Extraído de diario Expreso, Lima - Perú
Sin duda, el primer debate entre los cuatro más importantes candidatos a la presidencia de Chile –transmitido a nivel mundial por la cadena CNN en español, el miércoles 19– debería generarnos una sana envidia.
El tiempo que tales aspirantes invirtieron en conceptos, estadísticas, reflexiones y alternativas, fue un bálsamo de madurez y coherencia, en medio de una América del Sur que drena barbarie política por las venas abiertas de Ecuador, Bolivia, Venezuela, Paraguay y –lamentablemente– nuestra propia nación.
Michelle Bachelet, Joaquín Lavín, Sebastián Piñeira y Tomás Hirsh demostraron que es posible exponer ideas sin perder un segundo en atacar a sus rivales. Prevaleció en cada uno de ellos el interés de dirigirse a sus seguidores y a quienes aún no han decidido su voto. Ninguno le metió una zancadilla verbal al otro, ni siquiera a modo de ironía. Hubo honestidad ideológica, ubicación exacta de los problemas, intercambio abierto de propuestas.
¿Qué debemos aguardar los peruanos de la próxima campaña electoral, a la luz del ejemplo citado? Nada diferente. Las encuestas prueban que la discordia, la payasada y la demagogia de la mayoría de nuestros políticos tienen harto al ciudadano de a pie. Lejos de promover adhesiones, devalúan su imagen y los hace pasto de repugnancia o indiferencia.
Los mensajes triunfadores en los comicios generales de los últimos 37 años, han sido los mesurados y equidistantes de la violencia. Recuérdese a Fernando Belaunde enarbolando en 1980 la bandera de la reconciliación nacional, tras haber sido despojado 12 años antes de su condición de mandatario constitucional. Y a Alan García, ofreciendo en 1985 hacer un gobierno con todos los peruanos.
Y también a Alberto Fujimori en 1990, aislándose de las pugnas entre el Fredemo, el APRA y la izquierda, para refugiarse en el lema de “honestidad, tecnología y trabajo”, sin atacar a nadie. 1995 y 2000 fueron años electorales atípicos, por la voracidad fujimorista de conservar el poder. Y el 2001, Alejandro Toledo cosechó sus esfuerzos de unidad democrática contra el autoritarismo precedente, prometiendo un gobierno “de todas las sangres”.
Pero hoy se aguarda que no sólo el candidato favorito –dígase Lourdes Flores Nano– conserve las formas y evite pisar los palitos de la provocación gestada por los adversarios (tal fue uno de los dramas de Mario Vargas Llosa). También que los otros postulantes respeten el Pacto Cívico Electoral y se ocupen más de promover sus planteamientos antes que desarrollar estrategias destructivas del rival.
Si somos capaces de subir apenas este peldaño civilizado que honraría la calidad de nuestra clase dirigente, valdrá mucho seguir de cerca las jornadas partidarias con miras a las próximas elecciones. De otra forma, seguir lamentándonos continuará siendo una forma de vida.
NOTA: Y yo que encontré tan malo el debate... sobre gustos, no hay nada escrito.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
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