Es evidente que el tremendo desequilibrio militar que se ha creado con Chile no se va a poder resolver ni en cinco ni en diez años. Y al mismo tiempo es claro que los riesgos de que ese desequilibrio desemboque en un conflicto militar son muy altos.
Las guerras no suelen acontecer cuando hay una voluntad política belicista. Por lo general –y la historia abunda en ejemplos de ello– detonan cuando entre dos naciones se crea una diferencia militar ostensible. Es casi un mecanismo hidráulico el que se presenta.
¿Qué hacer ante ello y con el telón de fondo de un reclamo limítrofe que le da la razón al Perú desde todo punto de vista y que sólo la típica frivolidad de nuestros gobernantes ha ido permitiendo que se firmen documentos que le sirvan a Chile para pretender sustentar su posición?
Lo hemos dicho antes y es buena la ocasión para repetirlo. Frente a la escasez presupuestal del país, debemos mirar hacia la conformación de alianzas estratégicas con otras naciones que vayan más allá de lo comercial y que incluyan elementos militares.
Y en ese sentido, Brasil es el aliado natural. Sería, además, de mutuo interés. Si el Perú firma convenios de asistencia militar y de adquisición de armamento con la potencia de América Latina, habrá logrado establecer una suerte de paraguas geopolítico frente a la evidente vinculación política de Chile con los Estados Unidos.
Brasil es un fabricante de armas de primer nivel mundial y si se genera una alianza militar con el Perú (en lugar de andar comprando armas de las ex repúblicas soviéticas o fragatas italianas), podremos equilibrar de alguna manera la desventaja con Chile.
Si los chilenos no ven al Perú aislado sino como parte de una suerte de Entente, seguramente guardarán al menos las formas altisonantes que vienen escalando entre su clase política respecto del Perú.
Posdata: Y suponemos que los estrategas militares peruanos habrán tomado en cuenta la presencia de casi cien mil peruanos en Chile. Bastaría reclutar un pequeño porcentaje de ellos para que Chile lo piense dos veces antes de dejarse guiar por los halcones de La Moneda.
Son tan estupidos, que ellos mismos promueven la desconfianza de los chilenos por los ilegales.... ¿genial, no?
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