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viernes, enero 25, 2013

Chile derrota la cesantía


El anuncio del Departamento de Economía de la Universidad de Chile de que el desempleo en el Gran Santiago descendió en diciembre pasado a solo 5,2% -la tasa más baja en cuarenta años- viene a coronar un 2012 lleno de logros. El gobierno del Presidente Piñera, que se propuso -ya en la campaña electoral- hacer de la creación de empleos su principal meta económica, se anota así un triunfo incuestionable.

El sobresaliente desempeño del mercado laboral durante los últimos tres años ya había sido detectado por el INE, tanto en Santiago como en el resto del país, pero ello había sido cuestionado por economistas de oposición, quienes lo atribuyeron a la nueva encuesta de empleo introducida en 2009. Las cifras de la Universidad de Chile vienen a zanjar la discusión: la cesantía está alcanzando los mínimos históricos. Esta encuesta goza de gran prestigio entre los expertos, porque es elaborada en forma independiente del Gobierno y porque ha mantenido inalterada su metodología por más de cuatro décadas. Lo que muestra es que, tras el bajón de 2009 debido a la crisis global, en los siguientes tres años la contratación de empleos ha cobrado un inusitado dinamismo -creciendo a un ritmo de 3,5% promedio anual-, lo que ha permitido abatir el desempleo muy por debajo de lo observado durante toda la década previa. Cabe destacar que el crecimiento es liderado por la ocupación femenina, con lo que avanzamos en la superación de nuestro rezago en la materia. Asimismo, las tasas de cesantía de jóvenes y adultos mayores han descendido pronunciadamente, mejorando de modo sustancial sus oportunidades.

Este logro es de enorme trascendencia, pues la falta de trabajo es la principal causa de pobreza en Chile. Nuestros altos índices de desigualdad también son un reflejo de la escasez de oportunidades de empleo en los estratos más populares. Que en un hogar la mujer o un hijo aporten un ingreso adicional al presupuesto familiar puede hacer toda la diferencia para salir de la pobreza o ascender a la clase media. Que los jóvenes, además de estudiar, trabajen, ayuda a sus familias a afrontar los gastos que exige la educación. La cesantía juvenil suele ser caldo de cultivo de la drogadicción y la delincuencia, puesto que implica también menor aprendizaje y desarrollo de hábitos laborales, lo que redunda en menores sueldos a futuro. Es además causa de "lagunas" previsionales que impiden acumular ahorros suficientes para una jubilación digna. Ya reducido el desempleo, ahora es posible prever un aumento sostenido de los sueldos y salarios, y las estadísticas revelan que así ha comenzado a ocurrir. Crear empleos y abatir la cesantía es -qué duda cabe- la mejor política social imaginable.

Este éxito se debe, en parte, a un escenario internacional que ha sido favorable a Chile. Inicialmente ha de haber ayudado el efecto retardado de las políticas reactivadoras aplicadas para enfrentar la recesión de 2009. Luego, el impacto del masivo y eficiente esfuerzo de reconstrucción tras el terremoto. Pero el vigor y la persistencia del crecimiento económico y la creación de empleos no pueden sino ser atribuidos a las buenas expectativas suscitadas por las positivas señales micro y macroeconómicas emitidas por la presente administración. Un gobierno comprometido con el crecimiento, el emprendimiento y la competitividad genera confianza, y la confianza reditúa.

Desde luego, no será fácil mantener esta baja cesantía. Porque diciembre es un mes especialmente favorable, cabe esperar luego un cierto repunte en el desempleo. Existe también el riesgo de que la estrechez del mercado laboral termine desencadenando una espiral alcista de salarios y precios. Así ocurrió 40 años atrás -en pleno gobierno de la Unidad Popular-, cuando la cesantía descendió por debajo del nivel actual. También a mediados de los noventa la disminución de la desocupación ocasionó presiones desestabilizadoras. Por eso los economistas advierten que estamos ya cerca del "pleno empleo". Pero el llamado no es a bajar la guardia, sino a seguir propiciando reformas que favorezcan una mayor productividad y participación laboral.

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