por Mirko Lauer
Al internacionalizar su candidatura a partir de Caracas, el político peruano Ollanta Humala ha tomado una decisión clave en su campaña que lo coloca bajo el paraguas de triunfos electorales contestatarios que recorre América Latina. Si bien los votos siempre deben ser obtenidos dentro del propio país, hay una vibración popular en el continente que está cruzando fronteras.
Siempre ha habido argumentos para una teoría del dominó latinoamericano. Según ésta, desde la crisis de 1929 nuestras sociedades, diversas pero con elementos similares y parecidos lazos con el capital, se han movido juntas en la misma dirección: ciclos de auge de capas medias, ciclos de golpes militares, ciclos de retorno a la democracia, ciclos neoliberales.
Esto no hace inevitable la presidencia del comandante retirado Humala. Perú fue la excepción de derecha en la izquierdización latinoamericana de los años 30, como lo fue frente a la ola republicana de inicios del siglo XIX. Pero la decisión sí ubica a Humala en un contexto a la vez más complejo y explicable que la simple teoría del outsider. Asimismo, relativiza su necesidad de llegar a la presidencia para pesar en la política local.
Aunque en lo específico Humala tiene una popularidad de caudillo de nuevo tipo, carece de la trayectoria, la organización, los cuadros y las masas que llevaron al poder a figuras como Lula da Silva, Evo Morales, Néstor Kirchner, Tabaré Vásquez o Ricardo Lagos. Carencias que no hacen una diferencia adjetiva, sino sustantiva.
La mayoría de los escenarios de cambio del personal político en América Latina viene dándose bajo la forma de confrontaciones limitadas a lo electoral. Son notorias excepciones Ecuador y Venezuela, donde el golpe de masas o de militares siempre anda a la vuelta de la esquina. En esto, Humala tiene para escoger, pues su discurso tiene de las dos cosas y ellas coexisten en una complicada tensión electoral. Hay el demócrata electoral que aspira a representar fuerzas nuevas, aunque dentro de marcos establecidos. Pero también hay el caudillo que anuncia su decisión de patear tableros centrales de la institucionalidad.
Junto a la buena relación con Hugo Chávez y Evo Morales está la reacción de los candidatos presidenciales chilenos. Ambos han dicho a sus electorados que ya tomaron nota de lo que representaría un triunfo de Humala para el futuro de las relaciones bilaterales. Esto tiene más importancia diplomática que las palmaditas de Chávez en la espalda de Humala.
La actitud desafiante de un candidato ante Chile probablemente no resta votos populares en el Perú, aunque tampoco los añade como en Bolivia. Pero a diferencia de lo que sucede en Bolivia, aquí la idea de que Humala llegará con un conflicto bilateral no le va a facilitar el camino y es una más de las explicaciones que va a tener que dar por el camino.
En otras palabras, Humala ya se ha hecho de un equipo económico cuyo objetivo es asegurarle al electorado la viabilidad administrativa de su eventual gobierno, pero ahora que comienzan sus giras empieza a necesitar algo parecido a un canciller que module su exposición a la política exterior peruana.
En la medida en que un triunfo de Humala terminaría de cerrar la parte de la medialuna andina que va de Ecuador a Bolivia, los think tanks de Washington han parado intensamente la oreja. En su diagnóstico estándar, lo que hace más explosivo al radicalismo izquierdizante en la subregión son los clásicos problemas de gobernabilidad.
La posibilidad de que eventuales crisis sociales se traduzcan en un bonapartismo que caliente varias fronteras del continente lationamericano está siendo considerada por los think tanks como posible corolario de un fin del ciclo radical. En esto Perú sigue ocupando el espacio clave que ha venido teniendo desde muy antes de Simón Bolívar.
Frente a este escenario, la reacción de la Cancillería peruana por el respaldo de Chávez a Humala es un maullido fuera de lugar que nos descoloca en el cada vez más delicado juego andino. A los países siempre les irá mejor si retoman el diálogo de Estado a Estado y no ceden a las tentaciones de la diplomacia presidencial, que es el naipe de Caracas.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
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