizo que se sintiera muy grande?", le preguntaron. "No", respondió, "hizo que me sintiera muy, muy pequeño".

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De La Tierra a La Luna



sábado, julio 18, 2009

1969 - 2009: Revive la llegada del hombre a la Luna en el Centro Cultural Palacio La Moneda

En el evento participarán dos profesionales ligados a la misión Apolo 11, a través de su trabajo en el Centro de Estudios Espaciales U. de Chile, entidad que fue creada por la NASA.



Imágenes y relatos sobre este acontecimiento y la presencia de dos personajes que vivieron muy de cerca este evento mundial, son los principales atractivos de la Conmemoración 40 años Misión Apolo 11, actividad que el Centro Cultural Palacio la Moneda (CCPLM) ha preparado para recordar este hito en la historia de la humanidad.

En el evento participarán dos profesionales que estuvieron ligados a la misión a través de su trabajo en el Centro de Estudios Espaciales Universidad de Chile, entidad que perteneció a la NASA y que luego fue traspasada a Chile.

Estos profesionales son León Villán E., Ingeniero en Ejecución Eléctrica, ex asesor en astronáutica del Centro de Estudios Espaciales de la Universidad de Chile y socio de la Asociación Chilena de Astronomía y Astronáutica (Achaya). Junto a él estará Eduardo Díaz Araya, ex director del mismo centro, quienes participaron de la labor de monitorear satelitalmente la misión, durante julio de 1969.

Asimismo, en la actividad se proyectarán imágenes en alta resolución sobre este acontecimiento que fueron liberadas por la Nasa recientemente y que muestran los distintos y emocionantes momentos que marcaron a la carrera espacial en el mundo.

Para asistir a esta Actividad se requiere una inscripción previa enviando un corroa electrónico a sede@achaya.cl., ya que sólo existe cupo para un máximo de 40 personas.

CANDIDATA CHILENA A ASTRONAUTA

Dentro de este programa sobre astronomía que ha organizado el Centro Cultural Palacio la Moneda, destaca la Conferencia "Astronáutica: Los Desafíos de la Exploración Espacial", cuya relatora principal es Carmen Gloria Jiménez, Doctora en Ciencias, miembro del Grupo de Astronomía de la Universidad de Concepción y la única candidata a Astronauta de la NASA que tiene nuestro país hoy.

Esta actividad se desarrollará el sábado 18 de julio en el segundo nivel de la cineteca del CCPLM, a las 11.30 horas y los cupos son cerca de 200.

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domingo, marzo 22, 2009

Prensa de Tacna de 1969

Nota: Algunos peruanos dicen que esto no demuestra nada. Claro que sí demuestra algo. Demuestra QUE LOS PERUANOS CAMBIARON DE POSTURA. Los tacneños se describen a si mismos como los más patriotas de los patriotas peruanos, entonces resulta curioso que en 1969 esos "patriotas" no dijeran NADA porque su gobierno fijo una frontera marítima "injusta" y hoy esos mismos peruanos que practicamente festejaron el suceso en 1969, van a protestar a la frontera con Chile, porque "los chilenos les roban su mar".

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Prensa de Tacna informó en 1969 que límite marítimo con Chile era definitivo

Informaciones de "La Voz de Tacna" contradicen la actual postura del gobierno del Perú, que reclama ante el tribunal de La Haya que la demarcación fronteriza sólo es "transitoria".

Comisión binacional marcó la frontera en el mar con dos faros, según acuerdo de 1952:

Prensa de Tacna informó en 1969 que límite marítimo con Chile era definitivo

Informaciones de "La Voz de Tacna" contradicen la actual postura del gobierno del Perú, que reclama ante el tribunal de La Haya que la demarcación fronteriza sólo es "transitoria".

TACNA.- La cobertura que la prensa de Perú dio hace 40 años a la labor de la comisión binacional que ubicó dos faros que materializaron el límite marítimo confirma la posición de Chile sobre el tema y contradice, a la vez, la tesis que hoy esgrimen los peruanos ante La Haya sobre la supuesta inexistencia de tal delimitación "ni por acuerdo ni de alguna otra forma".

Al informar sobre los resultados del trabajo de la comisión, el domingo 21 de agosto de 1969, el diario "La Voz de Tacna" publicó como noticia principal de su portada un título inequívoco: "Perú y Chile fijan límites marítimos".

"El Mercurio" revisó los periódicos de la época en el Archivo Regional de Tacna y constató que el tratamiento informativo no marcó diferencias o discrepancias con su contraparte en la ciudad de Arica, el diario "La Concordia", archivado en la Universidad de Tarapacá.

En agosto de 1969, delegaciones de ambas cancillerías, presididas por los jefes de los departamentos de Límites Internacionales de Chile, Alejandro Forch, y de Fronteras de Perú, Jorge Velando, se reunieron en Arica. El propósito era ubicar la posición de dos faros, uno en cada territorio, que alertaran a las embarcaciones pesqueras del cruce de la frontera marítima.

El 22 de agosto, el trabajo fue terminado. Las señales fueron fijadas en relación al hito 1: a 6 metros al oeste la peruana y 1.843 metros al este la chilena. Cuando desde el mar los tripulantes vieran ambas torres alineadas, sabrían que estaban sobrepasando el paralelo que pasa por el hito 1. Esto es, el paralelo geográfico de la latitud donde llega al mar la frontera terrestre común. Tal como lo señala el artículo IV de la Declaración de Santiago de 1952, cuya materialización estuvo a cargo de la comisión mixta.

Los faros terminaron de erigirse en 1972, y el chileno persiste hasta hoy. Del peruano, en cambio, sólo quedan rastros. Fue semiderrumbado por el terremoto de junio de 2001. Al año siguiente, en un sigiloso trabajo de madrugada, efectivos de la Marina de Perú terminaron de demolerlo.

En noviembre de 2005, el Congreso peruano aprobó la nueva Ley de Bases de Dominio Marítimo, en la que planteó unilateralmente su aspiración limítrofe que se superpone con mar bajo jurisdicción chilena.

A partir de entonces, los nacionalistas de Tacna comenzaron a sostener la tesis de que la Declaración de 1952 sólo fija el paralelo geográfico como frontera marítima con Ecuador. Luego, los propios funcionarios de la Cancillería peruana la reiteraron.

El Estado peruano comenzó entonces a ajustarse en función de esa tesis. En enero de 2008, el Congreso en Lima corrigió la ley 27.415 que demarcaba el territorio de Tacna. Su límite sur ya no tendría como referencia el hito 1, sino otro que se singulariza como "punto Concordia".

Sin embargo, aún queda el registro de la historia que realiza la prensa. En 1969, y anticipándose a sus competidores, un día antes de que la misión diplomática culminara su trabajo, "La Voz de Tacna" consignó: "Las comisiones de Perú y Chile están reuniéndose desde ayer con el objeto de determinar la mejor manera de que pueda visualizarse la frontera marítima entre los dos países". El diario relata que tal trabajo es necesario "en vista de las constantes violaciones de las aguas territoriales por embarcaciones pesqueras".

Ese día, para el diario de Tacna la noticia fue más importante que la preocupación del Papa por la situación política checa post Primavera de Praga. Ni esa semana ni en las siguientes la Cancillería peruana publica alguna nota aclaratoria señalándole al matutino que en realidad se trata de un acuerdo limítrofe de carácter transitorio o de mero alcance pesquero.

El 24 de agosto, "La Concordia" de Arica ratifica la noticia con un rotundo título: "Se fijó ubicación de dos fanales que marcarán límites marinos".

La riqueza de nuestro mar (perteneciente al Perú) se pone a salvo con la fijación de los límites en el litoral".

Diario "La Voz de Tacna" 12 de agosto de 1969

Viejos patrones relatan cómo se pesca en la zona

Por años, los viejos patrones de pesca han trabajado en el área que hoy reclama Perú. Ésta es su experiencia.

David Meneses (82): "Hace ya medio siglo que empecé a salir a pescar. Por la forma de herradura de la costa sabíamos si estábamos en Chile o en Perú. Pero después de la instalación de los faros, fue muy fácil orientarse. No recuerdo que entonces en Perú alguien cuestionara el límite y nuestra relación con los pescadores peruanos fue siempre buena".

José Quevedo (68): "Incursioné como tripulante de goleta en 1964 y sin interrupción desde 1975. Antes de los faros, un trípode cerca de La Concordia marcaba el límite. Siempre fue el paralelo y nadie lo discutía".

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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.