Las exportaciones de vino chileno superaron los 98 millones de dólares en junio pasado, con un alza de 22% respecto al mismo mes de 2008. Las exportaciones alcanzaron a 2.792 cajas en junio del año pasado y ahora llegaron a 3.800, con incremento de 36,5%. Los precios promedio de venta del vino chileno en el exterior fueron un 10,6% más bajos que el año pasado (25,9 dólares por cada caja de vino).
Entre los principales mercados figuran Estados Unidos, con un alza de 54% en junio; Brasil que aumentó 49% y Japón que creció más de 66%.
Pese a este cambio de tendencia, el primer semestre de 2009 cerró con una caída de 4,4% respecto al mismo periodo de 2008. En el primer semestre se exportó vino embotellado por más de 506 millones de dólares, 4,4% menos que en el mismo lapso del año pasado.
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jueves, agosto 06, 2009
viernes, julio 31, 2009
Ventas reales de supermercados en Chile suben 3,3% en junio

El INE dijo que la variación anualizada de junio es mayor a la observada el año anterior, aunque es el tercer valor más bajo para un mes de junio desde que se realiza la medición.
El resultado "fue frenado en parte por el efecto calendario, debido a que en junio de 2009 se registró un domingo menos en comparación con igual mes de 2008, anotando un efecto negativo en las ventas, que no se compensó con el fin de semana largo registrado en el año 2009 producto del día festivo de San Pedro y San Pablo", agregó.
La serie de supermercados desestacionalizada, corregida por efecto calendario, mostró en junio un crecimiento de un 4,5 por ciento en 12 meses y de un 0,9 por ciento frente a mayo.
En términos nominales, las ventas de supermercados mostraron un crecimiento de 7,0 por ciento en junio frente al mismo mes del año pasado, aunque cayeron un 5,9 por ciento comparado con mayo.
La industria de los supermercados en Chile es liderada por D&S, filial de la gigante estadounidense Wal-Mart, y Cencosud.
También participa en este negocio el grupo minorista Falabella.
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martes, julio 28, 2009
Producción industrial Chile habría caído 9,9% en junio
La estimación para la producción industrial de junio corresponde a la mediana de las respuestas de ocho analistas y economistas del sector financiero. El promedio también fue de una caída de un 9,9 por ciento.
"No vamos a ver una recuperación de la actividad y de la producción industrial hasta, quizás, fines de año. Todo esto es consecuencia de la contraída demanda externa e interna", dijo Guillermo Pattillo, economista de la Universidad de Santiago.
Si los pronósticos se cumplen, la producción industrial sumaría su novena contracción mensual consecutiva y afianzaría expectativas de un negativo desempeño de la economía en junio, medida por el índice Imacec.
De tener una contracción en junio, la economía completaría dos trimestres consecutivos de caídas interanuales del PIB, lo que tradicionalmente se clasifica como recesión.
"De materializarse ese escenario (caída producción industrial) creemos que la caída del Imacec estaría entre 4,5 y 5 por ciento (en junio). Para el segundo trimestre, la caída sería de 4,5 por ciento", dijo Rodrigo Ibáñez, economista del Departamento de Estudios de la correduría Banchile Inversiones.
Agregó que el segundo trimestre marcaría el piso en términos de la actividad económica, luego de que el PIB se contrajo un 2,1 por ciento en el primer trimestre de este año.
En junio del 2008, la producción industrial -liderada por sus exportaciones de cobre, celulosa y salmones- anotó una baja de un 0,9 por ciento, mientras que en mayo de este año el sector cayó un 10,5 por ciento.
"El sector minero, especialmente sus volúmenes, está presionando a la baja el desempeño de la industria. Tampoco estamos observando una recuperación de la demanda interna", dijo David Duarte, analista de 4CAST.
Las ventas industriales habrían caído un 8,8 por ciento en junio y "mientras los inventarios de la industria no se reduzcan es imposible pensar en una real recuperación", agregó.
SUBE LA DESOCUPACION
Para el desempleo del trimestre abril-junio, en tanto, el sondeo arrojó una mediana de un 10,6 por ciento, cifra que se ubicaría por encima del 8,4 por ciento del mismo trimestre del año pasado y del 10,2 por ciento registrado en el trimestre inmediatamente anterior, marzo-mayo 2009.
Se trataría del mayor desempleo en cinco años.
"Esta tendencia al alza se prolongaría en los próximos meses, reflejando el impacto de la crisis económica en el mercado laboral", dijo un informe de Inversiones Security.
El alza en el desempleo también estuvo afectada por razones estacionales, asociadas a los negativos efectos del invierno austral en sectores como la agricultura.
El promedio de las respuestas para el desempleo del trimestre abril-junio también fue de un 10,6 por ciento, de acuerdo con nueve respuestas recabadas.
Las cifras de producción industrial y del desempleo serán difundidas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) el jueves a las 09.00 hora local (1300 GMT).
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domingo, julio 19, 2009
Los conquistadores del 'Apolo 11'
- Relacionado: NASA Chile, revive los 40 años del alunizaje del hombre en la Luna
Hay quien niega que aquel colosal esfuerzo fuera un salto para la humanidad. No entienden que mostrar imágenes del insignificante lugar de la Tierra en el universo dio una lección de humildad

Los seres terrestres se percataron de la existencia de la Luna por primera vez hace unos 300 millones de años. De noche, su luz era la única guía que tenían, hasta que aparecieron los humanos y descubrieron el fuego, y luego la pintura, la música y la poesía. A lo largo de los siglos, los griegos de la antigüedad, Shakespeare, Beethoven, Van Gogh, García Lorca y otros genios vieron una fuente de inspiración en la gran esfera blanca, siempre misteriosa e inalcanzable. Hasta que hace exactamente 40 años, por primera vez en la historia del universo, un ser humano pisó su superficie. Y lo vimos y lo oímos, los que tuvimos la suerte de estar vivos, en directo por televisión. Fue como si hubiéramos seguido en nuestras pantallas la llegada a América de Cristóbal Colón, sólo que esta aventura fue infinitamente más osada y peligrosa. Los tres conquistadores del Apolo 11 no viajaron al fin del mundo; viajaron a otro mundo. Lo dijo Andrew Smith, autor del libro definitivo sobre los astronautas del programa espacial Apolo: el espectáculo televisivo de aquellos días fue "el teatro más alucinante de todos los tiempos".
Fue la ciencia al servicio del arte. Los hombres fríos, matemáticos de la NASA -ninguno más frío que el comandante de la misión, Neil Armstrong-, crearon un reality show cuyo dramatismo jamás ha sido superado por la ficción.
El despegue del cohete Saturno V, de la altura de un edificio de 35 pisos y con un consumo de 3.785 litros de combustible por segundo, tuvo su punto de emoción, como lo tuvo la partida de Colón y sus tres carabelas del puerto de Palos. Sólo que en este caso la comitiva que se despidió de los tres astronautas a bordo -Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins- consistió en 500 millones de personas de todas las razas y todos los continentes; entre ellos, el novelista de ciencia-ficción Arthur C. Clarke. "... five, four, three, two, one: we have lift-off!", anunció Jack King, "la voz de Apolo", y en ese instante, dijo Clarke, "lloré por primera vez en 20 años y recé por primera vez en 40". Pero esa escena ya se había filmado; la había patentado ocho años antes el astronauta soviético Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio.
Muchos más llantos y rezos se oyeron cuatro días después cuando el módulo lunar, el Eagle, un aparato de aspecto absurdamente frágil, como si se hubiera armado con piezas de mecano y papel de aluminio para una película en blanco y negro de los años treinta, comenzó el descenso a la Luna. Columbia, la nave madre, la que les tenía que devolver a la Tierra, se quedó en órbita, con Collins al mando. Aldrin y Armstrong, el piloto del Eagle, hablaban continuamente con Mission Control en Houston. Como si de un Gran Hermano se tratase, con los participantes a 384.000 kilómetros de distancia, oíamos todo lo que se decían y pensábamos: ¿qué pasa si la superficie de la Luna consiste en polvo movedizo y se hunde el aparato, y mueren ahogados los astronautas? O nos preguntábamos los más pequeños, o los más ignorantes: ¿y si resulta que hay habitantes en la Luna? ¿Habitantes hostiles? O una posibilidad más realista: si el Eagle aterriza mal, por ejemplo, sobre un lugar inclinado, y vuelca, ¿cómo podrán despegar? ¿Presenciaremos el espectáculo de la muerte lenta de dos seres humanos en la Luna?
De todos, el que delató menos nervios fue el que tenía más motivos para tenerlos, Neil Armstrong. No sólo tenía su propia muerte a la vista, no sólo saltaron de repente luces de alarma dentro del módulo (Armstrong las ignoró, sospechando, correctamente, que la orden electrónica de abortar la misión era un error), sino que detectó en el último momento que había unas grandes rocas en el lugar escogido para aterrizar. Con lo cual tuvo que planear sobre la Luna utilizando el control manual, como si el Eagle fuera un helicóptero, buscando en la semioscuridad un espacio de tierra blanca llano, liso y seguro. Pasaron los segundos, como si fueran horas, ante un silencio aterrador. Nunca tanta gente vivió simultáneamente tanto suspense, y eso que no sabíamos los telespectadores del planeta azul, tan pequeñito y lejano de repente, que el combustible se estaba agotando. Cuando por fin el módulo tocó tierra y Armstrong hizo la famosa declaración: "The 'Eagle' has landed", el Eagle ha aterrizado, Mission Control explotó en júbilo, y el resto del mundo, también. Pero la sensación de susto no se había extinguido. La respuesta del interlocutor de Armstrong en Houston, que sabía que si hubieran pasado 25 segundos más el combustible se habría agotado, fue: "Tienes unos tipos aquí que estaban a punto de ponerse azules. Hemos vuelto a respirar".
Ésa fue la sensación de todos, como si no sólo la Luna careciera de oxígeno, sino, en aquel momento, la Tierra también.
Armstrong bajó primero por la escalerita de la nave, sin que la arena blanca le tragara; dijo su frase inmortal, aquella que sus guionistas le habían preparado sobre un paso pequeño para un hombre y un gran salto para la humanidad; pasados 19 minutos, emergió Aldrin y, como en toda buena película cuando el bien vence al mal, la tensión dio paso al alivio; la tragedia, a la comedia. Y empezó la celebración. Colocaron una cámara de televisión, plantaron la bandera americana, tiesa como un cartón en la no gravedad de la Luna, y los dos, vestidos de blanco, empezaron a descubrir el territorio conquistado, dando brincos de canguro a cámara lenta, un baile sin música, en el insólito escenario ("magníficamente desolado", diría Aldrin), de la Luna.
El que no estaba participando de la fiesta era Michael Collins, que después escribiría que le daba a sus compañeros no más de un 50% de posibilidades de llegar a la Luna, despegar de ella y reconectar con su nave, la Columbia. Collins estaba mucho más nervioso que sus dos compañeros, aterrado ante la posibilidad ("viví un terror secreto", confesaría más tarde) de que recibiría la orden de abandonar a Aldrin y Armstrong y volver a casa solo. El temor del astronauta lo compartía la casi totalidad de la especie humana. Si había existido una cierta duda acerca de la capacidad del cohete Saturno de despegar de la Tierra, mucho más motivo había para pensar que aquel aparato con pinta de juguete de lata carecería de la potencia necesaria para ascender los 100 kilometros que lo separaban del Columbia. El recuerdo de los dos astronautas muriéndose en televisión, a cámara lenta, se conservaría en la memoria de Collins y en la memoria colectiva de la humanidad para siempre.
Pero el Eagle despegó, los tres aventureros espaciales tuvieron su feliz reencuentro, volvieron a la Tierra y fueron recibidos como héroes en Nueva York y Washington, y en muchas grandes capitales del mundo. Y entonces Armstrong, convertido en famoso en la Luna, casi desapareció de la faz de la tierra. Se volvió un recluso, negándose a dar entrevistas a los medios. Pero sí dejó caer un par de frases dignas de un hombre que tuvo la sabiduría de reconocer que la celebridad podría ser dañina para su salud mental. Cuando le preguntaron un día por qué no quería aceptar la gloria que el mundo le quería otorgar, respondió: "Porque, sencillamente, no me la merezco". Tenía razón, del mismo modo que un gran actor de cine no se merece toda la gloria por más grande que haya sido la película en la que él ha sido el protagonista. El primer viaje a la Luna fue una superproducción en la que medio millón de personas, desde el director del proyecto en Houston hasta los que cosieron los uniformes de los astronautas, todas, tuvieron su papel.
Hay quien dice que ese colosal esfuerzo fue una pérdida de tiempo; que al final no hubo ningún gran salto para la humanidad. Tales comentarios los suele hacer gente práctica, de mente cerradamente científica, poco dada a soñar; gente que no entiende que escribir una gran poesía, hacer una gran película o ascender al Everest o a la Luna da sentido y gloria a la vida. Tampoco entienden que aquel épico viaje, al mostrarnos imágenes del insignificante lugar que ocupa nuestro mundo en el universo, nos dio a todos una lección de humildad tan imborrable como las huellas de los astronautas en la superficie lunar.
Armstrong, científico y soñador, sí lo entendió. Su otra frase célebre tras regresar del espacio fue a propósito de una observación que él mismo había hecho. Dijo que cuando estaba en la Luna se dio cuenta de repente que podía tapar el planeta Tierra con el pulgar de la mano. "¿Eso hizo que se sintiera muy grande?", le preguntaron. "No", respondió, "hizo que me sintiera muy, muy pequeño".
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De La Tierra a La Luna
Hay quien niega que aquel colosal esfuerzo fuera un salto para la humanidad. No entienden que mostrar imágenes del insignificante lugar de la Tierra en el universo dio una lección de humildad

Los seres terrestres se percataron de la existencia de la Luna por primera vez hace unos 300 millones de años. De noche, su luz era la única guía que tenían, hasta que aparecieron los humanos y descubrieron el fuego, y luego la pintura, la música y la poesía. A lo largo de los siglos, los griegos de la antigüedad, Shakespeare, Beethoven, Van Gogh, García Lorca y otros genios vieron una fuente de inspiración en la gran esfera blanca, siempre misteriosa e inalcanzable. Hasta que hace exactamente 40 años, por primera vez en la historia del universo, un ser humano pisó su superficie. Y lo vimos y lo oímos, los que tuvimos la suerte de estar vivos, en directo por televisión. Fue como si hubiéramos seguido en nuestras pantallas la llegada a América de Cristóbal Colón, sólo que esta aventura fue infinitamente más osada y peligrosa. Los tres conquistadores del Apolo 11 no viajaron al fin del mundo; viajaron a otro mundo. Lo dijo Andrew Smith, autor del libro definitivo sobre los astronautas del programa espacial Apolo: el espectáculo televisivo de aquellos días fue "el teatro más alucinante de todos los tiempos".
Fue la ciencia al servicio del arte. Los hombres fríos, matemáticos de la NASA -ninguno más frío que el comandante de la misión, Neil Armstrong-, crearon un reality show cuyo dramatismo jamás ha sido superado por la ficción.
El despegue del cohete Saturno V, de la altura de un edificio de 35 pisos y con un consumo de 3.785 litros de combustible por segundo, tuvo su punto de emoción, como lo tuvo la partida de Colón y sus tres carabelas del puerto de Palos. Sólo que en este caso la comitiva que se despidió de los tres astronautas a bordo -Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins- consistió en 500 millones de personas de todas las razas y todos los continentes; entre ellos, el novelista de ciencia-ficción Arthur C. Clarke. "... five, four, three, two, one: we have lift-off!", anunció Jack King, "la voz de Apolo", y en ese instante, dijo Clarke, "lloré por primera vez en 20 años y recé por primera vez en 40". Pero esa escena ya se había filmado; la había patentado ocho años antes el astronauta soviético Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio.
Muchos más llantos y rezos se oyeron cuatro días después cuando el módulo lunar, el Eagle, un aparato de aspecto absurdamente frágil, como si se hubiera armado con piezas de mecano y papel de aluminio para una película en blanco y negro de los años treinta, comenzó el descenso a la Luna. Columbia, la nave madre, la que les tenía que devolver a la Tierra, se quedó en órbita, con Collins al mando. Aldrin y Armstrong, el piloto del Eagle, hablaban continuamente con Mission Control en Houston. Como si de un Gran Hermano se tratase, con los participantes a 384.000 kilómetros de distancia, oíamos todo lo que se decían y pensábamos: ¿qué pasa si la superficie de la Luna consiste en polvo movedizo y se hunde el aparato, y mueren ahogados los astronautas? O nos preguntábamos los más pequeños, o los más ignorantes: ¿y si resulta que hay habitantes en la Luna? ¿Habitantes hostiles? O una posibilidad más realista: si el Eagle aterriza mal, por ejemplo, sobre un lugar inclinado, y vuelca, ¿cómo podrán despegar? ¿Presenciaremos el espectáculo de la muerte lenta de dos seres humanos en la Luna?
De todos, el que delató menos nervios fue el que tenía más motivos para tenerlos, Neil Armstrong. No sólo tenía su propia muerte a la vista, no sólo saltaron de repente luces de alarma dentro del módulo (Armstrong las ignoró, sospechando, correctamente, que la orden electrónica de abortar la misión era un error), sino que detectó en el último momento que había unas grandes rocas en el lugar escogido para aterrizar. Con lo cual tuvo que planear sobre la Luna utilizando el control manual, como si el Eagle fuera un helicóptero, buscando en la semioscuridad un espacio de tierra blanca llano, liso y seguro. Pasaron los segundos, como si fueran horas, ante un silencio aterrador. Nunca tanta gente vivió simultáneamente tanto suspense, y eso que no sabíamos los telespectadores del planeta azul, tan pequeñito y lejano de repente, que el combustible se estaba agotando. Cuando por fin el módulo tocó tierra y Armstrong hizo la famosa declaración: "The 'Eagle' has landed", el Eagle ha aterrizado, Mission Control explotó en júbilo, y el resto del mundo, también. Pero la sensación de susto no se había extinguido. La respuesta del interlocutor de Armstrong en Houston, que sabía que si hubieran pasado 25 segundos más el combustible se habría agotado, fue: "Tienes unos tipos aquí que estaban a punto de ponerse azules. Hemos vuelto a respirar".
Ésa fue la sensación de todos, como si no sólo la Luna careciera de oxígeno, sino, en aquel momento, la Tierra también.
Armstrong bajó primero por la escalerita de la nave, sin que la arena blanca le tragara; dijo su frase inmortal, aquella que sus guionistas le habían preparado sobre un paso pequeño para un hombre y un gran salto para la humanidad; pasados 19 minutos, emergió Aldrin y, como en toda buena película cuando el bien vence al mal, la tensión dio paso al alivio; la tragedia, a la comedia. Y empezó la celebración. Colocaron una cámara de televisión, plantaron la bandera americana, tiesa como un cartón en la no gravedad de la Luna, y los dos, vestidos de blanco, empezaron a descubrir el territorio conquistado, dando brincos de canguro a cámara lenta, un baile sin música, en el insólito escenario ("magníficamente desolado", diría Aldrin), de la Luna.
El que no estaba participando de la fiesta era Michael Collins, que después escribiría que le daba a sus compañeros no más de un 50% de posibilidades de llegar a la Luna, despegar de ella y reconectar con su nave, la Columbia. Collins estaba mucho más nervioso que sus dos compañeros, aterrado ante la posibilidad ("viví un terror secreto", confesaría más tarde) de que recibiría la orden de abandonar a Aldrin y Armstrong y volver a casa solo. El temor del astronauta lo compartía la casi totalidad de la especie humana. Si había existido una cierta duda acerca de la capacidad del cohete Saturno de despegar de la Tierra, mucho más motivo había para pensar que aquel aparato con pinta de juguete de lata carecería de la potencia necesaria para ascender los 100 kilometros que lo separaban del Columbia. El recuerdo de los dos astronautas muriéndose en televisión, a cámara lenta, se conservaría en la memoria de Collins y en la memoria colectiva de la humanidad para siempre.
Pero el Eagle despegó, los tres aventureros espaciales tuvieron su feliz reencuentro, volvieron a la Tierra y fueron recibidos como héroes en Nueva York y Washington, y en muchas grandes capitales del mundo. Y entonces Armstrong, convertido en famoso en la Luna, casi desapareció de la faz de la tierra. Se volvió un recluso, negándose a dar entrevistas a los medios. Pero sí dejó caer un par de frases dignas de un hombre que tuvo la sabiduría de reconocer que la celebridad podría ser dañina para su salud mental. Cuando le preguntaron un día por qué no quería aceptar la gloria que el mundo le quería otorgar, respondió: "Porque, sencillamente, no me la merezco". Tenía razón, del mismo modo que un gran actor de cine no se merece toda la gloria por más grande que haya sido la película en la que él ha sido el protagonista. El primer viaje a la Luna fue una superproducción en la que medio millón de personas, desde el director del proyecto en Houston hasta los que cosieron los uniformes de los astronautas, todas, tuvieron su papel.
Hay quien dice que ese colosal esfuerzo fue una pérdida de tiempo; que al final no hubo ningún gran salto para la humanidad. Tales comentarios los suele hacer gente práctica, de mente cerradamente científica, poco dada a soñar; gente que no entiende que escribir una gran poesía, hacer una gran película o ascender al Everest o a la Luna da sentido y gloria a la vida. Tampoco entienden que aquel épico viaje, al mostrarnos imágenes del insignificante lugar que ocupa nuestro mundo en el universo, nos dio a todos una lección de humildad tan imborrable como las huellas de los astronautas en la superficie lunar.
Armstrong, científico y soñador, sí lo entendió. Su otra frase célebre tras regresar del espacio fue a propósito de una observación que él mismo había hecho. Dijo que cuando estaba en la Luna se dio cuenta de repente que podía tapar el planeta Tierra con el pulgar de la mano. "¿Eso hizo que se sintiera muy grande?", le preguntaron. "No", respondió, "hizo que me sintiera muy, muy pequeño".
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De La Tierra a La Luna
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XI
sábado, julio 18, 2009
1969 - 2009: Revive la llegada del hombre a la Luna en el Centro Cultural Palacio La Moneda
En el evento participarán dos profesionales ligados a la misión Apolo 11, a través de su trabajo en el Centro de Estudios Espaciales U. de Chile, entidad que fue creada por la NASA.
Imágenes y relatos sobre este acontecimiento y la presencia de dos personajes que vivieron muy de cerca este evento mundial, son los principales atractivos de la Conmemoración 40 años Misión Apolo 11, actividad que el Centro Cultural Palacio la Moneda (CCPLM) ha preparado para recordar este hito en la historia de la humanidad.
En el evento participarán dos profesionales que estuvieron ligados a la misión a través de su trabajo en el Centro de Estudios Espaciales Universidad de Chile, entidad que perteneció a la NASA y que luego fue traspasada a Chile.
Estos profesionales son León Villán E., Ingeniero en Ejecución Eléctrica, ex asesor en astronáutica del Centro de Estudios Espaciales de la Universidad de Chile y socio de la Asociación Chilena de Astronomía y Astronáutica (Achaya). Junto a él estará Eduardo Díaz Araya, ex director del mismo centro, quienes participaron de la labor de monitorear satelitalmente la misión, durante julio de 1969.
Asimismo, en la actividad se proyectarán imágenes en alta resolución sobre este acontecimiento que fueron liberadas por la Nasa recientemente y que muestran los distintos y emocionantes momentos que marcaron a la carrera espacial en el mundo.
Para asistir a esta Actividad se requiere una inscripción previa enviando un corroa electrónico a sede@achaya.cl., ya que sólo existe cupo para un máximo de 40 personas.
CANDIDATA CHILENA A ASTRONAUTA
Dentro de este programa sobre astronomía que ha organizado el Centro Cultural Palacio la Moneda, destaca la Conferencia "Astronáutica: Los Desafíos de la Exploración Espacial", cuya relatora principal es Carmen Gloria Jiménez, Doctora en Ciencias, miembro del Grupo de Astronomía de la Universidad de Concepción y la única candidata a Astronauta de la NASA que tiene nuestro país hoy.
Esta actividad se desarrollará el sábado 18 de julio en el segundo nivel de la cineteca del CCPLM, a las 11.30 horas y los cupos son cerca de 200.
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Imágenes y relatos sobre este acontecimiento y la presencia de dos personajes que vivieron muy de cerca este evento mundial, son los principales atractivos de la Conmemoración 40 años Misión Apolo 11, actividad que el Centro Cultural Palacio la Moneda (CCPLM) ha preparado para recordar este hito en la historia de la humanidad.
En el evento participarán dos profesionales que estuvieron ligados a la misión a través de su trabajo en el Centro de Estudios Espaciales Universidad de Chile, entidad que perteneció a la NASA y que luego fue traspasada a Chile.
Estos profesionales son León Villán E., Ingeniero en Ejecución Eléctrica, ex asesor en astronáutica del Centro de Estudios Espaciales de la Universidad de Chile y socio de la Asociación Chilena de Astronomía y Astronáutica (Achaya). Junto a él estará Eduardo Díaz Araya, ex director del mismo centro, quienes participaron de la labor de monitorear satelitalmente la misión, durante julio de 1969.
Asimismo, en la actividad se proyectarán imágenes en alta resolución sobre este acontecimiento que fueron liberadas por la Nasa recientemente y que muestran los distintos y emocionantes momentos que marcaron a la carrera espacial en el mundo.
Para asistir a esta Actividad se requiere una inscripción previa enviando un corroa electrónico a sede@achaya.cl., ya que sólo existe cupo para un máximo de 40 personas.
CANDIDATA CHILENA A ASTRONAUTA
Dentro de este programa sobre astronomía que ha organizado el Centro Cultural Palacio la Moneda, destaca la Conferencia "Astronáutica: Los Desafíos de la Exploración Espacial", cuya relatora principal es Carmen Gloria Jiménez, Doctora en Ciencias, miembro del Grupo de Astronomía de la Universidad de Concepción y la única candidata a Astronauta de la NASA que tiene nuestro país hoy.
Esta actividad se desarrollará el sábado 18 de julio en el segundo nivel de la cineteca del CCPLM, a las 11.30 horas y los cupos son cerca de 200.
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viernes, julio 10, 2009
Rentabilidad fondos de pensiones Chile sube en junio
Con este resultado, los fondos lograron mantener la tendencia de recuperación de los últimos meses, tras el desplome del año pasado por los efectos de la crisis global.
Las cinco administradoras de fondos de pensiones (AFP) que participan en el sistema previsional chileno poseen cinco fondos, que se diferencian por su exposición a instrumentos de renta fija o variable, lo que se asocia al perfil de riesgo y edad de cada trabajador.
La Superintendencia de Pensiones dijo que las rentabilidades reales de los fondos "A" y "B", con mayor presencia en instrumentos bursátiles en el mercado doméstico y extranjero, subieron en junio un 0,46 por ciento y un 0,89 por ciento, respectivamente.
"La rentabilidad de los Fondos de Pensiones Tipo A y B para el mes de junio de 2009 se explica principalmente por el retorno positivo que presentaron las inversiones en instrumentos de renta variable nacional", dijo la Superintendencia en un comunicado.
"Las inversiones en acciones de los sectores eléctrico y servicios fueron las que más impactaron en el resultado positivo de estos Fondos", agregó.
El denominado fondo tipo "C", el más grande y que posee una mayor inversión en renta fija, aunque con una importante participación en acciones, subió un 1,12 por ciento en junio.
La renta del fondo tipo "D", con menor proporción en renta variable, en tanto, creció un 1,29 por ciento, mientras que el tipo "E", que sólo posee inversión en renta fija, subió un 1,57 por ciento.
El valor de los fondos de pensiones alcanzó a 100.244 millones de dólares al 30 de junio del 2009, una baja de un 7,9 por ciento frente al mismo mes del año pasado.
Al 30 de junio, el sistema mantenía inversiones en el extranjero por 31.849 millones de dólares, equivalentes al 31,7 por ciento del valor total de los activos del sistema.
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miércoles, julio 01, 2009
Chile alcanza su segundo mejor ranking FIFA en era Bielsa
SANTIAGO.- El segundo puesto de Chile en las Clasificatorias a Sudáfrica 2010, tras los triunfos ante Paraguay y Bolivia, sirvieron para que la selección marcara su segundo mejor ranking en la era Bielsa.
La "Roja" ascendió 10 puestos en la clasificación, ubicándose como la 27ª selección del mundo, con 811 puntos, 65 unidades más que la pasada entrega.
Esta posición está sólo un puesto más abajo de la mejor puntuación desde que el rosarino está a cargo del seleccionado: En abril de este año Chile fue 26°.
A los nacionales, en todo caso, aún no les alcanza para ascender en el continente; continúan como la quinta mejor selección de Sudamérica, tras Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, que se fue a pique y descendió nueve puestos.
Este ascenso de Chile, en todo caso, no logra desbancar aún la mejor posición de la "Roja", que fue bajo el mando de Nelson Acosta.
El proceso del nacionalizado chileno que se coronó con el paso a la segunda ronda del Mundial de Francia encontró el mejor momento nacional en el ranking. Al clasificar, en noviembre de 1997, la selección alcanzó el puesto 17; y en abril de 1998, luego del histórico triunfo sobre Inglaterra en Wembley con goles de Marcelo Salas, la oncena trepó a su cota máxima: el sexto lugar.
A nivel continental, el actual coach de Everton también deja la vara muy alta. En ese mismo ranking de hace once años, Chile fue la segunda mejor selección de Sudamérica, superando a Argentina (7°) y sólo detrás de Brasil (1°).
Bielsa, que asumió el desafío en el sexto lugar del continente, ha subido una posición, tras desplazar a Colombia del top 5.
En la parte alta del ranking la sorpresa la dio Brasil que tras ganar la Copa Confederaciones desplazó a España del liderato, mientras que Argentina descendió del séptimo al octavo lugar de la lista.
Tras ascender cuatro posiciones y adelantar a España, que se mantenía en el número uno desde que ganó la Copa de Europa hace un año, Brasil encabeza la clasificación por primera vez desde 2007.
Clasificación
1. Brasil 1.672 puntos
2. España 1.590
3. Holanda 1.379
4. Italia 1.229
5. Alemania 1.207
6. Rusia 1.161
7. Inglaterra 1.135
8. Argentina 1.091
9. Francia 1.080
10. Croacia 1.031.
20. Uruguay 860
22. Paraguay 846
27. Chile 811
46. Colombia 675
54. Venezuela 584.
64. Bolivia 521.
86. Perú 380
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sábado, junio 13, 2009
Enríquez-Ominami oficializó renuncia al PS y critíca a Escalona

Ominami, realizó el breve trámite y dijo que “no sueñen con que nos vamos a rendir”, en alusión a los cuestionamientos del timonel del PS Camilo Escalona, quien lo emplaza a bajar su postulación.
Aseguró que el PS Traicionó principios como la tolerancia y el progresismo.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.