Artículos Destacados

miércoles, septiembre 03, 2008

Perú: Cara gano yo, sello pierdes tú

El aumento de la inflación siempre preocupa porque golpea a los más pobres. En el Perú este golpe es todavía más fuerte porque el peso de los alimentos en el total de la canasta de consumo es cercano al 48%, casi el doble del nivel promedio en la Región.

Efectivamente, si bien el gobierno peruano saca el pecho diciendo que la tasa de crecimiento del PBI es la mayor de la Región (que lo es), la cuestión es que apenas comienzan los vientos de la inflación (que aún son pequeños en relación con la década del 80) suenan las campanas de alarma en todos los frentes.

La explicación está al alcance de todos. Si el limeño promedio tiene que gastar casi la mitad de su sueldo en alimentos, un alza de precios (como la del pollo de 6.9% en agosto) tiene un impacto directo en la economía familiar. Agreguemos, de un lado, que la inflación en el resto del Perú es superior a la de Lima y, de otro, que los ingresos salariales y no salariales en el resto del país son inferiores a los de la capital.

Pero no sucede lo mismo en Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Venezuela, donde el peso de los alimentos en la canasta está entre 21 y 29%.

¿Por qué? Uno de los motivos es que el Perú es un país importador neto de alimentos: en el 2007 se importaron US$ 1,200 millones en alimentos y solo en el I Semestre del 2008 ya se han importado US$ 817 millones. En el 2007 se importó maíz por US$ 260 millones de maíz (principal alimento para pollos), aumentando a US$ 237 millones en el I Semestre del 2008, debido al alza de su precio internacional (de US$ 160/ton a US/ 230/ton de diciembre del 2007 a julio del 2008). Pero la política de impulso al agro brilla por su ausencia.

Otra explicación es que, de un lado, el nivel de salarios en el Perú es uno de los más bajos de la Región y, de otro, que aquí el nivel de pobreza es superior al de nuestros vecinos.

El problema es aún más grave por la desigualdad. En los sectores A y B de Lima, según Apoyo, la población gasta el 26% de sus ingresos en alimentos, similar a nuestros vecinos, mientras que el sector C gasta el 46%. Pero la cosa es grave en los sectores D y E, que tienen que gastar el 55 y el 59% de sus ingresos en alimentos, respectivamente. Este gasto es similar al de muchos países africanos.

El gobierno ha querido combatir la inflación con rebajas arancelarias a los productos importados. Pero esa estrategia, errada por cierto, no ha dado resultados, pues los precios han continuado subiendo. El ejemplo más claro es la eliminación del arancel del 12% al cemento importado por CEMEX: el precio del cemento no ha bajado, pero ahora la SUNAT recauda menos. En total, la rebaja arancelaria le cuesta al país cerca de US$ 500 millones anuales, que ahora el ministro Valdivieso quiere "recuperar", reduciendo el presupuesto público del 2009.

El verdadero combate a la inflación pasa, en el corto plazo, por la reducción de la demanda interna del sector privado y, en mucho menor medida, por la del sector público, que solo es el 12% del total ("El sector privado es el principal responsable de la inflación", 22/8/08, www.cristaldemira.com). Y, también, por un alza del salario mínimo para incrementar los exiguos ingresos de los trabajadores, ya que ha aumentado la productividad de las empresas, a la vez que han bajado los costos laborales.

Qué paradoja. Cuando la economía crece y las utilidades aumentan, los neoliberales dicen los pobres tienen que esperar que "chorree". Y cuando viene la inflación, importada y recalentada por el sector privado, entonces se reduce el presupuesto, el gasto en bienes y servicios y las inversiones, con lo que se acaba la fiesta. "Cara gano yo, sello pierdes tú", esa es la consigna.

Artículo original


Pollos prohibitivos

Hasta que el pollo llegó a las primeras planas. Todavía no el socorrido dibujo de un pollo crudo volando por entre las nubes. Pero ya está claro que el ave es el epicentro del alza de precios en curso. Hay proteínas más baratas (el jurel viene a la mente), pero no hay más versátiles, y por eso mismo más queridas en la mesa peruana.

El pollo es además una suerte de línea divisoria social. Encima y debajo del pollo son dos espacios bien definidos. En los menús elegantes el pollo es hasta donde se puede llegar, es decir la carne más barata. En los menús realmente populares el pollo es un techo económico, el animal más rendidor en toda multiplicación de lo escaso.

Ciertamente el pollo, como casi todo, puede ser reemplazado en la dieta popular. Pero este traslado a la parte prohibitiva del mostrador tiene efectos traumáticos, es decir políticos. No hay ilustración más gráfica de una pérdida de terreno de los ingresos familiares. Además de que el alza del pollo arrastrará la de los productos que lo sustituyan.

Aunque no lo parece (?), el pollo industrial que consumen las mayorías es casi 100% importado: la biología, el alimento, la medicina, la tecnología. De allí que el aumento de los combustibles y los granos en el mundo se haya cebado en él. Tan importado es el problema que las primeras exploraciones vienen mostrando que no hay pollos traídos de fuera que cuesten menos.

No solo importado. También relativamente nuevo. Todavía en los años 50 el pollo a la brasa era un relativo lujo, y su camino hacia la mesa popular fue bastante lento. Todavía hoy no existe realmente un plato criollo emblemático con el ingrediente, como sí sucede con sus primos el pato y el pavo.

A pesar del crecimiento económico mundial de 2005-2007, la producción de pollo bajó mucho. Ahora en 2008-2009 la caída económica está coincidiendo con un rebote en la producción, como si un hambre atrasada de pollo estuviera reactivando las granjas y los precios. De modo que para el próximo año el consumo per cápita mundial llegará a un récord de 11.5kg por año.

Esa cifra no impresionará en el Perú, donde el consumo per cápita anual ha pasado de 35kg en los años 90 a 53kg en el 2007. En ese tiempo el porcentaje del pollo entre las carnes pasó de 32% a 50%. Hay, pues, un elemento de frustración en todo el asunto, como que el aumento paraliza al pueblo peruano en plena pollada ascendente.

Un dato esperanzador es que por la estructura de la industria el precio del pollo ha demostrado ser sumamente volátil, es decir muy sensible a la demanda, a lo largo de los años. La previsible reducción del consumo va a tener cierto efecto, aunque eso estará inevitablemente limitado por la evolución de los costos internacionales.

Pero si la subida continúa, volveremos a ver la vigencia de la famosa frase del musical de 1971 Violinista en el tejado: "Cuando un pobre come pollo, es que uno de los dos está enfermo".

Artículo original

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.