La ciudadanía volvió a darle la espalda al presidente Alan García, a quien la oposición le reclama que gobierna sólo para los ricos, y obtuvo un 75% de desaprobación nacional, siendo la región sur la que mostró mejor su disgusto (7% de aprobación), en tanto que el “sólido” norte, que antaño le ayudaba a ganar elecciones, hoy le da la espalda (81% lo desaprueba).
Así lo revela la encuesta del Instituto de Opinión Pública (IOP) de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) sobre un universo de 1,235 entrevistadas en 74 distritos de 15 provincias urbanas pertenecientes a 14 regiones del país.
La aprobación presidencial (19%) es de 12 puntos menos que la última registrada en junio por la misma encuestadora.
La curva descendente de aprobación de la gestión de García es menor en el rubro mujeres (16%) y entre el grupo etáreo de 30 a 44 años (15%). En tanto en el nivel socioeconómico “D/E” su aceptación desciende hasta 14%, mientras en el nivel “A/B” es de 30%.
En el resumen explicativo de la encuesta IOP sostiene que los indicadores señalan que “se trata de una coyuntura que venimos advirtiendo desde hace algunos meses: más allá de la inflación o el alza de algunos productos en particular; subsiste un problema de desencuentro entre el gobierno central y el resto del país”.
También los apristas Jorge del Castillo, presidente del Consejo de Ministros, y Javier Velásquez, presidente del Congreso, fueron sometidos a evaluación, resultando el primero con una desaprobación del 69% y el segundo con 54%. En el caso de Velásquez un 30% “no precisa” sus respuestas.
El alcalde de Lima, Luis Castañeda, según esta encuesta, ha iniciado una leve curva descendente en la aprobación a su gestión. De 84% de aprobación en setiembre de 2007 un año después ha bajado a 73%. ¿Será el fastidio que genera el tránsito por la ciudad lo que está pasándole la factura a Castañeda?
Los líderes de oposición también fueron examinados, y se apreció un ligero repunte en su aprobación. Así la aprobación de Lourdes Flores fue de 48%, la de Alejandro Toledo 40%, Keiko Fujimori 39% y Ollanta Humala 21%. IOP hizo hincapié que “no es, de ninguna manera, una intención de voto”.
DETALLE
Según Giovanna Peñaflor, el descenso de Alan García en las encuestas es algo que trasciende el tema de la comunicación. “Una de las cosas que no entiende el presidente es que al final de su segundo gobierno, él no va a poder hablar de un balance positivo y eso, definitivamente, no es un problema de comunicación”, afirmó, tras señalar que otro error del jefe de Estado es olvidarse de que, en la primera vuelta, un 80 por ciento del electorado no votó por él”.
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La inflación sí “chorrea”
La figura económica del famoso “chorreo” viene del modelo neoliberal. Ya tenemos experiencia respecto de su validez. Más de 80 meses de crecimiento incesante del PBI, ingentes ganancias para las grandes empresas, y el chorreo para los de abajo, si lo hay, tarde y poco; y la desigualdad, en cambio, crece mucho. Sólo en los dos últimos años, las remesas de utilidades al exterior por las grandes mineras suman más de 5,000 millones de dólares y el aumento de los ingresos, por ejemplo, de los sectores D y E de Lima Metropolitana apenas alcanza a cerca del 2%. Y se nos dice, “no hay que desesperarse, ya va a llegar el verdadero chorreo”.
Sin embargo, apenas la inflación comienza a desbordarse, pasando el límite del 3% programado y estando por alcanzar el 7% a fin de año, los primeros y los que más sufren son “los de abajo”. Y por partida doble. Los precios que más crecen son los alimentos (12-16%, según las regiones), y como “los de arriba” apenas gastan en estos el 18% de sus ingresos, casi no sienten la inflación; pero “los de abajo” que gastan cerca del 70% de sus ingresos en comida sí la sienten y mucho. Pero también este trato desigual continúa cuando el MEF y el BCR elaboran su plan antiinflacionario buscando reducir la demanda. En lugar de restringir el consumismo de “los de arriba”, el excesivo crédito en dólares, etc, privilegian los recortes presupuestarios que afectan principalmente a las regiones y a las exigencias de los sectores sociales. Es decir, los servicios estatales que atienden las necesidades de “los de abajo” se recortan y se aconseja -no es broma- que para paliar la inflación siembren hortalizas en sus azoteas .En cambio, no se aumentan los impuestos para quienes el próximo año van a comprar más de 120 mil autos nuevos o yates importados a bajos precios como producto de la eliminación de aranceles. Y qué decir del temor a poner impuestos a las sobre ganancias mineras, que el propio Obama plantea para las petroleras de su país.
El pueblo no es tonto. No se deja encandilar por los cantos de sirena del neoliberalismo y tampoco le teme a la solapada amenaza que busca impedir su justa protesta.
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