Tomado de diario La Nacion, Buenos Aires - Argentina
Bachelet le ha perdido el afecto que le tuvo. Tabaré Vázquez no pagará más precios políticos para acercarse a Kirchner. Alan García se ha despojado de la histórica sensibilidad de los presidentes peruanos por la Argentina. El propio Evo Morales suele mirarlo desafiante al presidente argentino. Vicente Fox había decidido que México ingresara en el Mercosur por la puerta argentina, pero al final no tuvo más remedio que hacerlo por el postigo que le abrió Brasil. Kirchner se va quedando sin amigos.
El Presidente se queja de que algunos argentinos descubren siempre la razón en los que están afuera y nunca en él. Las cosas son como son y la pregunta que corresponde hacerse es si todos los que están afuera se han equivocado con la Argentina de Kirchner.
Kirchner sólo tiene una buena relación con Lula, producto de la paciencia oceánica del presidente brasileño. Muchas veces, en los años recientes, la paciencia de Lula pareció a punto de colmarse. Pero el líder de Brasil tiene objetivos estratégicos y no permite que ninguna contingencia los enturbie.
Kirchner hace exactamente al revés: tiene objetivos estratégicos relegados por las circunstancias internas, que nunca son otras que las cifras de las encuestas y las elecciones presidenciales para dentro de un año y tres meses. En esa elección remota aún está el eje de su gestión.
Kirchner tiene también una excelente relación con el venezolano Hugo Chávez, un socio rápido y eficaz. No es generoso, porque hace buenos negocios con la Argentina. Pero su sistema político (personalista, más preocupado por satisfacer a los militares que a los políticos) le permite despachar en horas los pedidos de Kirchner. El problema no es la buena relación de Kirchner con Chávez, sino el hecho de que sea la única buena relación de Kirchner en la región. Aun así, con Chávez ha tenido también algunas frialdades, que se apuró en caldear.
El Gobierno ha difundido sus razones para aumentarle el precio del gas a Chile, y buscó varias adhesiones a esa posición. ¿Acaso Chile se había negado a un aumento del precio del gas? Ningún chileno sensato puede ignorar que a la Argentina ya no le sobra el gas, que ahora le compra parte del combustible a Bolivia (antes no lo hacía) y que Evo le aumentó el precio del gas a la Argentina.
El problema radica en las promesas que no se cumplen o en las palabras que se cambian entre la boca y los papeles. El problema es lo que no se dice aquí y el consiguiente estupor en Santiago. Bachelet se fue distendida y tranquila de Córdoba luego de hablar con Kirchner. El presidente argentino le explicó la situación de su país y le aseguró que el precio del gas a Chile oscilaría entre 3,70 y 3,90 dólares por millón de BTU; había hecho las mismas aseveraciones delante de argentinos. Cuatro días después, el Gobierno firmó los papeles correspondientes y aumentó las retenciones del 35 al 45 por ciento, y compensó una pérdida impositiva de Enarsa.
Según el gobierno chileno, el precio del gas oscila (empezó a regir el lunes último) entre 4,60 y 4,80 dólares, casi un dólar más por millón de BTU. Para peor, las declaraciones de queja de una presidenta fueron respondidas en la Argentina por un ministro, Julio De Vido, que en Chile consideraron ofensivas. Sólo Kirchner debió responderle a su colega trasandina.
Bachelet está descompuesta de enojo. Kirchner la ha dejado en manos de sus duros opositores internos y le ha segado cualquier espacio interno para hacer otro gesto hacia la Argentina. Chile cambiará la matriz energética actual y dentro de dos años no precisará más del gas argentino ni del boliviano; el mensaje hacia el proyecto de integración es muy malo.
La convivencia de Bachelet y Kirchner se encerró así, sin remedio, en una perspectiva fría, distante y forzada. Sólo podría modificarla una rectificación de Kirchner no para darle la razón a su colega chilena, sino para cumplir su propia palabra. Puede rectificarse: lo acaba de hacer con el precio del combustible en la frontera. No se supo aquí, pero se sabe en Chile. Lo cierto es que nunca, desde que la democracia gobierna los dos países, la tensión fue tan grave entre la Argentina y Chile.
Tabaré Vázquez le abrió una puerta a Kirchner, en Córdoba, para que se fuera de la derrota en La Haya. Kirchner fue cordial con él y el presidente uruguayo creyó que se abría una instancia de diálogo. Estaba equivocado. Kirchner se abrazó a la derrota para no enemistarse con Gualeguaychú y, por eso, hasta convirtió en legales los ilegales cortes de los puentes.
Las encuestas pueden absorber una derrota en un tribunal lejano, pero no podrían digerir, según Kirchner, que en Gualeguaychú lo acusaran de traición.
Jorge Taiana hizo lo único que no puede hacer el jefe de una diplomacia: mezclar su tarea con una asamblea de vecinos. Los diplomáticos están para hacer otras cosas. Su discurso en Gualeguaychú pulverizó en los hechos cualquier posibilidad de diálogo bilateral con la Argentina.
Cayó en la contradicción también. Si la Argentina sostiene que no tiene pruebas de que las papeleras no contaminarán, como asegura Uruguay, ¿qué pruebas tiene el canciller de que sí contaminarán, como dijo ante un público razonablemente eufórico? Si el discurso de Taiana expresa la posición argentina, entonces el camino será el de la tensión permanente, concluyó un uruguayo acuerdista.
Más tensión habrá, y por mucho tiempo, si la española ENCE se va de Uruguay porque no existe la vocación de un acuerdo. Tabaré Vázquez es otro presidente al que Kirchner le cortó cualquier espacio político interno para insistir en el diálogo con la Argentina. Se pueden defender los intereses de los argentinos sin dinamitar la historia.
¿Kirchner no fue a la asunción de Alan García para no molestar a Chávez, enemigo confeso del presidente peruano? Estaríamos en el peor de los mundos si la política exterior se dirimiera con los desorbitados humores de Caracas. Más vale deducir que no fue porque se enojó con García cuando éste no le perdonó que se metiera en las elecciones peruanas.
Kirchner recibió en Buenos Aires a Ollanta Humala, contrincante de García, y éste le contestó con otro gesto: luego de su triunfo visitó varias capitales de la región, pero eludió Buenos Aires. Estaban a mano. Kirchner pudo haber dado vuelta la página. Después de todo, García ya es presidente de Perú y lo será por cinco años.
Hay una tendencia aislacionista en Kirchner que podría involucrar a su país por mucho tiempo. De hecho, es el momento de mayor crispación internacional de la Argentina -y de menos protagonismo de la diplomacia nacional en el mundo en tiempos normales- desde 1983.
Si dos conflictos fáciles de resolver, como los de Uruguay y Chile, se agravaron con la mirada puesta en los menesteres internos, ¿qué espacio tiene el Gobierno para reflexionar sobre su relación con el resto del mundo y con los muchos trances que lo estremecen? Ninguno. La agenda propia de Kirchner de este año está casi despoblada: lo invitan poco y son pocos los estadistas que lo visitan. Sólo participa de cumbres.
Chile, Uruguay y el mundo deberán esperar hasta después de las próximas elecciones presidenciales. La economía, también. Sólo la sublevación de la calle le quita el sueño a Kirchner. Puede sorprenderlo un problema: un gobernante es juzgado no sólo por lo que hace, sino también por lo que deja de hacer.
Por Joaquín Morales Solá
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
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