por César Hildebrandt.
No entiendo al doctor García.
Dice que no hay que hacerle demasiado caso a la crisis internacional, que la crisis internacional durará apenas 18 meses y, de inmediato, añade que el Perú “¡es un país refugio para la inversión internacional!”.
Pero si la crisis no es tan grave y va a durar poco, ¿para qué diablos son necesarios los “países refugio”?
Dice el doctor García que el remedio para la crisis internacional llegará con la misma velocidad de meteoro que empleó la comunidad científica “en encontrarle solución a la crisis de la gripe aviar”.
Aquí la confusión del doctor García se suma a su exquisita ignorancia en materia económica. Porque una cosa es buscar a una bacteria, un virus, un prión como causa única de una pandemia y otra muy distinta es buscar el origen de una crisis que empezó siendo financiera y que ha hecho metástasis en la cadena de pagos, en las expectativas de la inflación, en el valor del dólar, en el precio de las mercancías que más nos conciernen y en la velocidad del crecimiento de todas –repito: de todas- las economías del mundo.
El doctor García cree que esta crisis es producida por algo que podría llamarse “el bacilo de las subprime”. No entiende –y no entiende porque aprendió de economía al lado de Haya de la Torre, que la despreciaba; e hizo su maestría informal junto a Daniel Carbonetto, que nunca pudo sumar correctamente- que esta cisis no tiene una sino muchas causas, que no es un proceso infeccioso de etiología simple sino una concurrencia de calamidades que están más allá de la anécdota de los banqueros pícaros y la invención de las cajas chinas bancarias.
Aplaudido por los empresarios de la CADE y convencido de que la economía obedece a los voluntarismos –sobre todo cuando estos tienen mucho de bonapartistas-, García se preguntó por qué no se confía en los “trillones de dólares” que produjo para los países petroleros el alza del petróleo hasta los 140 dólares por barril. “¿Ustedes creen que el dinero puede desaparecer?”, preguntó.
Bueno, quizá el ministro Valdivieso pueda explicarle que el dinero sí puede desaparecer, tal como sucedió cuando algunos inversores se lanzaron desde los pisos más altos de los edificios de Nueva York en 1929. O como sucedió cuando el doctor García desató la más furiosa inflación de la historia económica peruana y el dinero se esfumaba ante nuestros ojos. Quizá pueda Valdivieso, sin herir el ego del paciente, decirle al doctor García que no es que Irán, Ecuador, Venezuela o Arabia Saudita tengan dinero debajo del colchón después de la orgía de precios del crudo.
En el caso de Irán, Ecuador y Venezuela, muchas de sus grandezas presupuestales se han hecho pedazos con el barril a 60 dólares. En cuanto a Arabia Saudita –o Brunei, o Kuwait-, el problema es que gran parte de esos dineros se ha ido, como siempre, en corrupción y apropiación ilícita de origen dinástico. Otra parte se ha destinado a continuar la competencia de quién hace el edificio más grande o el hotel más fastuoso del golfo pérsico. Y lo que quedaba se ha invertido, precisamente, en bonos norteamericanos.
No es que haya una masa gigantesca de dinero a la vuelta de la esquina mirando de reojo al Perú. Eso sólo lo puede decir alguien que no ha entendido la naturaleza de esta crisis y que tampoco entiende qué papel modesto juega nuestro país en el paisaje general de la economía.
En un momento de su frenético discurso, el doctor García confundió también el crecimiento sano con la especulación mafiosa y suicida al decir “que el Perú también se ha beneficiado de la crisis”.
-¿O es que acaso no nos pagaron más por nuestro cobre, más por nuestros espárragos, más por nuestra páprika? –añadió triunfalmente ante la benevolencia risueña de los empresarios.
Pobre doctor García. No entiende casi nada en materia económica. No entiende que cuadruplicamos algunos precios de materias primas por el tirón chino e indio y por la mejora de nuestra propia productividad.
No fue la crisis mundial la que nos trajo esta ola de bonanza que tan poco ha percolado, sin embargo. Fue, fundamentalmente, el crecimiento de dos economías gigantescas y la consiguiente expansión, en volumen y precios, de la exportación tradicional y la de la agroexportación.
No, doctor García. No es que tengamos que agradecerle a la crisis, como usted casi sugirió ayer. Lo que la crisis mundial nos está trayendo es un poco de incertidumbre, otro poco de espera, mucho de prudencia. Bueno, cuando digo “nos está trayendo” no incluyo en esa masa de plebeyos al doctor García, que es algo así como el embajador del optimismo, el Merlín de los blindajes y el Nostradamus de sí mismo.
La Unión Europea respira cautela. Los Estados Unidos van a hacer ganar a Barack Obama por la crisis. Japón teme y China se llena de medidas de protección. De Sarkozy a Putin, de Obama a Ángela Merkel, todos miran con respeto el Katrina económico que nos amenaza en la medida, precisamente, de nuestra interdependencia.
Pero he aquí que en medio de esta preocupación mundial, sale el doctor García y derrama lisura y entusiasmo y dice que no hay crisis pero que somos refugio y que aquí se invertirá más que nunca porque así somos los peruanos.
Para mí que está empachado de litio.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
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