La decisión de Lagos de rechazar con fuerza las pretensiones peruanas de modificar el límite marítimo entre ambos países lo hizo cometer errores que fueron hábilmente aprovechados por Lima. Molesto con Toledo, Bolivia asoma como su carta más audaz para complicar al país del norte.
"No hay ninguna medida de carácter extraordinario". La mañana del jueves, el ministro del Interior, Francisco Vidal, se esforzaba en desmentir las versiones de prensa que apuntaban a movimientos de tropas que se estarían realizando para reforzar la frontera con Perú, en el marco de la escalada de declaraciones, réplicas y contrarréplicas que tanto desde Santiago como Lima se enviaron durante la semana más tensa que recuerden las relaciones entre ambos países en las últimas tres décadas.
Era uno de los primeros paños fríos que La Moneda intentaba aplicar luego de que los mensajes a ambos lados de la Línea de la Concordia comenzaran a adquirir con demasiada rapidez un peligroso nivel de belicosidad.
Pero el desmentido oficial se contraponía con el hecho que, a esa misma hora, efectivamente un importante contingente de carabineros asentados en Copiapó y La Serena había recibido la orden de reforzar los Puestos de Observación Fronteriza (POF) en la zona norte.
No era la única medida. Todos los permisos administrativos y feriados del personal de las Fuerzas Armadas en la I y II región habían sido suspendidos hasta nuevo aviso. Lo mismo ocurrió con las maniobras conjuntas de fin de año entre las tres ramas castrenses, y la Cuarta Zona Naval de Iquique, así como la V Brigada Aérea, con asiento en Antofagasta, quedaban en estado de alerta.
Incluso, en el Ministerio de Defensa reconocen que hasta se le habría pedido al recién entregado submarino Scorpene, que viaja por el Atlántico en dirección a Chile, que acelerara su marcha, a pesar de los rumores que aseguran que vendría navegando con un solo motor.
Las medidas -que son normales cuando existe algún grado de tensión con una potencia extranjera- eran la consecuencia lógica de la forma en que la crisis fue dirigida desde un comienzo por el propio Presidente Lagos. La misma que, en voz baja, fuentes involucradas en el tema reconocen adquirió un tono destemplado con algunos errores de cálculo.
Toledo lo hace otra vez
Desde hace al menos dos años el comité de conflictos que depende del Ministerio Secretaría General de la Presidencia -que asesora al comité político de La Moneda y a los distintos ministerios- venía analizando el interés de Perú por redefinir el límite marítimo con Chile a través de una comisión que preparara un plan de líneas de base, para posteriormente oficializarlas a través de una ley.
Pero, como reconocen en la sede de gobierno, la administración laguista se mantuvo fiel a la tónica de los anteriores gobiernos de la Concertación, ignorando las reivindicaciones peruanas bajo la premisa de que los limítes quedaron definitivamente zanjados con el Tratado de 1929.
Ni siquiera el año pasado, cuando el Presidente Alejandro Toledo propuso constituir una comisión mixta con Chile para revisar el tema, con la advertencia que si no lo hacían Lima recurriría a la Corte Internacional de La Haya, Lagos cambió de postura. Al contrario, se fortaleció luego que ese país nunca concretara su amenaza. "Perú estuvo buscando estudios de abogados europeos, pero nadie les aceptó el caso y le recomendaron que no lo hicieran", asegura una alta fuente del Ministerio de Defensa.
En La Moneda mencionan, con una mezcla de desazón y disgusto, otro factor para no haber intervenido mayormente en el tema: el doble juego del propio presidente Alejandro Toledo.
Las veces que Lagos abordó con su par altiplánico éste y otros problemas de la agenda bilateral, como el caso Luksic -la última de ellas durante la Cumbre Sudamericana en Brasilia, en septiembre pasado- Toledo siempre calmó las inquietudes del gobernante chileno. "Pero siempre nos ha dicho una cosa y después hace otra, y esa actitud sibilina al Presidente le carga", admiten en el gobierno, donde se quejan que, dada la precaria situación política del peruano, nunca ha sido una contraparte confiable.
Por lo mismo, cuando el propio Toledo dio las primeras señales de que impulsaría por fin el mentado proyecto de ley para modificar unilateralmente el límite marítimo con nuestro país, la cautela chilena dio paso a las primeras alarmas.
El martes 25 de octubre Lagos recibió de la Armada el primer aviso de que la iniciativa peruana estaba en marcha, lo que sería ratificado después por otros canales. Al día siguiente, el comité político -los ministros Francisco Vidal, Osvaldo Puccio y Eduardo Dockendorf- analizó en reserva la situación que se generaba y estableció una coordinación con Cancillería y las embajadas en la región para enfrentar el impasse que se anunciaba.
Cuando el jueves en la página web del Congreso peruano apareció el proyecto en tabla y "El Mercurio" lo dio a conocer el viernes, el caso se hacía público, el embargo en el gobierno terminaba y los ministros políticos volvían a reunirse, junto al canciller (s) Cristián Barros y el titular de Defensa, Jaime Ravinet.
A esas alturas, el mandatario estaba muy molesto. Por un lado sentía que de parte de Chile hubo una excesiva tolerancia hacia Perú, atendiendo a sus problemas internos, pero esa comprensión se contraponía con la normativa vigente favorable a nuestro país y con la responsabilidad que sentía Lagos de que más adelante se le criticara por no haber reaccionado con energía, como lo hizo en enero de 2004, cuando ofreció relaciones "aquí y ahora" a Bolivia.
Un país que, precisamente, comenzó a observar con atención las asperezas entre Perú y Chile. A esas alturas, en el gobierno incluso se especulaba con que Lima estuviese jugando su última oportunidad de provocar a Chile antes de recibir las adquisiciones militares que lo dejarán en un plano de superioridad bélica en la región por varias décadas.
Entonces, Lagos pasó a la ofensiva.
La Moneda tropieza
Aunque en el gobierno defienden el plan diseñado para defender la postura chilena, también se reconoce que provocó efectos no deseados.
El primero fue el ímpetu con el que partió la arremetida chilena, buscando informar a los países de la región sobre nuestra postura. Al anunciar el viernes que se pondría en antecedentes a la OEA -en manos del chileno José Miguel Insulza- dio la señal implícita de querer multilateralizar el tema y, de paso, complicó al ex ministro por los inevitables cuestionamientos a su imparcialidad.
Ese mismo día Lagos se reunió por separado en Palacio con los embajadores de Estados Unidos y Gran Bretaña para ponerlos al tanto. Con el primero, por ser árbitro del Tratado de 1929, y con el segundo por ejercer la presidencia actual de la Unión Europea.
Asimismo, la decisión de enviar el domingo al vocero Osvaldo Puccio a una gira relámpago por Brasilia y Buenos Aires, mientras la directora de Fronteras y Límites, María Teresa Infante, hacía lo propio en La Paz, y el subdirector de ese organismo, Patricio Pozo, y el subsecretario de Marina, Gonzalo García, viajaban a Quito, afianzó la idea de que Santiago salía a pedir ayuda en la región.
¿Por qué ese despliegue tan visible en lugar de que los embajadores hicieran las mismas gestiones? La respuesta que dan en La Moneda es que la delicada información que se debía tratar exigía tanta precisión, que los emisarios llevaban consigo mapas, documentos y cartografías esenciales para fundamentar la tesis chilena. "Se podrían haber enviado por valija diplomática, pero había que actuar con la mayor rapidez", argumentan.
Con todo, el resultado dejó un cierto sabor amargo en el gobierno. Perú supo aprovechar muy bien el abandono del diálogo bilateral por parte de Chile y la recepción en algunos países no fue la esperada, particularmente en Quito, otrora un aliado incondicional de nuestro país, pero que ahora evitaba a toda costa explicitar un apoyo a las pretensiones chlenas.
"Lo de Ecuador no lo esperábamos. No dimensionamos la compleja situación que hay allá, pero sabemos que sus Fuerzas Armadas están con Chile e indignadas con la actitud débil de su gobierno", explican en Defensa.
El último error tuvo una dimensión netamente local, pero Lima también la aprovechó en su favor y fue ampliamente reproducida en la prensa peruana: la cena de Lagos con la abanderada oficialista Michelle Bachelet la noche del domingo, con quien analizó el conflicto y desató fuertes críticas del resto de los candidatos, quienes antes lo habían apoyado.
Fue el argumento perfecto para que las autoridades del Rímac dieran vuelta el argumento en su contra y acusaran a Chile de atizar el diferendo con fines electorales. Aunque había sido agendada con anterioridad, admiten que pudieron haberla suspendido.
Bajando el tono
Pese a la molestia que tienen con Toledo, en Palacio sindican a Torre Tagle, la cancillería limeña, como la gran instigadora del cambio de las líneas de base. "Es ahí donde está mayoritariamente el clima antichileno", acusan. Y, pese a que con la Armada chilena mantiene una buena relación, la Marina de Guerra del Perú la ha secundado en este propósito.
En el gobierno aseguran que la fuerza y el tono empleados por el Presidente sorprendieron a la nación vecina. "Lagos quiso transmitir que Chile no estaba disponible para una aventura diplomática por razones de política interna del Perú", sostiene un ministro.
Pero al mismo tiempo ese tono áspero quemó rápidamente varias instancias de diálogo. Como reconocen en el Diego Portales, "con el discurso colérico de Chile habría que hundir el primer barco peruano que traspase el límite, si no queremos parecer inconsecuentes. Claro que sería una señal brutal".
Por eso, los lazos entre las fuerzas navales de ambos países cobrarán importancia para mantener regulado el conflicto. "No vamos a hundir ningún barco, sólo apresarlo, como ha ocurrido muchas veces ahí mismo y también pasó en su momento en el Beagle", dicen en Palacio.
Pero el esfuerzo de los últimos días por bajarle grados a la temperatura bilateral y quedar en compás de espera es sólo un movimiento táctico. La estrategia a futuro, en caso que el conflicto se prolongue, como se prevé, seguirá siendo dura.
En el gobierno descartan de plano someter el diferendo a un arbitraje, al menos como una iniciativa chilena, ya que Lagos se abrió el viernes, en la cumbre de las Américas en Mar del Plata, a someter el tema a la Corte Internacional de La Haya si Perú decide recurrir a esa instancia.
Si lo hace, será ese país quien deberá incurrir en todos los costes asociados al largo tiempo que se toma ese tribunal para estudiar los casos.
Mientras, Chile tomará sus propias acciones. "La idea es no contaminar esto a nivel regional, pero sí contrastar la escasa legitimidad de Toledo con la seriedad de Chile para dejarlo aislado", enfatiza un ministro. Pero la misma fuente admite que en este plan no se descarta aprovechar al tercer actor que ha observado todo el episodio con especial interés.
Bolivia entra al ruedo
Si en La Paz observaron con incredulidad y satisfacción el aparente giro chileno hacia la multilateralidad, no tardaron en consignar que la nueva ley peruana deja a ese país sin capacidad de juego para seguir negociando con Chile una salida soberana al mar, porque la línea equidistante (ver infografía) impediría proyectar el corredor hacia el océano.
Si bien esa proyección es algo que nunca se ha discutió en las tratativas chileno-bolivianas, las pretensiones de este último país debilitan -a ojos de La Moneda- la posición peruana y enturbian aun más las relaciones en la región, acrecentando el costo para Lima. Con eso en mente, una fuente de gobierno reconoce que estudian la posibilidad de buscar una "solución de contexto" con Bolivia.
En el Ejecutivo hay quienes creen que, si el impasse sigue escalando, ofrecerle un corredor a La Paz puede terminar siendo más conveniente para Chile que aceptar el trazado peruano. Y que Bolivia pedirá, al menos, sumarse a una eventual negociación entre sus dos vecinos.
Estados Unidos mira con simpatía la posibilidad de un arreglo que ayude a aminorar la tensión social que ahoga al país mediterráneo y que constituye un foco de inestabilidad para toda la región. Así lo reiteró el embajador Craig Kelly en su reunión con Lagos el viernes 30.
En el gobierno saben que para Washington, Chile es uno de los pocos aliados confiables que tiene en América Latina y que buscará acrecentar aún más ese status con una señal que en La Moneda anuncian como inminente: el nombramiento de nuestro país como "aliado extra OTAN" por parte de la alianza de defensa europeo-norteamericana.
Una distinción que acrecentaría el peso político de Chile en Sudamérica, pero al mismo tiempo la baja simpatía que ya ostenta en el vecindario, que ha llevado a algunos personeros a calificar el país como el "Israel de América Latina". "No está claro si nos conviene aceptar, pero sí que al menos se sepa que somos candidatos a serlo", comenta un ministro.
Al menos, en Lima y La Paz.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
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