El puente sobre el Chacao vuelve a la acción. Sus huestes se organizan, sus aliados se reagrupan, nuevos voceros son reclutados y ya empezamos a escuchar ese ruido de fondo que antecede a las grandes obras de infraestructura: un murmullo de estimaciones confirmatorias, proyecciones alarmantes, urgencias sociales comprobadas, casos internacionales de éxito y voces expertas convencidas que empiezan a persuadirnos, lenta pero sistemáticamente, de que la "necesidad" de construir el puente es incontestable.
Los megaproyectos ejercen una poderosa atracción sobre nosotros. Hay algo en lo majestuoso, en el dominio de la naturaleza, en la épica de lo gigante que nos hipnotiza. Por eso, antes de que la próxima maravilla de la ingeniería nos hechice, debemos preguntarnos por las consecuencias que tiene mantener incólume nuestra fascinación por las obras de infraestructura a gran escala.
Bent Flyvbjerg, de la Universidad de Oxford, se hizo la pregunta y la respondió empíricamente analizando varios cientos de megaproyectos ejecutados en más de 20 países, para determinar cuáles terminan siendo aprobados. Su conclusión es escalofriante y se reduce a la siguiente fórmula:
(Costos subestimados)+(Retornos sobreestimados)+(Impactos ambientales subvalorados)+(Beneficios socioeconómicos sobrevalorados)= Aprobación de proyecto.
O sea, no se construye el mejor proyecto, sino aquel que tiene éxito, en palabras del propio Flyvbjerg, "conjurando un mundo de fantasía" donde los costos son bajos, los retornos cuantiosos, los impactos ambientales nulos y el efecto en el desarrollo regional evidente. En una suerte de darwinismo invertido, cuando se trata de megaproyectos no sobrevive el mejor, sino todo lo contrario. Algunos ejemplos: el Big Dig (megaproyecto vial) de Boston, tuvo un costo 275% mayor al presupuestado (US$ 11 billones); el Eurotúnel tuvo un sobrecosto del 80% (US$ 4,5 billones), un nivel de uso 50-80% menor al estimado y, a cinco años de su inauguración, su impacto en la economía regional era negativo. El aeropuerto de Denver tuvo un costo 200% mayor al esperado (US$ 5 billones) y el tráfico en su primer año de funcionamiento, 50% menor al estimado. Sin ir más lejos, el déficit financiero del Transantiago llegó en mayo de este año a US$ 57,7 millones.
¿Cómo explicar esos "errores" y entender que sigan ocurriendo? Una alternativa, poco plausible, es pensar que los técnicos encargados de las estimaciones son incompetentes. La otra es asumir que éstos, en no pocas ocasiones, "manufacturan" la mejor evidencia. Los que hemos trabajado con datos sabemos lo fácil que es dar por medio-lleno el vaso medio-vacío. Muchas veces no hay mala intención: movidos por objetivos altruistas, los técnicos justificamos nuestros proyectos con verdades incompletas, estimaciones interpretables y supuestos más optimistas de lo necesario.
El problema es que el resto, lejos de oponer resistencia, caemos rendidos ante el magnetismo de la gran obra y la asertividad científica de su ingeniero y convertimos una simulación tendenciosa en realidad: terminamos todos convencidos de la necesidad imperiosa de taladrar un cerro por millones de dólares para solucionar el gravísimo problema de congestión en el sector oriente de Santiago y aumentar la competitividad de la ciudad.
¿Cómo no seguir tropezando con la misma piedra? Mejorando el sistema de evaluación de los proyectos, sobre todo en su fase de factibilidad y diseño. Pero esa solución tendrá poco efecto si no logramos desmitificar al "experto". Las grandes obras son necesarias y los técnicos que intervienen en su construcción también, pero esto no significa que no podamos cuestionar sus metodologías, criterios y razonamientos. Por el contrario, debemos hacerlo: el cuestionamiento y el debate sólo pueden significar proyectos más completos, eficientes y realistas.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
Antes del puente que la gorda Bachelet, arrelge el transantiago... nunca tendra tiempo para arreglar este fracaso de Lagos y sus secuaces... por lo cual la gorda pasara a la hsitoria como la nana de lagos...pero la nana que hizo mal la pega-
ResponderBorrarpero como la gorda no es tonta... ya facturo muchos morlacos para los piercing y tatuajes de sus adorables hijitos... que asco, me recuerda al ceboso de lagos weber.-
Basta ya de picantes en el gobierno por favor!!!!
no mas pungas raterillos de poca monta y oscuros origenes...
Que es lo relevante al construir una megaobra: 1)para Chile, que siempre arruga con emprendimientos relevantes de alta tecnología y medios humanos, el beneficio es tal vez más psicológico. 2)Para Chile, que no es sólo Santiago este puente representa una reafirmación del impulso de descentralización, lo cual es psicológicamente positivo también. 3)Economicamente, tal vez, sea imposible comprobar si implicara beneficios que superen la inversión, sin embargo proyectivamente, para el país implica la posibilidad de que nuestros ingenieros y trabajadores se codeen con los mejores diseñadores de puentes del mundo, y tal como hizo China, el alimento principal no sea $ inmediato, sino conocimiento y experiencia, que permitirá que nuestras constructoras y firmas de ingenieros puedan conocer el mercado global de mega estructuras y optimamente competir en esos mercados, y ese beneficio, sería ciertamente mayor que la inversión total del puente. Pensar Diagramáticamente implica pensar más allá del cálculo-enano de la ganancia estricta por el tránsito vial de personas y bienes, implica sí, la economía, pero de manera más integral, la perspectivas de adquisición de conocimientos, la sanidad mental (complejo 'Santiago no es Chile'), y una proyección de una imagen país para el exterior como una cultura y sociedad competitivas y con visión de plazos para su desarrollo.
ResponderBorrarComo chileno de Valpo opino que nuestro paìs tiene mayores urgensias que un puente como el acá mencionado. Tenemos Postas de salud mal equipadas, escuelas que se llueven, rutas en mal estado (no en Santiago por cierto)y vienen estos weones a parlotear, olvidándose que aùn no hemos terminado de sacar al paìs de las concecuencias del terremoto. Cuasndo aprenderemos los hijos de Chilito a pensar y trabajar con los pies en tierra?.
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