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miércoles, enero 13, 2010

Epílogo


Entre 1970 y 1973, existieron en Chile dos coaliciones políticas: la Code, compuesta por la derecha, una fracción del Partido Radical y la Democracia Cristiana; y la Unidad Popular.

Tras años de enfrentamientos verbales y físicos, en un clima de revolución y grandes tensiones, se produjo el golpe de estado, el que fue respaldado y apoyado por la oposición al gobierno del Presidente Allende.

En 1989, Patricio Aylwin era elegido Presidente de Chile, poniendo fin a 17 años de una cruenta dictadura militar, caracterizada por masivas violaciones a los derechos humanos.

Fue el primer gobierno de la Concertación, respaldado por una alianza amplia y pluralista en cuyo seno se reencontraron enconados enemigos políticos de antaño, víctimas y victimarios de la represión.

La Concertación encarnó la diversidad de Chile, la tolerancia, la probidad, la transparencia, el anhelo de unidad y reconciliación e inició una transición a la democracia que fue todo un éxito. El pueblo de Chile la premió con cuatro gobiernos consecutivos y 20 años en el poder.

Pero como todas las cosas, con el tiempo se fue desperfilando. En palabras de Enrique Correa, la Concertación fue afectada por el virus del autoritarismo, las prácticas oligárquicas y una esclavitud del aparato del estado.

Estas afirmaciones hoy dicen ser compartidas por la mayoría de los dirigentes concertacionistas, los mismos que hace no mucho tiempo -incluido Enrique Correa y Carlos Ominami- aplaudieron la expulsión de algunos fundadores de la Concertación por decir exactamente lo mismo, entre ellos Adolfo Zaldívar y yo, que dejaron ir a casi al 25% de los diputados y senadores por plantear una visión disidente y crítica de la forma cómo la Concertación era manejada por las cúpulas que cambiaron las reglas del juego para impedir las realización de primarias abiertas, democráticas, participativas y transparentes.

Así, la Concertación fue perdiendo su esencia, transformándose poco a poco en una burocracia mimetizada con el aparto estatal utilizado por las cúpulas partidistas para repartir pegas a sus incondicionales y castigar con la cesantía y el ostracismo a sus detractores. La respuesta de los ciudadanos no se hizo esperar y la Concertación dejó de representar a la mayoría.

Hoy, ante el fantasma de una posible derrota electoral el próximo domingo, se ha desatado entre sus dirigentes una ola de autocríticas y mea culpas, acompañadas de promesas de cambio y renovación.

Demasiado tarde. Entre otras cosas porque el propio Eduardo Frei, quien se supone tendría que encabezar la renovación, ha sido uno de los principales responsables de las malas prácticas.

Frei observó en silencio cómplice cómo los presidentes de los partidos impusieron su candidatura por medio de una primaria trucha y fraudulenta; Frei tomó palco mientras se expulsaba al ex presidente de su propio partido por disentir del Transantiago; Frei no dijo nada mientras Gabriel Valdés era calificado de senil por expresiones amables hacia Sebastián Piñera; Frei presenció mudo las agresiones de Camilo Escalona al senador Gómez en Rancagua; Frei permitió el uso de los gastos reservados para pagar sobre sueldos a sus ministros, como lo confesó ayer German Molina ante la ministra Chevesich, y durante todo el tiempo en que este tema fue debatido jamás estuvo dispuesto a reconocerlo ni a aceptar su responsabilidad.

En el mundo entero no existe ejemplo de una coalición que se pueda reinventar o renovar desde el poder porque en una democracia los errores y abusos cometidos en su ejercicio se pagan con la derrota.

Apelar a los aciertos, traer a colación los temas y las divisiones del pasado, sembrar una campaña del terror sobre las graves consecuencias de una victoria del adversario político no sirven de nada porque la gente vota por el futuro y no por el pasado.

Tras 17 años, a la dictadura no le ayudó levantar el espectro de Allende en el plebiscito de la misma forma como a Frei no le ayuda levantar el espectro de Pinochet en esta elección.

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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.