Tomado de La Razón, España
En plena expansión del eje Chávez-Castro, los chilenos defienden la receta liberal como clave del éxito
Madrid- «Bachelet no encandila a la extrema izquierda suramericana». La conclusión del diario chileno «El Mercurio», tras un sesudo análisis con analistas y politólogos, resume a la perfección la situación radical por la que atraviesa Iberoamérica, que ha convertido a Chile en una isla de bienestar y estabilidad donde hasta la candidata de la izquierda, Michelle Bachelet, la que más posibilidades tiene de alcanzar el poder en la segunda vuelta que se celebra hoy, es vista con recelo por el eje Castro-Chávez, al que se ha unido en Bolivia el cocalero Evo Morales y al que pronto podría seguir en Perú Ollanta Humala, un comandante retirado que mezcla el populismo nacionalista que tan buenos resultados ha ofrecido a sus «camaradas» con ciertos toques racistas en una explosiva mezcla que ya ha despertado los primeros recelos de Washington.
Ante esta perspectiva no es de extrañar que Chile se presente como el paradigma del libre mercado en el continente, un ejemplo sin imitadores sólo seguido de lejos por Néstor Kirchner en Argentina -un maestro del disfraz, capaz de abrazar con entusiasmo los petrodólares de Chávez y mantener el tipo en Washington- y por un cada vez más corrompido Gobierno brasileño, con Lula nadando a duras penas entre dos aguas: la del gran tablero de la globalización y la de su pasado sindicalista.
Empeñados en mirar hacia adelante, superada la sombra del dictador Augusto Pinochet, los chilenos lideran casi todos los indicadores económicos y se muestran como una de las economías más solventes de toda América pese a que las bolsas de pobreza persisten como en el resto de países vecinos. De hecho, Chile tiene el deshonor de disponer de uno de los peores indicadores de distribución de riqueza del mundo, con una diferencia 14 veces mayor entre lo que ganan los más ricos y lo que reciben los más pobres.
Pese a todo, nadie -ni Michelle Bachelet y mucho menos el candidato conservador, Sebastián Piñera- se ha planteado variar un grado el rumbo marcado por el presidente saliente, Ricardo Lagos, quien abandona el cargo con un índice récord de aprobación cercano al 75 por ciento gracias a una receta que ha ofrecido excelentes réditos: liberalización económica, apertura al exterior y estabilidad sobre todas las cosas. Así, desde 1989 Chile ha logrado triplicar, hasta los 110.000 millones de dólares, su PIB gracias a un crecimiento sostenido de casi el 6 por ciento anual que ha venido acompañado de una mínima inflación, por debajo incluso de la española, y de unas cifras de reinversión de la renta nacional próximas a los estándares europeos. Sin ir más lejos, la balanza comercial chilena cerró el año 2005 con un superávit de 9.236 millones de dólares, según el Banco Central. La clave del brillante ejercicio la tiene la fortaleza de las exportaciones, que crecieron un 23,5 por ciento con respecto al año anterior. Sólo en diciembre, Chile vendió al exterior más de 1.000 millones de dólares más que lo que importó.
El peso del sector exterior chileno, que supone el 60 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) del país suramericano, tiene aún más relevancia a tenor de la agresiva competencia impuesta por la gran fábrica asiática: China, con la que mantiene un acuerdo de libre comercio en similares términos a los suscritos con la Unión Europea y Norteamérica (Canadá, EE UU y México). Por si fuera poco, el Ejecutivo entrante deberá abrir las puertas a acuerdos comerciales con India y Japón, otros dos colosos exportadores. Aunque las lagunas existen -aún permanece intacta una bolsa del 18 por ciento de pobres «con techo» que sobreviven gracias a los subsidios y al millón largo de viviendas sociales construidas desde la llegada de la democracia- , la vertiginosa modernización que ha sufrido el país y la transformación social que ha corrido pareja no permiten crecer al populismo. De nuevo los datos no arrojan duda: los directivos de todo el continente eligieron a Lagos como el presidente más ejemplar, seguido de lejos por Lula y el colombiano Álvaro Uribe.
Mejor futuro. Las cifras del Latinobarómetro 05 son igualmente incontestables: los chilenos son quienes en mayor porcentaje (65 por ciento) creen que su país progresa y los que en mayor medida confían en que sus hijos vivirán mejor que ellos (76 por ciento). No es de extrañar que ni siquiera la derecha se crea la predicción de «apocalipsis» que su candidato proclama si Bachelet gana la Presidencia. Cosas de la campaña electoral.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
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