las cifras revelan que en los últimos siete años Chile ha perdido protagonismo en el mercado mundial de cobre, lo que dado el alto precio del mineral significa una merma cuantiosa en término de ingresos para el país y para el Fisco. Si bien continúa siendo el principal productor a nivel global -con casi el 32%, a julio de este año-, ello contrasta con el 37% que se logró en 2004, cuando registró su mayor nivel histórico.
La producción nacional ha tendido a estancarse en los últimos años, debido principalmente a los altos costos de producción, especialmente lo que tiene que ver con energía, así como una disminución de la ley de los principales yacimientos. Si no se corrigen las causas de esos altos costos y no se abordan nuevos proyectos de mayor productividad, el país inevitablemente seguirá perdiendo su posición competitiva y reducirá el aporte que este importante sector puede realizar al crecimiento económico.
El tema de los mayores costos no afecta sólo a la industria chilena. Es un hecho de que la energía ha aumentado significativamente su precio a nivel internacional -especialmente el petróleo-, que la mano de obra calificada es cada vez más cara y que otros costos como las tecnologías menos contaminantes también imponen una presión creciente en los gastos asociados a las explotaciones mineras. En los mayores costos de producción ha incidido también la caída en las leyes del mineral, y por lo mismo cabe esperar que se promueva la inversión en exploración para detectar nuevos yacimientos. En este punto sería conveniente evaluar la enajenación de parte de las pertenencias con que cuenta Codelco, particularmente en momentos de altos precios del mineral, lo que permitiría su explotación por los privados, sin necesidad de destinar recursos fiscales al efecto.
Pero es sin duda el mayor costo de la energía el tema que resulta especialmente sensible, y es en este punto donde es urgente que el gobierno aborde aquellos temas que entraban la realización de grandes proyectos energéticos. El consenso de los especialistas es que en muy pocos años más los requerimientos energéticos del país no podrán ser satisfechos con la capacidad existente, lo que obligaría a recurrir a fuentes de generación más caras, como el petróleo. Una prueba palpable de esta realidad es la decisión reciente de Codelco de postergar la expansión de la división El Salvador -la que suponía una inversión de unos US$ 1.000 millones-, argumentando que los mayores costos en la energía no permiten por ahora lograr los índices de rentabilidad que se buscan con el proyecto.
El hecho de que dos proyectos de centrales termoeléctricas muy relevantes para la zona norte se encuentren paralizados por decisiones judiciales -Castilla y Puerto Alcalde, a las que cabría agregar Barrancones, paralizada por el propio gobierno- significan un impacto directo a la factibilidad de futuros proyectos mineros en las respectivas zonas, situación que de no ser abordada prontamente profundizará el deterioro del liderazgo que otrora tuvo el país en la minería del cobre.
Artículo original
No hay comentarios.:
Publicar un comentario