Misticismo, leyendas ancestrales, tradiciones, paisajes surrealistas. San Pedro de Atacama, centro de mochileros por excelencia, espera inquieto al viajero con sus amaneceres y sus ocasos dignos de un cuento de hadas
Los viajeros llegan en manadas, con sus casitas a cuestas, a la nunca mejor llamada calle del Caracol, núcleo central de San Pedro de Atacama. El oasis de adobe, una parrilla de doce calles dispuestas paralela y perpendicularmente, está encajonado a 2.440 metros de altura, entre una veintena de volcanes que alcanzan los seis kilómetros sobre el nivel del mar.
Arena, agua y paja brava (una especie herbácea de altura de la que se alimentan las vicuñas y las llamas) conforman este batiburrillo cultural cercano a las fronteras de Bolivia y de Argentina, un laberinto de callejuelas cuyos recovecos guardan, además de miles de años de historia, paisajes de montaña dignos de la mejor novela de ciencia ficción.
Fue hace 11.000 años cuando los primeros seres humanos sedentarios que habitaron Chile se instalaron en el desierto de Atacama. Los atacameños comenzaron a cultivar numerosos productos agrícolas. El suelo era poco fértil, pero se las ingeniaron para construir terrazas de cultivo que regaban artificialmente y que fertilizaban con guano de llama. La quinoa (una clase de cereal), los frijoles, el algodón, las calabazas, las papas y hasta siete tipos de maíz crecían a sus anchas en un terreno realmente hostil. Cuando el calor apremiaba, durante los meses de diciembre, enero y febrero, se subían al altiplano para dar de pastar al ganado y para cambiar de aires.
Ese modo de vida ancestral aún puede divisarse hoy en la gastronomía y en la artesanía atacameña. En el mercado junto a la plaza del pueblo se encuentran productos tejidos en lana de llama y de alpaca, cerámica, elementos decorativos de piedra volcánica y, lo que más llama la atención, originales paneras, adornos e instrumentos musicales tallados en madera de cactus. Junto al mercado, y con el techo también de madera de cactus, se levanta esbelta y blanca la iglesia de San Pedro, la más grande de la región. Data de 1774, aunque se ubica en el emplazamiento de un templo anterior. Fue declarada Monumento Nacional en 1951.
En un costado de la sombreada Plaza de San Pedro hay un curioso museo, el arqueológico Padre Le Paige. Su nombre se debe a un misionero jesuita belga que realizó un estudio sobre la arqueología andina recolectando miles de objetos indígenas. La Sala del Tesoro guarda una importante colección de artículos de oro.
La energía de lo desconocido
"Yo vine aquí unos días, conocí a una chilenita y aún no me he marchado", explica el alegre Paul, un belga de 23 años afincado en este paraíso terrenal. "Mucha gente se queda aquí por la energía que irradia este lugar" sentencia. Como Paul, muchas personas arriban a las costas de San Pedro cada año y deciden quedarse a vivir. El pueblo, hasta hace poco conocido como el de los mochileros, encierra entre sus muros calentitos otras gratificantes sorpresas.
A tres kilómetros se halla, literalmente colgada de una estribación de la coordillera de la Sal, la Pucará de Quitor, una fortaleza del siglo XII construida en forma de terrazas. En este lugar, los últimos habitantes incas de la provincia del sur o Collasuyu lograron resistir durante unos años los reiterados ataques del ejército español capitaneado por los generales Diego de Almagro y Pedro de Valdivia, quienes tras capturar a unos cuantos jefes incas, cortarles la cabeza y exponerlas en distintas aldeas de la región, lograron tomar el fuerte.
Si existieran lugares verdaderamente surrealistas en la faz de la Tierra, uno de ellos sería el Valle de la Luna. A unos 12 kilómetros de San Pedro, y dentro de la Reserva Nacional de los Flamencos, se sitúa esta mística y rocambolesca depresión de sal rodeada de dunas de arena y de cerros con impresionantes crestas punzantes. No hay plantas, ni animales, ni vida aparente, pero sí unos atardeceres marcianos con los que merece la pena deleitarse.
Se puede llegar a pie, en bicicleta, en coche o a caballo. Merece la pena subir a la cima de una duna para tratar de entender cómo el cielo se torna con tonos rosáceo-anaranjados y con matices azulados. A lo lejos, el volcán Licancabur, de 5.916 metros, domina el horizonte impávido. A su lado, su alma gemela, el volcán Lascar, le acompaña un ocaso más.
El surrealismo del alba
Pasa la noche y junto a las paredes de barro uno se pregunta: "Si los atardeceres son así de surrealistas, ¿cómo serán los amaneceres?" Todos en San Pedro contestan lo mismo: "Ve a la Laguna Chaxa, en el salar, y ya me contarás qué te pareció". Así que... derechito a un nuevo encuentro místico.
Algo más de 60 kilómetros separan San Pedro de Atacama de la Laguna Chaxa, en el salar más grande de Chile. Las costras de sal petrificada, poligonales y puras, miden hasta 70 centímetros de profundidad. A 2.400 metros de altura, a 5ºC y con una oscuridad casi absoluta, flamencos de tres tipos, chorlos de la puna, playeros de Baird y gaviotas andinas dormitan esperando al dios sol, fuente calorífica y luminosa creadora de vida.
El espectáculo de la ascensión solar sobre el firmamento no tiene palabras. Las montañas de los alrededores son tan altas que una sombra se proyecta sobre las cumbres de las elevaciones más cercanas, creando un efecto lumínico propio de un cuento de hadas o de mochileros que han ingerido un cactus con el mismo nombre que nuestro emplazamiento de esta semana.
Una vez el sol sube por encima de las montañas y los primeros rayos empiezan a calentar el desierto, los flamencos alzan el vuelo saludando, dichosos, al nuevo día. El escenario es tan sobrecogedor que uno se cuestiona cómo serán el resto de lagunas altiplánicas, más altas, más cercanas al dios Inti.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
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