Chile está viviendo un momento singular. Confluyen, entre otros factores detonantes de una sensación de expectación y apertura a nuevos escenarios de oportunidad, un contexto económico de bonanza en los precios del cobre; elecciones ad-portas, con naturales anuncios optimistas; el cierre de un ciclo exitoso de firmas de acuerdos comerciales, y un entorno mundial que se percibe inestable y en transición. En este contexto, emergen a nivel interno dos temas que se han vuelto centrales en la agenda pública pendiente de abordar: el desafío de la innovación y la superación de las desigualdades sociales.
El tema de la innovación no es nuevo en los círculos especializados pero sí en el foro de discusión pública, al menos en cuanto a la intensidad con que está emergiendo.
Señales del reconocimiento de esta variable como factor estratégico de los negocios son las audiencias masivas empresariales a seminarios y foros sobre el tema, o en la apertura de nuevas ramas de formación especializadas en gestión tecnológica en las escuelas de negocios tradicionales.
La ley que crea el Fondo de Innovación para la competitividad nos revela un Estado más activo en la facilitación y promoción de iniciativas que trasciendan el gobierno en ejercicio, al mismo tiempo que se reconoce de manera explícita a la innovación como un desafío central pendiente de abordar y se abre el camino hacia un desarrollo económico más homogéneo a lo largo del territorio nacional.
Sin desconocer la relevancia de los rankings a la hora de promover el país como un destino internacional confiable, la realidad tecnológica de un país no está necesariamente reflejada en el porcentaje del PGB destinado a innovación y desarrollo, o en cuánto de esa cifra es financiada por el Estado y cuánto por las empresas. La realidad tecnológica del país se mide en sus resultados. El caso de la India es ejemplificador. Hoy, los indicadores de la India quedan fuera de todo rango y particularmente por debajo de los chilenos.
Sin embargo, la India es un “jugador global” en determinados ámbitos de la industria de las tecnologías de la información.
¿La receta? Haber observado competencias específicas internas que confluían con oportunidades también singulares que estaban circulando en el entorno global de negocios. Y paralelamente, haber concentrado esfuerzos en un territorio local específico, abordando al 100% la tarea de convertirlo en un proveedor de servicios de clase mundial. Y lo lograron.
Las claves del éxito hoy en día incluyen las ventajas creativas otorgadas por la acumulación de conocimiento, las organizaciones no verticales sino operando en redes abiertas, donde la capacidad de conversación y creación conjunta entre múltiples disciplinas otorga el liderazgo.
La pregunta central es entonces dónde y en qué concentrar los esfuerzos proactivos de este nuevo desafío.
Como afirmara recientemente la investigadora venezolana Carlota Pérez, “los grandes saltos se construyen sobre avances anteriores cuando se presenta la oportunidad adecuada”. Ella visualiza una ruta para el salto de América Latina al desarrollo, basada en alianzas para el procesamiento de energía, materiales e insumos industriales y biológicos; y ve en Chile una particular condición favorable para ello. Propone en consecuencia llevar adelante un consenso de futuro, con participación de todos los sectores, de manera de acordar un rumbo y crear las condiciones para su éxito.
La clave es saber reconocer cuáles son nuestras realidades -visibles o no tan evidentes- y cómo se relacionan éstas con las oportunidades contingentes y venideras de un entorno que es global y dinámico, pero que se caracteriza por múltiples mercados locales de nichos hiper-especializados, relacionados con proveedores normalmente remotos y singulares, que operan en redes globales.
La tecnología y el conocimiento pueden significar lo que el agua provoca en estos días en nuestro desierto que florece, como éxito que emerge desde donde en apariencia no había nada. Como fue en la práctica, el caso del vino chileno, donde los inicios no fueron evidentes, cuando don Miguel Torres construía sus tanques de acero inoxidable ante los incrédulos ojos de los entonces líderes de la producción tradicional. Pero la tradición y las condiciones naturales estaban y la modernidad llevó a la industria a una expansión exponencial, primero en volúmenes y hoy en una diversidad que abruma al momento de seleccionar el vino para la cena o una ocasión especial.
En este contexto, surge la Red de Centros de Enlace para la Innovación, creada por la Comisión Europea. Con 71 centros localizados en 33 países, la red acaba de incorporar nuestro centro IRC Chile. Nuestro gran desafío es incorporar a las empresas chilenas a las redes de conocimiento y saber hacer europeos, a través de servicios específicos para necesidades de empresas singulares y centros de conocimiento local, sean de la academia formal o de un núcleo de emprendedores de un poblado remoto, operando en clusters regionales emergentes o industrias nacionales consolidadas. El IRC Chile ofrece traducir esas realidades en expresiones de interés que se traducen en una solución tecnológica y en acuerdos de transferencia del conocimiento entre entidades nacionales y europeas. En eso estamos.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
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