Los últimos cuatro meses han sido los más complicados en muchos años para el mercado financiero. Sin embargo, enero parece haber mejorado el ánimo de las bolsas: tanto los bonos como las acciones de todo el mundo están subiendo con ímpetu por estos días. Y aunque nadie se anime a hablar de un cambio drástico en el humor de los inversores, lo que sí se sabe es que se está viviendo un pequeño respiro en la plaza financiera, y los países con necesidades de fondeo no quieren dejarlo pasar.
Es por esto que en la región las naciones como Brasil, Colombia y Chile han anunciado que están saliendo a vender bonos en el mercado internacional por estos días. También se dice que Perú seguirá los pasos de sus vecinos. Mientras tanto, la posibilidad de emitir deuda es una utopía para la Argentina, teniendo en cuenta que las plazas internacionales están cerradas para el país hoy por hoy.
Concretamente, Brasil lanzó ayer su retorno al mercado de capitales después de ocho meses, con la apertura de una emisión de bonos globales en dólares con vencimiento en el 2019. La emisión –que se realiza en los mercados estadounidense y europeo, con posibilidades de extenderse a Asia– es de hasta u$s 1.000 millones, y pagará un precio cercano a los 375 puntos por encima del rendimiento de los títulos del Tesoro estadounidense, según estiman los analistas. Esa cifra parece muy baja si se la compara con lo que debería pagar la Argentina en caso de que pudiera acceder a las bolsas de afuera, que sería de unos 1.600 puntos. Sin embargo, es casi el triple de lo que tuvo que pagar Brasil en su última incursión en el mercado, cuando vendió u$s 525 millones en bonos a nueve años, con un diferencial de 140 puntos base sobre los bonos del Tesoro.
Por su parte, Colombia también comenzó ayer en Nueva York la colocación de un bono a 10 años, por hasta u$s 1.000 millones; al tiempo que el primer ministro de Finanzas de Chile, Andrés Velasco, anunció que su país piensa hacer lo propio en breve. La nación andina emitiría deuda tanto en el mercado doméstico como en el exterior, con el objetivo de financiar un plan de estímulo económico por u$s 4.000 millones que recientemente dio a conocer la presidenta Bachelet.
“El apetito por el riesgo ha mejorado”, dijo Siobhan Morden, estratega de deuda latinoamericana del Royal Bank of Scotland en Nueva York. “Sin embargo, para emitir deuda en este mercado hay que tener un alto grado de calidad soberana. Hay señales de que el mercado está abierto, pero sólo para un grupo selecto de emisores”, agregó.
De hecho, tanto Chile como Brasil y Colombia cuentan con la calificación de “grado de inversión”, con lo que están ubicados dentro de la categoría de países confiables para el mercado financiero. En la región, también Perú y México están calificados como investment grade. Este último país fue, justamente, quien dio el primer paso al animarse a salir al mercado de deuda tras el estallido de la crisis internacional, con una emisión por u$s 2.000 millones, por la que pagó 5,98%, es decir, 390 puntos básicos por encima del interés de los bonos del Tesoro que regía en ese momento. La colocación se hizo el 18 de diciembre pasado.
“Estos países están aprovechando para salir al mercado, ahora que se ha vuelto más barato hacerlo”, indica un informe de Bulltick Capital Markets. En esta línea, también trascendió ayer que el Ministro de Finanzas de Perú, Luis Valdivieso, se ha reunido con inversores en Nueva York, Boston, Madrid y Londres el mes pasado. El objetivo de los encuentros fue el de estimular la demanda de deuda de ese país, que piensa salir al mercado próximamente, en la que será su primera emisión en dos años.
Lo que es una utopía para la Argentina, es una realidad para Brasil, Colombia y Chile. Estos países están saliendo al mercado externo a probar suerte con deuda nueva. El apetito de riesgo no es el mejor, pero algo ha resurgido desde los peores momentos del año pasado. Se trata de un camino vedado para la Argentina, que será espectadora de la recepción que tengan sus vecinos. Por ahora, los inversores internacionales no quieren saber nada de nosotros.
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