NOTA: El único error de Alvaro Vargas Llosa, es sobre los misíles indios. El gobierno chileno ya aclaró que esa compra no está en agenda (ver artículo más abajo).
Escrito por Alvaro Vargas Llosa, analista peruano.
El primer ministro peruano -el funcionario más decoroso de un gobierno en el que la especie no abunda- sostiene que el proyecto de ley enviado por el Ejecutivo al Congreso estableciendo las "líneas de base del dominio marítimo" del Perú recorta algunas "puntas y curvas" para poder medir desde líneas rectas las 200 millas de su mar territorial. Es perfectamente posible. Pero aquí hay algo más que puntas y curvas.
¿Qué hay? Por parte del Perú, varias cosas simultáneas: un paso hacia la Convención del Mar, una movida preventiva frente al entendimiento entre Chile y Bolivia y un cálculo doméstico. Por parte de Chile, la virulenta reacción tiene un propósito doble: abortar una criatura que el gobierno juzga peligrosa antes de nacer y reforzar todos los flancos, en época electoral, ante la arremetida de la derecha, teniendo en cuenta que se han esfumado las posibilidades de que el oficialismo evite una segunda vuelta.
Vayamos, primero, a la parte peruana.
El proyecto de ley, de una naturaleza tan técnica que la opinión pública no la entiende cabalmente, responde a una operación estratégica que acerca al Perú un paso más, aunque por ahora sólo un paso, a la Convención del Mar.
Este marco jurídico internacional se refiere a la medición del dominio marítimo de los países a partir de una "línea de base", que es justamente lo que trata de fijar el proyecto presentado por el Poder Ejecutivo peruano al Congreso. ¿Y cuál es el significado de esto? No es difícil entenderlo si se tiene en cuenta que la Convención del Mar, que el Perú no ha suscrito, prefiere que los países contiguos delimiten sus fronteras marítimas a partir de líneas equidistantes de los puntos desde los cuales se hace la medición en lugar de opciones alternativas. En el caso de la frontera marítima entre Chile y Perú eso implicaría variar la medición actual, que está hecha en bases a paralelos geográficos, a favor de una fórmula que ampliaría el dominio marítimo peruano.
¿Y por qué si el objetivo es acercarse a la Convención para reforzar el reclamo peruano -se preguntará el lector- el gobierno de Lima da un paso sólo tentativo y preliminar como el que representa el proyecto de ley? Es decir: ¿Por qué no suscribir la Convención de una vez? Por una razón sencilla: un sector férreamente nacionalista teme que si el Perú suscribe la Convención perderá la soberanía de 188 de sus actuales 200 millas, pues ese tratado sólo reconoce la soberanía sobre 12 millas y pide que el resto se vuelva una zona económica a la que tengan acceso otros países. Esto implica para Lima una situación compleja: el gobierno no se atreve a firmar la Convención para no ser acusado de recortar el dominio peruano, pero al mismo tiempo quisiera poder invocarla para reforzar su reclamo contra Chile en cuanto a la delimitación de la frontera marítima.
Este proyecto de ley es, por tanto, además de otras cosas, una astuta movida para acercarse a la Convención sin que muchos peruanos se den cuenta. La Cancillería y ciertos militares en retiro -los puntales, desde la dictadura militar de los 70, del reclamo marítimo a Chile- son los principales interesados.
Pero sería ingenuo ver esto en clave estrictamente jurídica o estratégica.
Tiene un componente político: el gobierno de Alejandro Toledo, enfrentado a una campaña electoral en la que los sondeos hasta ahora le auguran la extinción pues no superaría el mínimo porcentaje de votos para entrar al próximo Congreso, ha apelado a la carta chilena para obtener alguna renta política. Calcula que la gente no entiende las sutilezas del proyecto, sólo su mensaje esencial, que es el de pararse firmes en materia de soberanía.
Así, en lugar de discutir el asunto bilateralmente con Chile o acudir a instancias internacionales, Lima opta por un gesto unilateral. Y lo hace con la cobertura que le otorga el hecho de que el proyecto de ley no entrañe, propiamente, una delimitación de frontera marítima sino la fijación de una línea de base. No parece la forma más apropiada de plantear un asunto que, nos guste o no, es discutible porque existen los acuerdos de 1952 y 1954 que firmaron Perú, Chile y Ecuador.
Finalmente, a Lima la ha puesto nerviosa el acercamiento entre Chile y Bolivia ocurrido en los últimos meses. Ya van tres reuniones entre los presidentes Rodríguez y Lagos. Tal como me lo confirmó el propio Presidente Rodríguez hace algunos días, La Paz tiene hoy el ánimo amigable frente a Santiago. El clima bilateral ha cambiado desde la salida de Carlos Mesa. Un entendimiento entre Bolivia y Chile quitaría al sector más antichileno de la Cancillería peruana una de sus principales bazas, que es, justamente, la enemistad chileno-boliviana.
Esto, en cuanto al Perú. ¿Y por parte de Chile? La reacción ha sido a todas luces desproporcionada. Y en relaciones exteriores no suelen producirse reacciones desproporcionadas si no hay cálculos subalternos. El primero parece ser el de lograr un efecto psicológico en la relación bilateral, es decir "asustar" al contrario para prevenir cualquier paso adicional en la dirección apuntada. Ha sido irónico que el escándalo se produzca cuando se hacía público en Chile que este país pretende adquirir misiles en India (estas compras, dicho sea de paso, son la peor política de relaciones públicas de Santiago de cara a su contexto geográfico inmediato).
Pero también es evidente que el tono del gobierno chileno y el hecho de que La Moneda haya dado a la nota de protesta una dimensión tan visible a través del uso de los medios de comunicación indican que hay cálculo interno. El triunfo de Bachelet no está en duda, pero la derecha ya parece -en verdad no gracias a ella misma sino a los votos que la extrema izquierda le quita a la Concertación- haber garantizado la existencia de una segunda vuelta. Y en esa segunda vuelta, aun cuando Bachelet está muy firme, una hipotética suma del caudal electoral de la UDI y RN no arrojaría un resultado ínfimo. Al oficialismo, pues, no le viene mal reforzar su imagen de celoso guardían de la soberanía chilena, obligando de paso a la UDI y RN -como de hecho ha ocurrido- a cerrar filas con La Moneda.
Sí, aquí hay curvas y puntas. Y algo más.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
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