Ser amigos de Argentina: Una tarea difícil, ¿y peligrosa?

Soy amigo de los argentinos y quisiera ser amigo de Argentina. Lo primero es fácil y gratificante, lo segundo es difícil y frustrante.

En una reciente entrevista, el representante diplomático de Argentina en Chile, aborda el tema de las Islas (Malvinas o Falkland, usted elige) en la forma que más molesta a este lado de la cordillera, dice “que un triunfo de Londres podría abrir flancos para Santiago, como la reclamación del Reino Unido sobre territorio Antártico”. ¿Es que acaso Gran Bretaña es o ha sido más aficionada a levantar cuestiones limítrofes contra Chile que sus propios vecinos?; la proyección antártica de las Islas no afecta a Chile y si a Argentina. Las pretensiones antárticas de Brasil, ¿no son bastante más peligrosas para Chile que las de Gran Bretaña?.

Si la cosa terminara ahí, solo sería un intento de vendernos una “pomada”, pero sigue:

“… aún está sobre la mesa el bloqueo del espacio aéreo para los vuelos de LAN que van desde Punta Arenas a las Islas”.

Por favor!, es imposible que el embajador no aprecie la gravedad de lo que está diciendo. Cuando el Gobierno argentino hace valer un dudoso derecho a impedir los vuelos entre Punta Arenas y Puerto Stanley no solo está bloqueando a Puerto Stanley, también está bloqueando a Punta Arenas.  ¿Con qué razón el gobierno argentino impide que un ciudadano chileno vaya de Punta Arenas a las Islas en un vuelo comercial que no toca en Argentina?.

¿Cuál sería la diferencia si el gobierno de Chile impidiera el vuelo de una aeronave comercial argentina desde su país al sur de Perú?.

Efectivamente Chile tiene intereses  en las Islas: la Antártica, para comenzar; el comercio con las Islas, que afecta a los magallánicos; el tráfico comercial marítimo que toca en Punta Arenas; el apoyo a las faenas petroleras en las Islas, que constituye uno de los negocios importantes para el desarrollo de esa región; el flujo turístico marítimo y aéreo; las actividades pesqueras en el Atlántico Sur y Mar Antártico. El 10% de los residentes en las Islas son chilenos con raíces en Punta Arenas que armaron su proyecto de vida confiando en las reglas establecidas entre Argentina y Gran Bretaña hace ya muchos años. No nos da lo mismo que los británicos estén en las Islas o que se vayan y estas actitudes arbitrarias y vocabulario impositivo no contribuyen en nada a desear que las Islas cambien de dueños.

Chile y sus empresarios no son los únicos que se sienten vulnerados por el trato gubernamental argentino, ya el Canciller brasileño el año pasado manifestaba su frustración por la informalidad y la discrecionalidad argentina para el cumplimiento de los acuerdos comerciales:

“Los exportadores brasileños expresan resentimiento. La situación sigue difícil” porque en las oficinas de la Secretaría argentina de Industria los permisos tardan “más de dos meses en salir”. Para los textiles, el panorama es “crítico”. Y otro tanto ocurre con los fabricantes de zapatos. De acuerdo con el director ejecutivo de la Asociación Brasileña de la Industria del Calzado, Heitor Klein, no se ha cumplido ninguno de los compromisos asumidos por Giorgi y Pimentel. “Para nosotros no hubo tal acuerdo. Las mercaderías continúan sin poder entrar en el mercado argentino y tenemos productos que aguardan desde marzo la liberación”.

En este sector piensan que Brasil se equivocó al “aflojar” las represalias que había instrumentado contra la Argentina a fines de mayo. “Precisamos que apliquen las mismas medidas que ellos (el gobierno argentino) usan contra nosotros. Ese es el único lenguaje que entienden”.

Este no es el idioma de los socios que cooperan entre sí.

Podría ser que los brasileños exageraran, pero los uruguayos se quejan igual y de lo mismo:

“No hay dudas de que hay que cuidar el turismo porque es una fuente de recursos y trabajo muy importante; pero ello no significa ser obsecuente con el gobierno argentino. Vamos a no mezclar la baraja y a llamar cada cosa por su nombre: una cosa es el turismo argentino y otra su Gobierno, ése que despide a los que vienen a Uruguay con perros entrenados para detectar dólares. Las medidas proteccionistas que adoptó la Casa Rosada para enfrentar una crisis que viene muy acelerada en la vecina orilla serían absolutamente legítimas si no existiera el Tratado del Mercosur; pero como existe, esas medidas son violatorias de sus normas. ¿Y? ¿A quién se le protesta? Repetir la sandez de recurrir a tribunales arbitrales es absurdo: la Argentina no hace caso a sus laudos, como ocurrió con el caso de las bicicletas de Motociclo y, nada menos, cuando Uruguay intentó que se desbloquearan los puentes fronterizos y se garantizara la libre circulación de personas”.

Recordemos que también hay empresarios chilenos molestos con la falta de cumplimiento de normas de parte del Gobierno Argentino. En otra nota de prensa don Ginés expresaba su extrañeza respecto a por qué no lo habían invitado a un seminario relativo al comercio bilateral. Quizás la respuesta anda por esos mismos lados

El gobierno argentino no debe equivocarse. La solidaridad de Nicaragua, de Barbuda y Antigua, de Bolivia o de Venezuela son gratis, son Gobiernos no tiene nada que ganar o perder, el tema no los afecta ni arriesgan nada, es solo expresión oral, tan apreciada y practicada en nuestra región y tan ineficaz como siempre.

Creo somos muchos en Chile los que queremos a los argentinos (hasta estoy casado con una) y nos gustaría que nuestro país fuera amigo del Gobierno argentino, pero no es nada de fácil: siempre tiene toda la razón; exige, no pide; impone, no acuerda. Parece creer que el mundo gira alrededor suyo y lo merecen todo porque son superiores a todos.

La humillación que nos propinó el gobierno de Argentina al otorgar asilo a Galvarino Apablaza, desconocer nuestro Estado de Derecho y ridiculizar el asesinato de  un Senador de la República nos dolió. Los gobiernos argentinos presentan un grado de irresponsabilidad política y prepotencia frente a Chile que es ya un hábito. ¿Es que la protección de Apablaza es para ellos más importantes que las relaciones con Chile? . Lo más penoso es que no me atrevería a intentar una respuesta.

Psicológicamente quien se cree superior, quien carece de autocrítica, y supone que nada tiene que aprender de otro es, precisamente por esta actitud, una clase de sociedad en graves problemas; por el contrario, quien reconoce su enfermedad ya ha dado el primer paso para superarse. En última instancia, el problema radical de los Gobiernos argentinos no es lo que les pasa, ni lo que otros les hicieron, sino el no reconocer lo que son.

Argentina ya no es la séptima economía del mundo, el Club de Paris sigue ahí y  los buenos precios de los commodities no deben hacerlos olvidar su ubicación en la lista de riesgo país.

Quizás asumiendo eso, serian más prudentes en poner a los pocos amigos que les van quedando en una posición donde, como algún cercano a la fenecida Amy Winehouse dijera, “Me voy porque si sigo contigo, me va a comenzar a ir mal a mí también”.

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