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jueves, diciembre 03, 2009

Perú - Chile: Distancias que nos separan... en el desarrollo

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En la vertical, la expectativa de vida (cuanto vive un peruano vs. un chileno promedio). En la horizontal, el ingreso por habitante (cuanto gana un peruano vs. un chileno promedio).

Todo lo demás que postea el reconocido peruano (loquito) que visita este blog (y su presidente), no pasan de ser fantasías afiebradas, alimentadas por políticos populistas y demagogos, que le venden a los peruanos una realidad que no es tal (¡ya superamos a Chile!). Perú no sólo está muy atrás de Chile, está muy atrás de casi todos los países de la región.

martes, noviembre 03, 2009

Agricultura de Chile y Europa: diferencias que hacen meditar

Un aspecto que constrasta es la profesionalización de los productores. Para Chile hay tarea pendiente. En preparación de suelos y fumigación también hay brechas que superar. El potencial es tremendo.

“No es el objetivo culpar. Quiero decir que antes de mejorar algo hay que reconocer que hay un problema. Se trata de sensibilizar en general, para que el país se pueda desarrollar. El potencial de Chile es tremendo comparando con Europa: Sol, suelo, temperatura, agua. Chile tiene todo. Pero no está aprovechando ciento por ciento el potencial y eso va a ser la diferencia para el futuro”, señala Johann Maier, encargado agronómico de Beneo Orafti, la industria que introdujo la achicoria en Chile.

Aunque el objetivo de nuestra entrevista era otro, la conversación fue derivando a un tema más interesante con este agrónomo alemán, quien también despertó la inquietud del seremi de Agricultura Andrés Castillo, y que están iniciado un trabajo conjunto que podría revolucionar la agricultura chilena.

Por el momento, Maier prepara un documento escrito, que será argumento para mostrar a los políticos chilenos las diferencias que hay entre el concepto de agricultura que tiene el europeo con el de nuestro país.

De partida, nos señala Johann Maier, que en Alemania para trabajar en agricultura se requiere de 3 años como mínimo de especialización. “La agronomía es un rubro que es tan grande, que el conocimiento que necesitas para manejar un campo exige que sepas miles de cosas. Hay que saber la parte técnica de las maquinarias, de pesticidas, fungicidas, herbicidas. De como funciona el mercado, cómo o cuándo vas a comprar fertilizantes. Si conviene guardar los productos o venderlos inmediatamente. Tienes que observar el mercado. El rubro agronomía es más que solamente trabajar el campo. Por eso para competir con tus vecinos o con otros agricultores en otros países, argentinos, brasileros, tú tienes que tener un conocimiento muy actual. El último conocimiento”.

Afirma que hay muchas diferencias en la manera como se hace agricultura en Europa y en Chile: “Podríamos mejorar mucho acá empezando con la preparación del suelo hasta la fumigación. No es lo mismo preparar el suelo en otoño que en primavera para las siembras. Para la semilla no es lo mismo fumigar en primavera, en septiembre y octubre con tanto viento. No es lo mismo aplicar productos de una máquina con aire que con una sin. Sin aire la mitad del productos se va. Con aire 100 por ciento del producto al suelo. Hay varias cosas que recién discutimos con Andrés Castillo para trabajar este tema juntos, el Gobierno con la industria”.

Para preparar la reunión con el seremi de Agricultura Andrés Castillo, señala que consultó a un profesor de la Universidad Austral, que es chileno, con postgrado en Alemania: “Él me explicó que en Chile en total sólo hay 5 personas trabajando en las universidades que son expertos en preparación de suelos. ¿Como es posible entrenar a los estudiantes si no hay expertos entrenados como profesores, que podrían entrenar a sus alumnos? Sólo hay cinco, cómo es posible entrenar a esos estudiantes. Ellos no tienen la culpa, si no se me va a decir cómo, cuándo, cuánto, cómo podría saber. No es posible. Esa es la tarea, no sólo de una empresa como Orafti que podría tener otra experiencia, pero no es capaz de cambiar. Porque no sólo es un tema de la achicoria sino de agricultura en general. Estamos tratando de ayudar para hacer un proyecto en conjunto. Para que realmente las autoridades sepan que hay que mejorar algo, con ejemplos muy detallados explicando por qué es posible mejorar”.

Señala que para la agricultura competitiva no bastar con producir como ahora sino que habrá que acercarse a los potenciales de cada cultivo ya que eso es eficiencia, haciendo los trabajos bien y sin gastar más.

“Exactamente con las mismas labores tú podrías aumentar el potencial y sin costos extras aumentar la utilidad, esa es la diferencia”, sostiene este agrónomo cuya especialidad es la fitopatología.

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Hacia una visa común para América latina

Nota: A las disputas y desencuentros señalados por Oppenheimer hay que agregar las diferencias en el nivel de desarrollo de los países latinoamericanos. Es imposible apuntar a un pasaporte común, cuando las diferencias en el PBI por habitante entre los países latinoamericanos puede ser del 500% o mayores. ¿Qué beneficio le reportaría a un chileno o argentino, si lo van a mirar con cara de potencial inmigrante ilegal cuando viaja a EEUU o Europa?

Por Andrés Oppenheimer

Mientras los 27 países de la Unión Europea acaban de aprobar la creación de un servicio exterior común con embajadas en todo el mundo, la mayoría de los países latinoamericanos no pueden ponerse de acuerdo en ofrecer una visa común para los turistas de otras partes del mundo a tiempo para el campeonato mundial de fútbol de 2014 en Brasil. ¡Qué ironía!

Cuando leí la noticia sobre la inminente creación del servicio exterior común de la UE, no pude evitar comparar lo que ocurre en Europa con lo que pasa en América latina. En el Viejo Continente, durante una reunión en Luxemburgo la semana pasada, la UE acordó los primeros pasos para la constitución de un Servicio Exterior Europeo, que sería el cuerpo diplomático más grande del mundo. El servicio tendría 5000 diplomáticos y funcionarios y un presupuesto de 75.000 millones de dólares para sus primeros tres años.

La UE ya permite en su territorio la libre circulación para sus ciudadanos y turistas extranjeros, tiene una moneda común y está a punto de designar al primer presidente europeo. En nuestra región, hay países que ni siquiera mantienen relaciones diplomáticas con sus vecinos o están tan peleados que no tienen relaciones comerciales.

Ecuador rompió relaciones con Colombia en 2008 tras la incursión colombiana contra un campamento de las FARC en territorio ecuatoriano. Chile y Bolivia sólo mantienen relaciones consulares desde 1978 (nota: por decisión boliviana). Perú retiró recientemente a su embajador en Bolivia por comentarios insultantes de Evo Morales y llevó a la Corte Internacional de La Haya una disputa territorial con Chile.

La Argentina y Uruguay prácticamente no se hablan por el conflicto en torno a una planta papelera en Uruguay. Venezuela retira periódicamente a sus embajadores de Colombia, Perú y otros países.

Lamentablemente, estos y otros conflictos derivan en un alarmante aumento del gasto militar y en un freno al comercio regional.

El gasto militar en la región ha aumentado un asombroso 91% en los últimos cuatro años, hasta alcanzar el año pasado los 47.200 millones de dólares, según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres.

Los países latinoamericanos también pagan un alto precio comercial debido a su mutua desconfianza. Durante una visita reciente a Perú, un ministro me decía que ese país está a punto de empezar a exportar gas natural a México. Su vecino, Chile está por importar gas natural de Indonesia. La disputa fronteriza entre ambos países ha dificultado la exportación de gas entre ellos (nota: si Perú no hubiese inventado la disputa marítima, no le vendería gas a Chile por cualquier otro motivo).

En América Central, cinco países tienen monedas y reglas comerciales diferentes. Lo que es más absurdo aún, muchos países latinoamericanos ni siquiera tienen acuerdos que permitan que turistas de otras partes del mundo puedan visitar la región con una visa única.

La Organización Mundial de Turismo estima que para 2020 habrá 100 millones de turistas chinos por año. Pero muchos expertos en turismo coinciden en que América latina, probablemente, se pierda la avalancha de turistas chinos debido al problema de las visas: muchos chinos que barajen la posibilidad de viajar a la región querrán visitar más de un país y, tal vez, sean desalentados por el costo de obtener varias visas diferentes.

Mi opinión: En vez de firmar declaraciones grandilocuentes proclamando la definitiva integración latinoamericana, los líderes latinoamericanos deberían seguir los pasos de Europa.

La UE se inició con acuerdos concretos de intercambios comerciales de carbón y de acero, que luego fueron ampliados para incluir cada vez más productos. Luego se acordó la libre circulación de personas, la moneda común y ahora se crean un servicio exterior y una presidencia común. Los países latinoamericanos, con su potencial turístico, deberían emitir una visa común antes del Mundial de 2014, como preludio necesario para atraer millones de turistas asiáticos más adelante. Eso serviría más para crear empleos y reducir la pobreza que miles de discursos.

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jueves, octubre 01, 2009

Precios de la banda ancha en Chile duplican el promedio de los países de la OCDE

Nota: Ojo, que ésto es principalmente resultado de la mala regulación, no de la libre competencia. Lo aclaro porque últimamente se nos ha querido hacer creer que los mercados son malos y que la solución es que el Estado se haga cargo. Lo malo son las leyes que rigen estos mercados, que más bien traban la competencia y entregan beneficios excesivos a las empresas participantes (incluso restringiendo o dificultando el ingreso de nuevos competidores). Si aun así Chile tiene la mayor penetración de internet en Latinoamérica, ¿cuanto más podríamos mejorar con mayor competencia y subsidios para los sectores hasta ahora excluidos?

Con 9,7% de penetración, con datos a junio de este año, la banda ancha ofrece un importante espacio de desarrollo en Chile. Así al menos lo declaran el gobierno y las empresas del sector.

Sin embargo, a juicio del Consejo Nacional de Innovación este potencial de crecimiento y de masificación del acceso a Internet se ve amenazado por el nivel de precios al que se ofrece este servicio en nuestro país.

La entidad presidida por Eduardo Bitran tomó la información sobre este punto contenida en la versión más reciente del Barómetro Cisco de la Banda Ancha y la comparó con las tarifas de los países de la OCDE. La conclusión fue que los precios en nuestro país más que duplican el de las naciones desarrolladas.

Ello, pues tras hacer los ajustes al precio bajo el estándar de dólar de paridad de poder de compra (PPP) y sumándole los impuestos, para acceder a la velocidad más baja 256 kbps -de acuerdo con el criterio de la OCDE- en Chile se debe pagar US$ 48,36 ($ 26.500) mientras que la media de la OCDE no supera los US$ 20 ($ 10.900).

En el Consejo Nacional de Innovación indican que son varias las razones que explican esta situación. La primera es el modelo de integración vertical que existe en Chile y que impide la apertura de las redes.

En este sentido, llamaron a replicar la experiencia de algunos países que presentan los más bajos costos, en los que -dijeron- las autoridades optaron por separar las funcionalidades y crear empresas que se hacen cargo de la infraestuctura de redes.

Además en la entidad consideran que este nivel de tarifas hace prácticamente imposible alcanzar niveles de penetración que exhiben Alemania y Portugal, por ejemplo, con cerca de 30% y 20%, respectivamente. Lo anterior, porque el nivel de precios local restringe el acceso de los segmentos C3 y D, fundamentalmente porque las empresas del sector -indicaron- siguen concentradas en atender a los segmentos socioeconómicos de mayores ingresos con una oferta empaquetada con otros servicios.

Comparación injusta

En la industria estiman que la comparación del Consejo de Innovación no es justa, fundamentalmente por la brecha de ingresos existente, lo que hace que las realidades estén muy distantes.

En una de las firmas, indicaron que basta pensar que si Chile entra al grupo de economías desarrolladas será la más pobre.

Además, señalan que en muchos de estos países de la OCDE la calidad de la red y la desagregación de la misma avanza a partir de fuertes subsidios, como sucede en Australia.

Respecto de la paquetización, destacaron que en el mercado está disponible un plan de banda ancha desnuda por $ 12.990, mientras que también hay servicios libres o que funcionan mediante recargas.

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lunes, agosto 03, 2009

Argentina: Vecinos (cada vez más) lejanos

Brasil, Uruguay y Chile recuperaron la democracia un poco después que la Argentina, pero su evolución política los muestra hoy, dos décadas más tarde, muy lejos de los personalismos, las antinomias y las mañas de la política partidaria vigentes en nuestro país. Tres ejemplos que elegimos no seguir.

¿Qué nos sucede, vida, que, últimamente, la Argentina se parece cada vez menos a países vecinos como Uruguay, Chile y Brasil? En ellos habrá elecciones presidenciales este año y el próximo. Los mandatarios, con altos índices de aprobación, no serán reelegidos ni, más allá de sus afinidades personales y partidarias, designarán a dedo a sus sucesores, como en la transición de los Kirchner en 2007. En las listas para cargos legislativos no se prevé que vaya a haber candidatos que, de ser elegidos, no cumplan con el compromiso ético de dejar de ser funcionarios o gobernadores, como en las legislativas argentinas. Nadie teme un caos si los gobiernos cambian de color.

La Argentina, pionera en juzgar a las juntas militares, recobró en forma precipitada la democracia a finales de 1983, un año y monedas antes que Uruguay y Brasil, y casi siete antes que Chile. Más allá de las asociaciones regionales, cada país progresó por su cuenta y, a su vez, resolvió como pudo el drama de los años de plomo. En el último Índice Global de Competitividad, diagnóstico del Foro Económico Mundial sobre la habilidad de los gobiernos para proveer prosperidad a sus ciudadanos, Chile, Brasil y Uruguay, en ese orden, superan por varios cuerpos a la Argentina, rezagada al puesto número 13 entre 19 países latinoamericanos auscultados.

¿Qué nos sucede, en definitiva? ¿Insistimos en violar la ley, confundir lo público con lo privado y desdeñar la palabra empeñada, como dice Carlos Ortiz de Rozas? ¿O priman las decisiones sobre las deliberaciones y las negociaciones, como apunta Gerardo Caetano? ¿O, a diferencia de los otros países, el peronismo marca la cancha cual fenómeno político y cultural, como coinciden en afirmar Fabián Calle y Patricio Navia? ¿O los otros países, como Uruguay, invirtieron más en despertar confianza, como juzga Rafael Michelini? ¿O los liderazgos están por encima de las instituciones, como señala Gabriel Salvia? ¿O, acaso, campea entre nosotros una enorme confusión entre cuál de los Kirchner gobierna, como observa Chico Santa Rita? ¿O nos sucede todo eso, síntesis de las opiniones recogidas por LA NACION en los cuatro países, y algún bolero más?

"La diferencia básica con Uruguay y Chile es que, a pesar de haber tenido rupturas del orden constitucional como nosotros, respetan las leyes -dice el embajador Carlos Ortiz de Rozas, director del Instituto de Política Internacional de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas tras una dilatada trayectoria diplomática-. En la Argentina se condenó a las juntas militares, pero vino un presidente con facultades constitucionales y les concedió el indulto a los militares y los jefes guerrilleros. Después vino otro presidente y, como si nada hubiera pasado, retomó la condena contra los militares, no contra los jefes guerrilleros."

Como miembro del consejo de notables que elaboró la ley de ética pública, Ortiz de Rozas advierte sobre el peligro de dar malos ejemplos: "El argentino conduce su coche y, si nada se cruza en su camino, pasa el semáforo en rojo. En esa esquina puede cumplir o violar la ley. Tenemos varios ejemplos de incumplimientos de leyes. Nada es gratis. La imagen en el exterior es mala y no vienen inversiones. En Uruguay, en las recientes elecciones internas, el presidente Tabaré Vázquez respetó a los opositores y los opositores respetaron al presidente Tabaré Vázquez. No hemos visto eso en la Argentina desde que retornó la democracia. El ejemplo siempre viene de arriba".

Tras las internas de Uruguay, los candidatos presidenciales por el Frente Amplio y el Partido Nacional convocaron a los derrotados como compañeros de fórmula para los comicios del 28 de octubre. A su vez, el candidato oficialista, José Mujica, preso durante la dictadura que se había hecho famoso por fugarse con otros tupamaros de la antigua cárcel de Punta Carretas, se reunió con el candidato colorado, Pedro Bordaberry, hijo del presidente de facto Juan María Bordaberry. En la Argentina, tras los juicios promovidos por Raúl Alfonsín y los indultos firmados por Carlos Menem, los Kirchner ahondaron la antinomia entre los bandos enfrentados en los años setenta en lugar de abogar por la reconciliación.

"El problema argentino es ante todo político -considera, desde Montevideo, Gerardo Caetano, profesor de historia de varias universidades y miembro de número de la Academia Nacional de Letras de Uruguay-. La persistencia de una cultura política de la confrontación, de las antinomias irreductibles, de una acumulación de poder sobre otras perspectivas más negociadoras o institucionalistas que admitan al adversario y no lo estigmaticen hasta su negación configuraron, bajo gobiernos diferentes, una constante que ha bloqueado la consolidación del desarrollo y el arraigo de la democracia."

En 2003, en su primera cita con Bush, Néstor Kirchner se llamó a sí mismo "patagónico testarudo". En el Salón Oval, su anfitrión replicó: "Yo soy un texano testarudo, así que vamos a llevarnos bien". Luego quiso saber si, como "ese muchacho, Lula", era de izquierda: "Yo soy peronista", obtuvo como respuesta. Kirchner ya había percibido el interés de Chávez por acercarse a él la primera vez que se vieron, en Asunción, ese mismo año: "¿Por qué tengo 14.000 gasolineras en EE.UU. y no en la Argentina?". No era una pregunta; era una propuesta.

Este año, Barack Obama elogió a Lula a pesar de ser "percibido como un fuerte izquierdista" en los Estados Unidos: "¡Este es el hombre! -exclamó-. Me encanta este tipo"; dijo también que era "el político más popular de la Tierra". Con la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, aunque "su gobierno no concuerde con nuestra política exterior", tampoco ahorró alabanzas: "Es una de los mejores líderes de América latina". La relación de su país con ambos gobiernos, agregó, "señala el camino para otros países".

En la Argentina, herida por las viles "operaciones basura" supuestamente montadas por la CIA con los petrodólares de Chávez durante el gobierno de Bush, Cristina Kirchner comparó a Obama con su marido y aventuró que había leído a Perón. Los Kirchner siempre creyeron que sus desplantes a Bush y sus loas a Obama estuvieron dirigidos a presidentes de países distintos.

"Las nuevas formas de la política afectan a todos los países del Cono Sur, pero en la Argentina existen fenómenos que van contra las instituciones -concluye Caetano-. Me refiero al vaciamiento de los partidos, las persistentes apelaciones hacia movimientos y personas, la farandulización de la política, la banalización de los procedimientos y las garantías, y la prioridad otorgada a las decisiones sobre la deliberación y la negociación."

Néstor Kirchner desechó la posibilidad de ser reelegido en 2007. La designación de su mujer como delfina y, una vez en la presidencia, la continuidad de sus ministros y su estilo hermético de gestión dejaron entrever "que no entendió que las hegemonías no alcanzan a durar una década en la Argentina, como ocurrió con Menem y Perón", evalúa Fabián Calle, profesor de relaciones internacionales de las universidades Di Tella y Católica Argentina. Por definición, agrega, "el peronismo es una cultura impregnada de populismo, que deriva en una hegemonía por falta de instituciones. Puede ser tanto pro mercado y pro Washington como desarrollista y no alineado, y puede ser oficialista y opositor a la vez. El caudillo gobierna. Desde 1991 hasta proclamados antiperonistas votan por el peronismo. Y aquellos que quieren formar partidos necesitan una pata peronista".

Esa pata peronista, reflejo del movimiento que se resiste a ser partido, no existe en Uruguay, Chile y Brasil, donde los populismos de sesgo personalista tuvieron su cuarto de hora en el siglo pasado. En la Argentina, cara y cruz con el mundo, todo tiempo pasado fue mejor. La nostalgia fija la agenda, pero el largo plazo vence en un par de días.

"Prevalecen los liderazgos por encima de las instituciones y la confrontación por encima de la búsqueda de consensos -juzga Gabriel Salvia, director del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal)-. El Frente Amplio, la Concertación y el Partido de los Trabajadores tienen institucionalidad interna. El nivel de la dirigencia política argentina es claramente inferior."

Prueba de ello es la escasa cotización en foros internacionales de los ex presidentes argentinos en comparación con figuras como Julio María Sanguinetti, Ricardo Lagos y Fernando Henrique Cardoso.

La reinvención de la rueda

En poco más de un cuarto de siglo, el desarrollo de las democracias de Uruguay, Chile y Brasil resultó ser desparejo en comparación con el argentino. "La transición en nuestro país se dio en forma precipitada por la derrota en la guerra de las Malvinas -conviene Calle-. El primer gobierno democrático terminó antes de tiempo por la hiperinflación. En los otros países no terminaron de ese modo."

En la transición, Uruguay se resistió durante años a juzgar a los militares; Chile no habría revisado el prontuario de Pinochet de no haber sido detenido en 1998 en Londres, y Brasil tardó 24 años en responsabilizar al régimen militar de las violaciones de los derechos humanos entre 1964 y 1985.

En Chile, la Concertación gobierna desde el final de la dictadura de Pinochet, en 1990: en 19 años, socialistas y democristianos se alternaron en La Moneda acompañados de ministros propuestos por el partido derrotado en las elecciones internas. En la Argentina, la transversalidad declamada por Néstor Kirchner como una presunta reinvención de la malograda Alianza descarriló en el conflicto del gobierno de su mujer con el campo: el vicepresidente radical Julio Cobos terminó siendo una suerte de enemigo íntimo, vedado de inmiscuirse en los asuntos del Estado y de pisar el despacho presidencial.

"El gobierno de Cristina Kirchner parece ser muy artificial -dice desde San Pablo el especialista brasileño en marketing político Chico Santa Rita-. La presidenta no tiene un contenido profundo ni demuestra una inmersión total en los valores y las aspiraciones del pueblo. Su gobierno no se formó en la razón, sino en la emoción, que, por lo general, nunca es una buena asesora política. Le falta una fuerza impulsora. En la Argentina hay una gran confusión entre las dos personas que ejercen el poder. ¿Quién es Cristina y quién es Néstor? ¿Qué hace cada uno? Eso crea una dicotomía en la mente de las personas."

En el comienzo de su primer libro, Batalhas Eleitorais ["Batallas electorales"], Santa Rita sostiene: "Eleicao é guerra" [´Elección es guerra´]. En las legislativas del 28 de junio hubo un conato de guerra, más allá de haberse desestimado que, como toda consulta de medio término, eran un referéndum sobre la gestión presidencial. Estuvieron precedidas de una campaña mediocre, reflejado esto en el interés que despertó la caricaturización de los candidatos en Gran Cuñado, en desmedro de los mismos candidatos. Una vez concluidas las elecciones, la única certeza resultó ser la cuenta regresiva hacia las presidenciales de 2011. Y comenzaron las especulaciones. Cristina Kirchner, en lugar de felicitar a la ciudadanía por su conducta cívica, se tomó su tiempo para evaluar el resultado con extrañas ecuaciones y deducciones aritméticas. El llamado al diálogo y el cambio de ministros confirmaron la derrota no asumida.

En Uruguay, según el senador oficialista Rafael Michelini, líder de Nuevo Espacio, "la fórmula del gobierno del Frente Amplio fue más y más inversión. La inversión trajo empleo, mayor consumo interno, mejora de las exportaciones, aumento de la recaudación de las arcas públicas y, por lo tanto, dinero para llevar las políticas sociales adelante, lo cual retroalimentó la economía del país. Para que exista inversión, la estrategia de la izquierda fue simple: generar una ola de confianza inmensa en el país, y en sus reglas claras, transparentes, sostenidas en el tiempo".

En comparación con los vecinos, la Argentina no parece preocupada en cuidar su imagen: privilegia la democracia electoral, sustentada en los resultados de las urnas, sobre la cultura democrática, sustentada en las instituciones. "Las instituciones funcionan cuando la discrecionalidad de los actores se reduce y las reglas se aplican para todos por igual -dice, desde Manhattan, Patricio Navia, chileno, profesor de América latina de las universidades de Nueva York y Diego Portales, de Santiago-. Si las instituciones funcionan en una sola dirección, carecen de legitimidad. La Argentina ha querido hacer reformas muy rápidas y profundas. Chile ha privilegiado el gradualismo y el pragmatismo. La Concertación no intentó empezar de cero. Cambió cosas malas de la dictadura, pero mantuvo otras. En la Argentina parece que todos quieren reinventar la rueda. Incluso los malos gobiernos hacen cosas buenas."

Por regla general, según Navia, "las instituciones deben ser más importantes que las personas y las presidencias deben ser más importantes que los presidentes. Si los partidos y los movimientos se asocian con personas, como el kirchnerismo, el menemismo o el peronismo, va a ser difícil que puedan existir como instituciones políticas sólidas. Van a seguir siendo movimientos oportunistas, en torno a líderes personalistas."

¿Qué nos sucede, entonces? Todo eso y, seguramente, algún bolero más.

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lunes, marzo 23, 2009

Evolución de la expectativa de vida y mortalidad infantil en Sudamérica (1960-2006)

En el eje vertical, la mortalidad infantil. Mientras más alta, peor. En el eje horizontal, la expectativa de vida. Mientras más a la izquierda, peor.

Animación 1960-2006


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martes, marzo 17, 2009

OCDE dice que reducir obstáculos comerciales ayuda a la seguridad alimentaria

París, 17 mar (EFE).- La OCDE afirmó hoy que la reducción de los obstáculos a los intercambios comerciales de los productos agrícolas y un apoyo determinado al sector son "esenciales" para la seguridad alimentaria de los países emergentes.

En el informe "Políticas agrícolas de las economías emergentes: seguimiento y evaluación 2009", hecho publico hoy, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) analiza las medidas de siete países emergentes entre 2006-2008 para "atenuar la carga de los consumidores" y "asegurar el aprovisionamiento de productos alimentarios", en un entorno de inestabilidad de precios.

Las ayudas públicas al sector en esas economías emergentes fueron inferiores al 26% de media en los miembros de la OCDE: Chile 4%; Brasil y Sudáfrica 6%, China y Ucrania alrededor del 9%, y Rusia 14%. Las autoridades indias no facilitaron la información.

En el decenio que va de 1997 s 2007, estos seis países registraron diferentes evoluciones, ya que Chile, China y Sudáfrica aumentaron la protección y Brasil la mantuvo, mientras que Rusia y Ucrania redujeron las ayudas a la agricultura, si bien siempre se caracterizaron por tener las tasas más elevadas del grupo.

Las iniciativas más corrientes seguidas por estas economías en el período estudiado fueron la reducción o suspensión de los derechos de importación sobre los productos alimentarios o la imposición de trabas a la exportación.

No obstante, los autores del informe reconocieron que estos obstáculos no favorecen la seguridad alimentaria y perjudican a los agricultores nacionales, y por extensión a los socios comerciales, que dependen de las importaciones.

También pusieron el acento en que las diferentes reacciones constatadas responden a "las disparidades" en su situación comercial, su nivel de ingresos, la distribución de la pobreza en su población, la parte de gastos dedicados a alimentación y la política económica pública, apunta el informe.

Así, el ingreso medio en Chile (país exportador neto) es 2,5 veces más elevado que en China (importador neto), el porcentaje de gastos dedicado a alimentación es aproximadamente dos veces menor y la presencia del Estado en el mercado es mínima.

Para reforzar el sector agrícola en el largo plazo, la OCDE recomendó reducir el apoyo público y las medidas creadoras de distorsiones, que se benefician de un "montante desproporcionado de subvenciones", para "orientarlo hacia el suministro de bienes públicos" tales como la investigación, las infraestructuras, la formación y la comercialización.

Aunque los autores del análisis valoraron el nivel creciente de ayudas a los bienes públicos en las siete economías analizadas, subrayaron "la necesidad de incrementar las inversiones públicas" en ese campo.

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sábado, marzo 07, 2009

TLC con Chile: entre orgullos y complejos

Perfiles: Chile, Perú

La reciente discusión política con ocasión de la entrada en vigencia del TLC con Chile se ha centrado en temas formales jurídicos. Básicamente sobre si la aprobación del mismo debió pasar por el Congreso, o si, tratándose de un acuerdo ejecutivo, era suficiente la aprobación por el Ejecutivo. Sobre si se aplica el artículo 56 de la Constitución o -además- el 118. Sobre si se afecta la soberanía nacional, o si como dice expresamente su artículo 19.2 en esta materia priman los Tratados de Lima de 1929 y los 3 de 1999. Creo que debemos regresar el debate al tema de fondo: el económico.

Con 17 millones de habitantes Chile tiene un PBI nominal de 164 billones de dólares, (2007) 52% mayor al del Perú. Su PBI nominal per cápita es de 9,884 dólares, superior en 158% a los 3,826 dólares del Perú. (Siempre cifras del 2007.) Aun si ajustamos las cifras por Poder de Paridad de Compra (PPC) el PBI per cápita chileno, siendo 13,921 dólares, es 78% superior a los 7,809 dólares del per cápita peruano.

Desde esa realidad el TLC con Chile amplía el mercado del productor peruano más que duplicándolo. Hoy el productor peruano -orgulloso de su pasado y confiado en su futuro- exporta a Chile confecciones textiles de Chincha, paltas de La Libertad, espárragos de Ica, orégano de Tacna, artesanías serranas, minerales de Moquegua, etc. Comprendiendo que la verdadera integración no es sólo de bienes, sino que debe incluir adicionalmente servicios, capitales y personas, el Tratado no modifica un ápice el programa de desgravación arancelaria en curso (firmado en 1998), pero incorpora un capítulo para que empresas peruanas de médicos, arquitectos, ingenieros, y todo lo que son servicios, puedan operar en Chile, y otro capítulo para proteger a las decenas de miles de peruanos que emigraron a Chile.

Quienes por legítimas razones políticas se opusieron desde un principio al Tratado hoy lo llevan al Tribunal Constitucional. El fallo está cantado pues el instrumento cumple todas las formalidades del caso. De manera que, aproximadamente para fiestas patrias, el TC habrá fallado a favor del productor peruano. De la generación de valor y empleo en el Perú. A favor del crecimiento de nuestros mercados y de la protección de la pequeña, mediana, y gran inversión privada. (¡El Perú es un país de propietarios y productores!) Habrá fallado a favor del orgullo nacional y no de quienes tienen mentalidad perdedora y complejos del pasado.

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martes, marzo 03, 2009

Argentina: ¿Cómo hace Chile para crecer?

Las exportaciones de Chile dependen sobre todo del cobre, cuyo precio internacional cayó más que el de la soja. Sin embargo, su economía tiene mejor pronóstico que la nuestra. En su superávit estructural y el fondo anticíclico está la clave.

Los chilenos no están en el mejor de los mundos: el 60% del total de sus exportaciones son productos minerales y, principalmente, cobre. El precio de este mineral cayó desde los 4 dólares la libra durante buena parte del año pasado hasta menos de 1,5 dólares en estos días. Para colmo venían acostumbrados a precios altos porque ese mineral no baja de los 2,5 dólares desde el 2006.

Se diría que están peor que nosotros ya que, mientras la soja cayó un 40% respecto del pico del 2008, el cobre cayó más del 60% y Chile tienen un comercio menos diversificado que el nuestro. Sin embargo Chile va a seguir creciendo este año y nosotros, con suerte, podremos esperar un decoroso estancamiento.

Claro, Chile no está endeudado, no tiene que pagar el 6% de su producto bruto a acreedores externos y no tiene una inflación como la nuestra; por otra parte, puede endeudarse en el mercado internacional hasta que pase el chubasco. En esas condiciones, los chilenos pueden hacer políticas anticíclicas, mientras nosotros no.

Pero hay algo más. Ese algo más es lo que "realmente" le permitió a Chile estar menos endeudado y responder a la crisis internacional mejor que nosotros. Los chilenos hace 8 años definieron un criterio fiscal: el del "superávit estructural".

Todas las cuentas presupuestarias las hacen sobre la base de considerar el crecimiento económico y el precio del cobre de largo plazo. Si el país crece por encima del nivel de largo plazo y si el cobre tiene un precio alocadamente alto, el aumento de los impuestos que esos fenómenos producen no se gasta. Se acumula en dólares en el exterior para que no generen inflación ni retraso cambiario.

Si, como ahora, baja el precio del cobre y, como es de esperar, el país crecerá por debajo de su nivel de largo plazo, se recaudará menos pero se podrá recurrir a lo ahorrado para que un gasto mayor atenúe la caída de la actividad.

Algo más: para definir lo que sería el crecimiento chileno y el precio del cobre en el largo plazo, se recurre a académicos independientes del poder político. De esa forma se evita la tentación de exagerar esos valores con objetivos electoralistas.

Parece sencillo y aplicable en la Argentina. Pero no lo es, y no por motivos técnicos. Imaginemos nuestro país del primer semestre del 2008. La soja y el resto de nuestros productos de exportación estaban desde hacía rato bien por encima de un valor razonable de largo plazo y, en virtud de la falta de políticas contracíclicas desde fines del 2006, teníamos un exceso de gasto público y privado. La consecuencia, una inflación desbordada.

En ese contexto y con la soja acercándose a los 600 dólares la tonelada, el Gobierno y el sector agropecuario discutían la apropiación de una renta adicional que no existía: no era fruto del trabajo, era fruto de una circunstancia azarosa que inevitablemente iba a pasar.

Ya sea en manos del Gobierno o en manos de los productores esa renta hubiese producido nuevos desequilibrios y limitado la capacidad del país para responder a la inevitable caída posterior. Lo único indicado era la solución chilena.

Ningún gobierno en nuestro país buscó construir instituciones para la gestión de la macro economía como el "superavit estructural" chileno, por eso la Argentina es el país del mundo con mayor variabilidad en sus tasas de crecimiento (variabilidad que incluye increíbles retrocesos) y con las oscilaciones más bruscas en su tipo de cambio real. Esas oscilaciones reducen, en definitiva, el crecimiento de largo plazo y generan algunos ricos en un mar de pobreza.

Pero hay algo que inquieta más que esa incapacidad para la gestión pública. Es que, si algún gobierno quisiese constituir un fondo anticíclico con una institucionalidad como la chilena, posiblemente sería resistido por la población. Estaría planteada la sospecha sobre la administración de ese fondo, ya que se lo vería como una ocasión para la apropiación indebida de recursos públicos.

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jueves, febrero 19, 2009

S&P: Diferencias entre Chile y Perú

Perú contaría con una mayor capacidad para crecer rápidamente durante los próximos cinco años si tiene éxito en avanzar con los proyectos para desarrollar su atrasada infraestructura física, afirmó la agencia calificadora de riesgo crediticio Standard & Poor"s.

Según el estudio "Chile y Perú: contraste de historias de gobernabilidad y servicios públicos", publicado por Standard & Poor"s, Chile es un país más rico que Perú con una economía más madura y mejor infraestructura física, por lo que es poco probable que experimente tasas altas de crecimiento en los próximos años.

Agregó que el crecimiento de Chile dependerá cada vez más de las habilidades y el nivel de educación de su mano de obra, que probablemente sólo mejore en forma gradual.

También dijo que la diferencia en el nivel de desarrollo económico entre los dos países refleja la importancia de contar con fuertes instituciones públicas, así como el rol que tiene el gasto público en infraestructura física (carreteras, energía, puertos y aeropuertos) y en el capital humano (educación y formación) para modernizar el país.

Además, la agencia calificadora de riesgo dijo que muchos años de estabilidad económica y el constante crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) han contribuido a que Chile tenga un sistema financiero más profundo y más resistente que Perú.

El total del crédito del sistema bancario al sector privado equivale
aproximadamente al 75 por ciento del PBI en Chile, en comparación con poco más del 21 por ciento en Perú; mientras que alrededor del 60 por ciento del total del crédito en Perú se denomina en dólares, frente a alrededor del 80 por ciento que hubo en 2002.

En ese sentido, dijo que el alto nivel de dolarización plantea un riesgo en caso de un brusco cambio en el tipo de cambio, limitando la flexibilidad monetaria de Perú y su capacidad para disfrutar de todos los beneficios de un flotante tipo de cambio.

Al contrario, el sistema financiero chileno no está dolarizado, teniendo su banco central más discreción para decidir si interviene en el mercado de divisas durante los períodos de fuerte movimiento.

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lunes, noviembre 07, 2005

Chile: por qué le va bien

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Tomado de La Nación, Buenos Aires - Argentina (enlace al pie)

"Recorrer las calles de Santiago es la forma más rápida y barata que tiene cualquier argentino de asomarse a una ciudad del Primer Mundo". Los índices de crecimiento de este país se palpan a cada paso. La Revista indaga en las claves de un fenómeno que no se detiene pero que, a pesar de todo, algunos cuestionan: "el milagro chileno".

SANTIAGO, Chile.– Un Mercedes descapotable transita victorioso por Isidora Goyenechea, una avenida del barrio Vitacura donde a cada paso aparece un restaurante con carta de exóticas propuestas. Es la hora del after office y sobran sitios para detenerse por un buen trago. El paisaje incluye tonos verdes, pero también edificios modernos que se ven perfectamente desde cualquier vereda: no hay carteles que molesten, ni banderas partidarias ni papeles volando por el aire.

En el Valle de la Dehesa, una urbanización enorme en la parte alta de la ciudad, se ven obreros con cascos amarillos, grúas que van y vienen, camiones que desbordan de ladrillos y bolsas de cemento, jardineros que cortan el pasto con esmero frente a casas aún sin terminar, clima de plazos que se cumplen. Es una foto de la película que se ve hoy en Chile: la de un país en expansión, vital, moderno, en permanente construcción.

Allí donde se vaya, la impresión será la misma: orden, limpieza, organización. No hay basura en las calles ni afiches pegados en las paredes, a pesar de que las elecciones presidenciales y legislativas se harán en apenas un mes.

Caminar por Santiagohattan –algunos ya lo llaman así–, la zona financiera ubicada a la entrada del residencial barrio de Vitacura, adonde se mudaron desde el casco histórico de la ciudad las principales oficinas comerciales, de líneas aéreas y de turismo, no deja dudas del cambio de fisonomía de la ciudad. Allí, el visitante se siente más cerca de Nueva York, Londres o Tokio que de cualquier ciudad latinoamericana.

Efectivamente, la brecha entre la capital del país trasandino y sus vecinos de América latina se está ampliando. Y las pruebas están a la vista: el crecimiento de la construcción, el espectacular salto en materia de infraestructura vial, portuaria y aeroportuaria, los niveles de consumo y los cambios que han experimentado las principales ciudades son el ejemplo más visible de un país que crece al 6 por ciento anual, pero que, si se toman los últimos 20 años, lo hizo a un 5,4 de promedio, lo que lo pone, por lejos, como el país de América latina con mejor desempeño. Sin duda, la variable principal detrás de ese crecimiento sobresaliente fue la elevada inversión productiva de los años 90, pero también la convicción de las elites dirigentes de que un país con 15 millones de habitantes y una geografía angosta y larga, arrinconada entre la Cordillera y el mar, debía buscar nuevos mercados, establecer acuerdos de libre comercio y salir al mundo a competir. La bonanza económica se ve en la flamante red de autopistas que une la parte alta de la ciudad con el centro, el aeropuerto y la salida a Valparaíso. También en las avenidas y calles desbordadas de autos de una enorme variedad de modelos, en gran medida importados y que según las estadísticas se renuevan, en promedio, cada dos años. O en el nivel de consumo en shoppings y otros centros comerciales de las zonas más elegantes, como Providencia, Vitacura, Las Condes, La Dehesa, áreas donde se observa la mayor concentración de riqueza y donde se multiplican los rincones exclusivos, como las cuatro cuadras de Alonso de Córdoba, una suerte de Rodeo Drive poblada de grandes marcas. La ciudad –con la red de subterráneos más moderna de América latina– creció camino hacia Farellones, el centro de esquí más cercano que tienen los santiaguinos.

Pero no por ello le dio la espalda a su encantador centro histórico, con la Plaza de Armas, la Alameda, el Palacio de la Moneda y otros edificios patrimoniales que el país ya prepara para los esperados festejos del bicentenario, en los que Chile trabaja desde hace años.Muy cerca, en la sede de la representación diplomática argentina, en la esquina de Miraflores y Huérfanos, el embajador Carlos Abihaggle es un espectador privilegiado de este proceso de transformación que pone a Chile, en muchos aspectos, en el nivel de un país del Primer Mundo. Lo dice sin vueltas: "Tantos años de sufrimiento disciplinaron a la sociedad chilena".

El resultado –en su visión– es un país con reglas y normas que se cumplen, cualquiera sea la ideología, con una alta cultura impositiva y una fuerte institucionalidad. "La gran fortaleza de Chile es su capacidad para tener políticas de Estado y también el haber sabido insertarse en el mundo", dice.

Competitividad

Un ejemplo de este abrirse al mundo es LAN, empresa aérea que el 8 de junio pasado empezó a operar en la Argentina, que aspira captar durante 2006 un 30 por ciento del mercado de cabotaje en las rutas que opera en nuestro país y que proyecta alcanzar una facturación superior a los 150 millones de dólares. "La clase empresarial chilena asume riesgos y cuenta con un perfil muy abierto a la competencia –dice Luis Ernesto Videla, director ejecutivo de LAN–. La búsqueda permanente por mejorar y ser competitivo en el mercado, por mérito propio y sin apoyos externos, ha contribuido a este proceso de modernización."

Pero hay también aspectos culturales que despiertan la atención del visitante: la poca burocracia estatal, los altos niveles de legalidad impositiva y laboral, la eficiencia con que se atiende al ciudadano en las reparticiones públicas. Y la sensación de que los proyectos que anuncia el Estado –la construcción de autopistas en el Sur para sacar por los puertos de Valparaíso y San Antonio los productos exportables, o la promesa de que en quince años Chile será un país bilingüe, por ejemplo– se hacen realidad.

Tanto los informes internacionales de competitividad como los estudios académicos atribuyen el exitoso crecimiento de la economía chilena no sólo al buen manejo de las variables macro, sino también a la solidez de las instituciones públicas, la estabilidad política, el imperio de la ley, la baja corrupción y la previsibilidad. "Creo, sin embargo, que hay otros factores que no se mencionan, pero que son decisivos: una constante preocupación por mejorar la productividad en todos los ámbitos, incluido el sector público, el desarrollo de una cultura de iniciativa y responsabilidad individuales y una menor dependencia del Estado, con una clase dirigente que mira más allá de la coyuntura y es capaz de ponerse de acuerdo en políticas de largo aliento", dice el sociólogo José Joaquín Brunner, profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez y director del programa de Educación de la Fundación Chile.

A su entender, los beneficios de este proceso de modernización –crecimiento, mayor bienestar y más consumo– se extienden a lo largo y a lo ancho del país. "Por cierto que hay regiones que crecen más rápido que otras y subsisten diferencias entre las zonas urbanas y las rurales menos dinámicas", asegura.Sin duda, al salir de Santiago y adentrarse en las distintas regiones en que está dividido el país, el visitante se enfrenta a un Chile más humilde, pero hay ciertas características que se mantienen: el orden, la disciplina, la limpieza, el respeto por las normas.

Aprendizajes

La Argentina exporta 4000 millones de dólares por año a Chile (la mitad en concepto de petróleo y gas) e importa por 400 millones. Nuestro país sigue siendo el principal destino de las inversiones chilenas en el extranjero. Tenemos 5000 km de frontera en común, un millón de chilenos vienen por año a la Argentina y 400 mil argentinos viajan a Chile. De los 800 mil chilenos que están en el exterior, 420 mil viven en nuestro país. El proceso de integración es creciente, pero la sensación de los argentinos que visitan Chile, hoy por hoy, es que hay mucho que aprender de ellos.

"Es lindo vivir en un país donde todo funciona. Chile se modernizó, no hay burocracia, se respetan las reglas de juego, a veces con pequeñas variaciones, pero todos siguen un camino –dice la periodista Carmen Jaureguiberry de Molina, argentina, radicada en Chile desde 1970–. Acá la gente sufrió mucho; el país estaba en un pozo. En la gestión de Hernán Bucchi se hicieron muchas reformas dolorosas; la gente aprendió y hoy cuida lo que se consiguió con tanto esfuerzo", asegura.

Ciertamente, la población bajo la línea de pobreza en 1987 era del 45 por ciento y hoy es del 18,8 por ciento. El gasto social por habitante se triplicó entre 1989 y la actualidad.Sin embargo, hay quienes, como Alicia Romo Román, rectora de la Universidad Gabriela Mistral, primera institución privada de educación superior de Chile, sostienen que el presente de nuestros vecinos es el resultado de un proceso que tiene más de 30 años.

"En 1973 el país estaba colapsado. Su vieja institucionalidad se demostró incapaz de resolver los conflictos", asegura. Para Román, la clave de la modernización fue la posibilidad de tener un largo período sin actividad política, donde el gobierno pudo trabajar técnicamente con gente idónea. "A partir de 1990, los gobiernos de la Concertación tuvieron al prudencia de no tocar lo que aquella etapa había sembrado."

También destaca el shock violento con que el país se abrió a mediados de los 70 y el quiebre definitivo con el proteccionismo industrial. "En los últimos 15 años aprendimos a movernos por el mundo", asegura.

En las antípodas, Ricardo French Davis, economista, profesor de Economía de la Universidad de Chile, partidario de la Concertación, que lleva como candidata a Michelle Bachelet, sostiene que Pinochet terminó su gobierno con una imagen de gran reactivación, pero que si se toma el salario promedio de toda su gestión, era menor que en la década del 70, y los niveles de pobreza también. "Muchos dicen que este modelo es el mismo de la dictadura, pero no es así; tuvo importantes correcciones", asegura desde su oficina, rodeada de jardines, en el magnífico edificio donde funciona el cuartel general de la Comisión Económica para América latina (Cepal), de la que es asesor.French Davis cree, sí, que los pueblos aprenden y que la voluntad –desde todo el arco ideológico– de hacer continuidad y cambio y no borrón y cuenta nueva son las verdaderas razones del milagro chileno.

Matices

En el lounge del hotel San Cristóbal Tower, un piso 21 con la mejor vista del río Mapocho y de toda la ciudad, casi no se siente hablar español. Hay norteamericanos, japoneses, europeos. Son huéspedes de toda partes que llegan a Santiago, atraídos por el clima de negocios que se genera en el país. Son los mismos que en sus ratos libres se hacen una escapada a Donde Augusto, el concurrido restaurante del Mercado Central que los acerca al otro Chile, más pintoresco y artesanal. O los que reservan mesa –aun antes de llegar a Santiago– en Zully, el ecléctico y cosmopolita restaurante de moda, en el también de moda barrio Brasil. O que piden el típico lomo "a lo pobre" (con papas fritas y huevos fritos) en el barrio de Miraflores, un San Telmo en miniatura, al pie del cerro Santa Lucía.

Cuando a Luis Maira, representante del gobierno de Ricardo Lagos en Buenos Aires, se le pregunta por qué a Chile le va bien, dice que porque en su país a la política van los mejores, gente con una sólida formación académica que ha elegido la vida pública como una opción. También destaca que la transición chilena se inició en un momento dramático, un mes después de la caída del Muro de Berlín y que los dirigentes chilenos – a diferencia de los del resto de América latina– comprendieron rápidamente el cambio de escenario internacional, incluida la revolución científico-tecnológica, y orientaron sus decisiones en consecuencia.

Pero hubo algo más: "Fuimos moldeados por una dictadura terrible, que nos obligó a ser responsables, disciplinados, serios, hasta diría exitosos, porque el menor problema hubiera hecho que se planteara el regreso a tiempos ya superados".

Maira reconoce que si el fantasma del regreso de Pinochet no los hubiera estimulado a hacer buena letra, tal vez habrían tenido una mayor tendencia al gasto público. Lo que el embajador de Chile en la Argentina señala de los políticos chilenos llama la atención como una característica de la dirigencia trasandina en general: la gente que ocupa los lugares destacados en las empresas y otros estamentos dirigenciales es notablemente preparada. Para decirlo sin vueltas: a los niveles de decisión no llega cualquiera, y hay también una estrecha relación entre la posición socioeconómica y el nivel cultural de los chilenos. Esta segmentación parece bien asimilada por la sociedad.

"El aceptar el lugar que a cada uno le ha tocado, sin resentimientos, genera un clima social muy sano", dice Patricio Ahumada, directivo de una de las cadenas de supermercados más grandes de Chile.Cierto es que el acceso a la universidad no es irrestricto, como en la Argentina. Los estudios universitarios se pagan, incluso en las universidades públicas. La cuota, en ambas, está en el orden de los 400 dólares por mes, pero hay sistemas de becas y los bancos dan créditos.Además, se ve la mano del Estado en la infraestructura educativa: la mayoría de las escuelas, aun las de los barrios más humildes, tienen excelentes edificios. "Si el Estado dice que dentro de cinco años va a entregar equis cantidad de casas, o de rutas, o lo que sea, no hay ninguna posibilidad de que no cumpla", dice Ahumada.

Todo esto no impide que el "modelo" chileno también despierte críticas internas. Las que hicieron más ruido últimamente provienen de Felipe Lamarca, uno de los más conspicuos representantes de la elite empresarial chilena y ex titular de la poderosa Sociedad de Fomento Fabril, Sofofa.

"Hay que introducir cambios para que el mercado funcione con más competencia y menos concentración de poder –dice Lamarca–. Es urgente hacer reformas. En un sistema que sólo tiene de mercado el nombre, pero donde todos los poderes están concentrados, el chorreo (hacia las clases más desposeídas) funciona a goteo", advirtió.

El salario promedio es de 350 mil pesos chilenos, unos 600 dólares, muy bajo para el nivel de vida y de consumo que tiene actualmente la sociedad chilena. Las estadísticas arrojan que hay 250 mil familias viviendo en la extrema pobreza."Lo macro va bien; el problema es lo micro. Hay un gran desarrollo económico, pero los índices dejan que desear en desarrollo humano", afirma Vicky Quevedo, directora de Foro Ciudadano, una ONG que trabaja con organizaciones sociales comunitarias.En la sede de la Fundación Avina, en el corazón de Providencia, Vicky y su colega Juan Carlos Cárdenas, director ejecutivo de Ecocéanos, organización ciudadana independiente que trabaja por la conservación y el desarrollo sustentable, expresan sus reparos con el llamado "milagro chileno". "Chile parece la buena casa en el mal barrio", se lamenta Cárdenas. "La cara exitista del modelo se contradice con otra realidad: la de un país que tiene una de las peores distribuciones de riqueza del mundo y donde la brecha entre ricos y pobres es enorme", se indigna.Pero, como señala Patricio Fernández, director de la transgresora revista The Clinic, lo interesante del Chile de hoy es que esa preocupación ya no es privativa de la izquierda, que desde todos los sectores hay coincidencia en atacar la amenaza de quiebre social que genera la concentración de la economía.

Desde su oficina, en la calle Santo Domingo, Fernández analiza: "La gente se ha ido liberando del patrón autoritario y de que tiene que pedir permiso para vivir". Una prueba son los 55 mil ejemplares que vende este quincenario, que revolucionó la manera de hacer periodismo en Chile y que hace apenas 7 años era considerado un producto marginal."Todavía hay mucho por hacer –se entusiasma–. Pero el proceso que estamos viviendo en este país es muy bueno."

Por Carmen María Ramos (enviada especial)

Carabineros

Los estudios de opinión destacan a Carabineros como una de las tres instituciones con mayor credibilidad ciudadana.

"Desde el poder político se ha estimulado la conciencia colectiva de que la función policial que ejercen es muy importante para la ciudadanía y en el seno de la institución, que la ciudadanía es el principal cliente de los carabineros, por lo cual se debe fortalecer el proceso de integración", dice Felipe Harboe, subsecretario de Carabineros de Chile.

"Este país ha sido ubicado en el primer lugar del mundo en manejo macroeconómico. Estas condiciones, sumadas a la estabilidad política, permiten dar continuidad y profundizar los esfuerzos en mejorar la distribución del ingreso como elemento clave en la prevención social del delito", asegura.

Los nuevos argentinos

Por Alfredo Sainz

Recorrer las calles de Santiago es la forma más rápida y barata que tiene cualquier argentino de asomarse a una ciudad del Primer Mundo. Las veredas están limpias, el parque automotor ha sido completamente renovado (es imposible cruzarse con un Renault 12 o un Duna) y casi no se ven villas miseria. Esta primera impresión que se lleva el turista se confirma cuando se analizan algunos datos concretos de la economía. Del otro lado de la Cordillera, el desempleo se ubica por debajo del 9%, sin la necesidad de implementar subsidios del estilo Jefes y Jefas de Hogar, la deuda externa pública no llega a los US$ 10.000 millones y en los últimos diez años la tasa de pobreza cayó a menos de la mitad.

Los innegables éxitos del llamado modelo económico chileno –cuya única mancha es la distribución del ingreso, ítem en el que el país continúa mostrando uno de los peores índices de la región– también se tradujeron en una expansión de sus empresas en la Argentina y en otros países de la región.

La primera ola de inversiones se concretó a principios de los 90 y no terminó del todo bien para la mayoría de las compañías chilenas, en parte por la recesión que se desató en la Argentina a partir de 1998 y, además, porque no supieron amoldarse a un mercado diferente e intentaron aplicar su receta de negocios sin ningún tipo de adaptación.

No es un punto menor. Por momentos, los chilenos corren el peligro de convertirse en los nuevos argentinos, al menos en la consideración de sus vecinos. No son pocos los que los acusan de creerse que se las saben todas a la hora de encarar un negocio y de jactarse, al mejor estilo porteño, de poder hacer lo que quieren en otro país. Quizá deban tener en cuenta una lección: es un gran mérito acercarse a la riqueza (¡ojalá pudiéramos los argentinos!), pero es muy feo aparecer como un nuevo rico.

* El autor es periodista de la sección Economía

La otra cara del éxito

La salmonicultura es una de las industrias estrella de la gestión de Ricardo Lagos y refleja la tan buscada articulación entre la inversión transnacional, los sectores emergentes chilenos, la tecnología, la mano de obra y los recursos naturales. Creció 1900 veces en los últimos 15 años, por lo que Chile ya es el segundo productor mundial en salmones, detrás de Noruega. La industria se concentra en la región de los lagos, en Chiloé. Se trata de la X Región, que hace quince años era la séptima más pobre del país y hoy ocupa el sexto lugar. "Esto significa que el crecimiento no chorrea", dice Juan Carlos Cárdenas, de Ecocéanos.

"El 80 por ciento de la gente gana allí 280 dólares, que es el salario mínimo; trabaja 14 horas de pie, y con horas extras gana 320 dólares. Se trata de la región del país con menor desempleo, pero con el empleo de peor calidad. Esto nos dice que en Chile tenemos empresarios con estándares del Primer Mundo en productividad y del Tercer Mundo en desarrollo humano", asegura.

Link corto: http://www.lanacion.com.ar/753232
ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.