Como la encuesta CEP nos ha mostrado, la situación no da ni para pesadillas ni para sueños idílicos.
Como siempre, las encuestas del Centro de Estudios Públicos (CEP) generan una gran expectativa. No ha sido diferente en esta ocasión, pero claramente exagerado por algunos. La sobrerreacción, en este como en muchos otros casos, es casi siempre tan mala como la falta de reacción.
En el caso de la encuesta CEP que fue dada a conocer ayer, la contextualización es fundamental, ya que se trata del primero de estos sondeos durante el actual gobierno y, por lo mismo, no permite detectar tendencias de ningún tipo ni nada parecido. Tampoco se pueden hacer comparaciones con resultados de otras encuestas que emplean metodologías y cuestionarios diferentes. De ahí que, tal vez, lo más razonable sea compararla con la encuesta CEP de junio-julio de 2006, recién iniciado el gobierno de Michelle Bachelet y, por consiguiente, evaluando igual período.
En ese momento, el 45,8% de los encuestados aprobaba la forma en que la Presidenta conducía el gobierno y el 30,5% la desaprobaba. Ambas cifras similares (por no decir exactamente iguales, al estar dentro del margen de error) que los niveles de aprobación y desaprobación que muestra Sebastián Piñera (45% vs. 30%). Bachelet tuvo su revolución pingüina (el primer cambio de gabinete fue al día siguiente de terminada la encuesta) y Piñera, por su parte, ha tenido las dificultades propias de una instalación inusual, sumada al terremoto y a una herencia de gestión aún no clara ni suficientemente aquilatada.
En otro ámbito, en la encuesta de 2006 el 46% de los entrevistados desaprobaba la actuación de la oposición de esa época, la misma que cuatro años después ganó las elecciones. Este dato debería generar alguna esperanza en la Concertación si logra, algún día, hacer un análisis conjunto y acertado de las causas que provocaron su derrota, alinear su conducción y tener algo nuevo que ofrecer a la ciudadanía como proyecto para el país.
Sin duda, la Concertación debe evaluar, a partir de estos datos, la viabilidad de Bachelet como figura presidenciable y hasta qué punto sería conveniente o inconveniente cerrar filas sólo detrás de ella, no abriendo posibilidades a nuevos liderazgos. Todas las últimas encuestas, hasta ahora, la muestran como su mejor opción, pero las percepciones son siempre muy sensibles y cambiantes frente a estímulos a veces insospechados o no planeados.
En 2006, la mejor evaluación positiva de la Concertación la tenía Ricardo Lagos, que alcanzaba incluso un 63% entre aquellos entrevistados que se declaraban de derecha y centroderecha. En menos de cuatro años, ya no era un candidato viable, al punto que se negó a participar en las primarias de su coalición.
Las encuestas son importantes -más aun cuando están técnicamente bien hechas, como sucede en este caso-, pero siempre es imprescindible ubicarlas en su justa dimensión. Son instrumentos útiles para el análisis, para los diagnósticos y consiguiente elaboración de escenarios posibles, pero finalmente son sólo un elemento más a considerar en la toma de decisiones.
Lo peor de esperar algo con tanta expectación es que la ansiedad nos haga suponer que eso que esperamos será tal cual como soñamos. Así, con la encuesta CEP, cuando algunos soñaban que marcaría el inicio de una crisis para el gobierno de Piñera, otros tenían pesadillas con la misma escena. Como esta encuesta y los datos anteriores nos mostraron, la situación no da ni para pesadillas ni para sueños idílicos, y tampoco para desvelarse.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
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