La marcha del opositor Ollanta Humala hacia la frontera sur del Perú levantó mucho menos olas de las que él probablemente esperaba. Incluso el bloqueo de la carretera por parte del gobierno para impedir que Humala llegara a su destino base a bordo de un vehículo fue visto en Lima más como un gesto de decisión que como una concesión a la tranquilidad de Chile.
Ocho días después, Semana Santa mediante, la iniciativa de Humala ha quedado opacada por otras noticias. No significa que la temperatura del descontento peruano frente al tema de una rigidez chilena haya bajado, sino probablemente que Humala no es visto como el representante más adecuado de ese descontento. La gente sigue más atenta a las palabras oficiales. No necesariamente porque las apruebe, sino porque las considera más reales.
Hay un sector del público peruano, acostumbrado a cinco años del estilo Alejandro Toledo de errática diplomacia presidencial en el tema, que probablemente espera que el gobierno se dedique a administrar intermitentemente pequeñas escaramuzas verbales con Chile. Que el gobierno de Alan García no lo haga ha sido visto por Humala y otros como una ventana de oportunidad.
Pues desde su llegada García ha sido coherente en mantener una buena relación, lo que su Cancillería llama una agenda positiva, y en tratar de que la discrepancia en torno a los límites marítimos no enturbie esa coherencia. Por eso ha sido firme allí donde Toledo tiraba la toalla a la primera de bastos, acaso buscando en ello una mejor de sus bajos índices de aprobación.
Pero esa coherencia de García ha significado asumir costos políticos. Detener la marcha de Humala manu militari ha sido uno de ellos (si bien menor de lo que se esperaba). Soportar los embates de un nacionalismo con argumentos y retroalimentación entre la opinión pública ha sido otro. ¿Michelle Bachelet hubiera detenido una marcha similar del otro lado?
Que la marcha se haya organizado y que el presidente de la región fronteriza de Tacna se sumara a ella sugieren que se viene desarrollando en el Perú una percepción de que Chile se resiste a reconocer en todos sus alcances el tratado de 1929. Es así como tiende a ser vista la historia medio confusa de hitos que parecen moverse o que se mueven realmente.
A lo anterior debe añadirse que el diferendo de la frontera marítima no va a desaparecer por sí solo. Después de las declaraciones de Bachelet sobre la inexistencia en el ánimo chileno de un espacio bilateral de negociación, a García no le va a quedar sino trasladar los reclamos peruanos a la Corte Internacional de La Haya.
Acudir a La Haya para todo fin práctico retira el tema de la frontera marítima de la agenda bilateral Bachelet-García. Todavía quedan los hitos de 1929 y los libros de 1881 por resolver, pero ninguno de estos puntos tiene el mismo octanaje movilizador. García ha sido parco en el tema marítimo, y lo es más todavía en los otros dos.
Mientras la gran política de los países va haciendo su ríspido pas de deux bilateral, los alcaldes de Tacna (no confundir con el presidente regional) y Arica lo contradicen todo buscando mayores entendimientos entre dos ciudades esencialmente complementarias. Ambas se sienten postergadas por capitales lejanas, y la integración les resulta de suma urgencia.
http://www.larepublica.com.pe/content/view/152115/559/
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
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