Que los delirantes emails de Pato Navia; que la supuesta “traición” de Fontaine; MEO que quiere, no quiere, quiere; el Halcón de Chicureo con foto pero sin speech; Lamarca tomando café en Melipilla junto a Eduardo; hasta mi amigo Pedro Anguita iluminado por la oportunidad histórica….En fin, ya me estoy preparando para el anuncio que Bob Sponge está con Eduardo y Spider Man con Tatán. ¿Importa? A mi me da exactamente lo mismo, aunque no deja de sorprenderme el fenómeno. Vamos por partes entonces. Lo de Pato Navia, de película. Pato es un crack, lo digo sin ironía. Debe ser el único cientista político del mundo que tiene a los medios (para que decir el twitter) como diván. Y lo mejor de todo es que ahí estamos todos, ¡leyéndolo! Lo de Fontaine… come on… quizás Alvaro Escobar se “sintió”, porque es muy buena gente, pero MEO es progresista, no de izquierda, asi que todo vale. Felipe Lamarca nunca se llevó bien con nadie. Pero da lo mismo, con plata, eso es irrelevante y hace lo que quiere. Camiroaga -Presidente del Club de Fans Michele Bachellet- es un buen tipo y celebro su valentía por decir que vota a perdedor (y en el canal de todos). Anguita, es serio, un buen amigo, pero se equivocó.La cuestión es que todo este espectaculillo confirma mi voto en segunda vuelta. Sigo dándole vuelta a la forma que tendrá. A veces pienso en una cita, me acuerdo de The Clinic, siempre me gustó el logo de Van Halen. Mi voto nulo se robustece día a día. Sé que con esa opción gana Piñera, que no me gusta para nada. Sé que eso implica que la derecha estará a lo menos 8 años en el poder (eso me gusta menos). Confieso en que me duele el estómago al ver cuadrándose a los Carabineros de la Guardia del Palacio de la Moneda a los ilustres nuevos ministros. Más mano dura, más religion en la educación, más elitismo, menos derechos laborales, lejitos las minorías. Pero así son las cosas no más. Porque nada que diga Frei me hará darle mi voto. Porque me cansó la patética escena de aferrarse al poder, la desidia con que la Concertación se toma hoy el servicio público, la retórica progresista y las cárceles más pobladas de Latinoamérica.
¿Y qué nos toca entonces? En mi caso, más o menos lo mismo (supongo que en el de muchos también). Dejar que la Concertación se quede para adentro un rato. Corte de cabezas, travesía por el desierto, menos príncipes y más clase media, dejar la tontera del progresismo y pensar en la izquierda, salir a buscar trabajo y empezar de nuevo. Con la derecha: intentar convencerlos. ¿De qué? Que no hay mano dura que solucione la delincuencia sin equidad social, que el trabajo decente no es privilegio de pocos y que los derechos sindicales son un gesto de civilización, que en el estado secular la religión se queda en la casa o en el templo, que las minorías sexuales son tan dignas como las mayorías sexuales, en fin, que aunque no les demistifiquemos el capitalismo, puedan sentirse presionados por la pegajosa, incómoda y resiliente voluntad por la igualdad.
Artículo original
No hay comentarios.:
Publicar un comentario