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viernes, marzo 17, 2006

La huella peruana en Santiago

Tomado de diario La Razón, Lima - Perú

Restaurantes, servicios de comunicación y de Internet de nuestros compatriotas invaden la capital chilena

Escribe

Manuel Cadenas Mujica

En Santiago, algunos dicen que los peruanos solo vienen a hacer problemas a Chile, especialmente aquellos que diariamente se reúnen, feligresía blanquirroja, en la calle Catedral. "Se emborrachan, se pelean, comen, ensucian, pero igual los aceptamos", dice Julio Yáñez, taxista chileno que mira sonriente y cachaciento por el retrovisor como quien supone haber conectado un jab en el mentón a esos otros peruanos que lo interrogan desde el asiento posterior.

Pero ya se sabe que los hijos del sol solemos tener más mañas que un gato y que no nos amedrentamos así nomás. Lo escuchamos, llegamos al punto, bajamos del taxi y agradecimos su nada favorable descripción. Felizmente, no todos piensan igual. En la capital, la huella de lo peruano está por todas partes, principalmente en la culinaria (abundan los restaurantes de comida nacional, muy concurridos por los chilenos) y en ciertos negocios de la comunicación, como las cabinas de telefonía y de Internet.
De todos modos, era necesario encontrarse con este grupo de inmigrantes, muchos en situación de indocumentados, otros incluso residentes, pero casi todos trabajadores, empeñosos, obstinados contra un destino adverso en su propio país pero que ha encontrado su compensación en oportunidades de trabajo, estudios y progreso aquí en Santiago.

Es cierto que, los días de semana, en ese mismo lugar, algunos compatriotas usan del ingenio innato peruano para ofrecer sucedáneos ilegales a una serie de servicios como las llamadas telefónicas de larga distancia, dentro y fuera de Chile, y teléfonos celulares clonados, como si se estuviese en las cachinas de Lima. Pero los domingos o feriados, la calle Catedral alberga también a nanas, obreras, cocineras, trabajadores del campo y demás oficios con que la inmigración peruana se gana la vida.

Nos observaron primero con cierta desconfianza. "¿Ustedes, peruanos?", mestizos como somos, la piel despercudida puede ser motivo de suspicacias. A lo mejor se trataba de agentes de Migraciones chilenos camuflados como periodistas. Pero una vez salieron a relucir las señas de nuestra peruanidad (algo de jerga limeña, relación de platos típicos, lugares, referencias políticas o costumbristas y, sobre todo, esa facilidad para la empatía inmediata), se abrió la charla.

¿Temas? Tan diversos como un encuentro callejero y fugaz lo permitió.

Juan Carlos y su esposa (prefirieron que así se les conozca, nada más), son los primeros en la fila. Llevan apenas cuatro meses y llegan cada domingo a la calle Catedral para que la nostalgia sea más llevadera a punta de ají de gallina y carapulca. Se dedican a labores domésticas, cualquier cosa menos el desempleo o subempleo que afrontaron intermitentemente en sus cinco años de casados. "Estábamos cansados. Tantos gobiernos y nada. Nunca trabajo, ni oportunidades, nada. Tuvimos que dejar todo, a nuestros hijos incluso, para darles un mejor futuro". ¿Por quién van a votar? Como si estuvieran en Lima, engruesan el rubro No sabe / No opina.

Dionisia es cajamarquina pero vivía en Chimbote antes de venir a Santiago. Como la mayor parte de chimbotanos, se dedicaba a la pesca pero los últimos años solo había pescado deudas y pobreza. Hace cinco planteó las cosas así a su esposo e hijos: "Si me quedo, nos morimos de hambre. No importa, yo me sacrifico, tú te quedas viendo si la pesca de nuevo nos da para vivir". A regañadientes, la dejaron. Casi se podría decir que vino huyendo del gobierno de Alejandro Toledo, otro ancashino, pero se reserva ese comentario. Al fin y al cabo la odisea podría terminar el 2007. Es posible que su esposo e hijos vengan a vivir a la capital chilena.

Radicalmente cusqueña, ya ni siquiera se pudo aplicar en Julia aquello de que los maestros en provincias conforman una casta bien considerada social y económicamente. Egresó de la Universidad San Antonio Abad, bien titulada, pero las puertas del magisterio se le cerraron una y otra vez. ¿Nombramiento? Solo si accedía a los requerimientos de un mal funcionario de la sede regional del Ministerio de Educación. Principios de los años noventa. "Ya tenía mi hija, madre soltera, tomé la decisión de buscarme un mejor porvenir. Trabajo de nana, pero aquí en Chile estudio inglés, enfermería y otras cosas para tratar de progresar. Le doy un ejemplo así a mi hija".

Carolina, su hija adolescente, escucha escondiendo el rostro detrás de la cabeza de su mamá. Pero cuando se le pregunta qué piensa sobre su futuro, responde sin vacilaciones: "Estudiar y regresarme a Perú. No pienso quedarme acá. Extraño a mi familia, a mi gente, a mi comida. No, de todos modos me regreso".

Víctimas de Clae
Una limeña, Victoria, recaló en Chile huyendo de la desgracia financiera. A principios de los noventa, la suerte se ensañó con ella, le hizo perder los 30 mil dólares que tenía ahorrados en CLAE y otras entidades financieras. Pudo enloquecer. Prefirió emigrar. Todavía le quedaban manos para ganarse la vida. Manos que en la cocina son mágicas, artísticas. Cuenta que trabajó durante varios años como cocinera para el embajador de España y que al diplomático le gustaba tanto la comida peruana que le pedía cocinar ají de gallina hasta cinco veces a la semana. "No quería otra cosa que la comida peruana".

Los hombres se negaron a hablar, a excepción de Juan Carlos (¿sería porque estaba su esposa?). Más bien, debe ser que algunos calzan en la descripción que da Julia: "Hay peruanos que vienen y se olvidan de la mujer, de los hijos. No son como las peruanas, que sólo nos dedicamos a trabajar. Algunos peruanos se van tras una chilena y lo dejan todo". Comentario machista: no les falta razones. Las disculpas de rigor a las peruanas.

Esa decepción por el género masculino se traslada a la política. "Todos son unos corruptos. Nadie hace nada por el país, gobiernan, se llenan los bolsillos y se van. Y nosotros los pobres tenemos que dejar nuestro país para buscar oportunidades que allá nos niegan. Nadie quiere venirse aquí, si hubiera trabajo nos quedaríamos en Perú. Pero los políticos entran nada más a robar. Ojalá tuviésemos en Perú presidentes como tienen en Chile, que hacen bien a su país". Lo dice Dionisia y lo suscriben todas, a coro.

Sin embargo, cuando se quiere comparar a Lourdes Flores con Michelle Bachelet, muestran sus reservas. "Lourdes está muy comprometida con la gente de dinero, por eso tampoco creemos en ella. Menos en Alan García, ese ladrón. Y este Fujimori, que nos quitó todo. No creemos en nadie, solo en nuestro trabajo". Ni en eso se ha roto el cordón umbilical con el Perú. Todo es ocasión para recordar el terruño. Decimos que no hemos almorzado y de inmediato nos remiten al Ají Seco. "Queda aquí a dos cuadras, a la izquierda, vayan, vayan". Les hacemos caso y de verdad que no nos arrepentimos.

Además, al frente estaba la cabina de Internet en que habríamos de enviar esta crónica. Y era peruana.

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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.