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lunes, abril 17, 2006

PIEL ARTIFICIAL “MADE IN CHILE”

Con caparazón de crustáceos, científicos chilenos desarrollaron un sustituto cutáneo que ya ha sido probado en 40 personas. El descubrimiento es una alternativa más eficiente que las costosas pieles sintéticas que hasta ahora se usan para personas quemadas.

N° 3.291 del 10 al 23 de abril del 2006

Un infante de Marina chileno, cuya recuperación es notoria tras ser tratado con láminas de quitosano en el Hospital Naval.
En los años 20, cualquier persona que llegase a tener un 20% de su piel quemada estaba condenada a morir. Hoy en día, en los principales centros hospitalarios del mundo es posible salvar a un paciente con quemaduras que comprometan hasta un 90% de su tejido cutáneo.

Este verdadero milagro lleva aparejado numerosos factores que confluyen a lo largo del tiempo, como el surgimiento de los antibióticos, la mejor reanimación y el avance de las unidades de cuidados intensivos. Así, el aumento del porcentaje de sobrevida es notorio.

La llamada piel artificial es un verdadero producto estrella, que juega un papel de vital importancia en este proceso. Se le conoce comúnmente con ese nombre, pero su denominación correcta es “sustituto cutáneo” o “regenerador dérmico”, que se vende en láminas herméticamente selladas y dimensionadas de manera muy similar a lo que se hace con el papel. Su valor se calcula por centímetro cuadrado y actualmente alcanza a los diez dólares, lo que significa que la lámina de 20 por 25 centímetros tiene un costo de dos millones de pesos chilenos. Y una decena de ellas pueden ser necesarias para tratar a un quemado severo.

Una alternativa a estos vitales productos importados es lo que se buscó en la Universidad de Concepción, donde un equipo de científicos, liderados por el químico farmacéutico Galo Cárdenas, desarrolló un sustituto cutáneo cuya materia prima es la caparazón de crustáceos. De esta manera, camarones, langostinos, jaibas, centollas y centollones están siendo usados para crear esta nueva piel artificial “made in Chile”, que bien podría cubrir las necesidades de muchos pacientes bajando espectacularmente los costos en alrededor de un 90%.

VACUNOS Y TIBURONES

Muchos han sido los regeneradores dérmicos que han surgido en el mercado y también muchos los que han desaparecido en los últimos años. Así lo comenta el doctor Ricardo Roa, cirujano plástico del Servicio de Cirugía Plástica y Quemados del Hospital del Trabajador, uno de los centros más importantes del país en el tratamiento de este tipo de pacientes. El profesional –quien es también representante chileno de la International Society for Burn Injuries– agrega que en la actualidad lo que más se utiliza en nuestro país son dos sustitutos cutáneos, Alloderm e Integra. El primero, si bien “no sirve para salvar vidas –aclara el especialista–, es muy útil para dar buena calidad de cicatrización, siendo muy ventajoso para zonas que tienen importancia funcional, como manos o pliegues”. Su origen es básicamente dermis de cadáver humano. El segundo producto, en cambio, se elabora de una manera bastante más sofisticada, a partir de tendón de Aquiles de vacas australianas y neozelandesas. La aparentemente excéntrica procedencia de los animales tiene justificadas razones. Ambos países están libres del “mal de las vacas locas”. El médico cuenta que en la planta elaboradora, ubicada en New Jersey, se encuentra el historial completo de cada ejemplar utilizado en la producción de esta piel artificial, los que son sometidos a rigurosos exámenes de laboratorio.

La necesidad de fabricar pieles artificiales radica en la gran dificultad que significa extraerla del propio paciente para hacer los injertos. “Si una persona tiene un 50% de su piel afectada, de dónde extraemos otro 50% para injertar”, explica el cirujano, quien agrega que ciertas zonas del cuerpo, como cara y manos, no pueden ser utilizadas como donantes.

Por otra parte, las quemaduras de tercer grado comprometen la dermis, es decir, la capa más profunda de la piel, responsable de la elasticidad y la resistencia. Y el drama es que la dermis no tiene capacidad de regenerarse, lo que hace que tras una quemadura quede una cicatriz fibrosa, retráctil y deformante, que impide su normal funcionamiento. Como ejemplo, una mano quemada y no tratada deriva en dedos recogidos que no permiten al paciente ni siquiera abrocharse un botón.

Para superar estos problemas se han probado numerosas alternativas al propio injerto, muchas de ellas derivadas de animales. Es el caso de las aletas de tiburón y también de la piel de una cierta especie de sapo que habita en Brasil.

Hoy día, los sustitutos cutáneos de última generación permiten este reemplazo, recreando la dermis con resultados que, si bien jamás serán perfectos, son altamente satisfactorios en cuanto a funcionalidad y estética.

CRUSTACEOS CHILENOS

El cirujano plástico Ricardo Roa expresa que la piel de origen extranjero es efectiva en cuanto al costo por evitar terapias más prolongadas.
La materia prima que el equipo de investigadores de la Universidad de Concepción está usando para fabricar el sustituto cutáneo “made in Chile” se encuentra generosamente en nuestras costas. De los crustáceos se extrae un compuesto denominado quitina, de la que deriva el quitosano, producto químico natural conocido desde hace dos décadas como plaguicida. Sus múltiples efectos beneficiosos sobre un gran número de especies vegetales cuentan con un amplio respaldo bibliográfico. Una de sus características es ser biodegradable y no tóxico.

El doctor Galo Cárdenas expresa que hace cuatro años empezaron a estudiar las propiedades bactericidas del quitosano. Y fueron estos estudios los que dieron pie para seguir avanzando en las posibilidades de elaborar un regenerador dérmico. Los resultados han sido altamente exitosos. Por tratarse de un bactericida, aleja las infecciones a que está expuesto el paciente quemado.

Los investigadores consiguieron en tiempo récord elaborar láminas similares al papel celofán, con las que se puede tratar a grandes quemados y que actúan reemplazando a ambas capas de la piel, la dermis y la epidermis. Esa es una diferencia mayúscula con la piel importada que se utiliza hasta hoy; no sólo la iguala, sino que la supera. Sin producir rechazo, no se requiere de posteriores injertos para reemplazar la epidermis, la capa externa de la piel, lo que facilita el tratamiento, evitando una gran parte del sufrimiento a las víctimas.

En el caso de Alloderm e Integra, en cambio, es necesario cubrir finalmente la cicatriz con un injerto ultra fino de piel propia. Pero antes de realizar este procedimiento, la herida está cubierta por una capa de silicona que debe ser retirada, generando dolor. Este proceso se evita con las láminas de quitosano, que se desprenden solas.

Las primeras pruebas se realizaron con éxito en ratas y luego en cerdos. Y en agosto del 2004 vino la esperada etapa de la experiencia en humanos, la que se llevó a cabo en el Hospital Naval. Desde entonces ya cuentan con 40 pacientes tratados con éxito. “Hemos tenido personas recuperadas en dos semanas”, expresa Cárdenas, quien agrega que una de sus grandes motivaciones es el tratamiento en niños, que deben ser muchas veces injertados debido a la retracción de la piel. Por otra parte, se refiere a las inexistentes posibilidades de acceso a los nuevos tratamientos en personas de escasos recursos. Si bien es cierto que en establecimientos como el Hospital del Trabajador o la Posta Central, y en algunos hospitales públicos como el Exequiel González Cortés y el San Borja-Arriarán, existen unidades especializadas para tratar estos casos, “en la mayor parte de los servicios de urgencia del país sólo se limitan a salvar la vida del afectado”, expresa Galo Cárdenas, quien agrega que “el alto precio de la piel importada la hace inaccesible para la mayoría de los establecimientos hospitalarios”. La diferencia de valores es sustancial. La lámina nacional, de 20 por 20 centímetros, costaría US$ 100, es decir unos $ 54.000.

El profesor Galo Cárdenas muestra una lámina de piel artificial desarrollada por su equipo de investigación.
Sin lugar a dudas, este revolucionario descubrimiento, desarrollado con el patrocinio de la Asociación Chilena de Seguridad y el Hospital Naval, promete un mejor futuro para los múltiples casos de personas quemadas en nuestro país.

El profesor Cárdenas se refiere a uno de los casos más dramáticos tratado con la nueva piel, un infante de Marina que sufrió los daños por la explosión de una bomba de gasolina. Su cara, cuello y manos quedaron quemadas por completo. El tratamiento concluyó como todo un logro. Las cicatrices tratadas con esta nueva piel resultan más tenues, puesto que el quitosano permite el crecimiento de los fibroblastos, tipo de células que constituyen parte fundamental de la estructura de soporte de tejidos y órganos, evitando la necesidad de un posterior injerto de epidermis.

Ahora, la Universidad de Concepción se encuentra negociando la patente, por la cual laboratorios Recalcine manifestó su interés. Se espera que la autorización por parte del Instituto de Salud Pública (ISP) no tarde y que en algunos años más la piel artificial chilena pueda estar presente en el mercado internacional.

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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.