Es obligado el tener que referirnos al evento que capturó la atención mundial la semana pasada: el esperado y emocionante rescate de los mineros en Chile; y más allá de lo enorme y sensacionalista de la cobertura de los medios, vale bien la pena reflexionar sobre los pequeños detalles, que siempre son los que hacen a las grandes personas.
Esta odisea que comenzó el mes de Agosto tomó un inesperado rumbo a partir del momento en que se supo que los 33 mineros estaban vivos atrapados a más de 700 metros en la profundidad de la mina.
A partir de ese momento se volcó la atención del gobierno chileno que, sin escatimar recursos, desplegó un aparato impresionante a fin de rescatar a la mayor prontitud a las víctimas.
Sin aspavientos y sin perder el tiempo viendo a quién culpar, tomaron la rienda de todos los elementos y se convirtieron en la única fuente de información al exterior, y se preocuparon por las familias, mostrando cómo se manejan profesionalmente las crisis.
El liderazgo que se mostró, contagió a todos los involucrados y la respuesta de todo el pueblo chileno no se hizo esperar: todos se solidarizaron con sus compañeros en desgracia y festejaron unidos la alegría de su rescate, como la mayor de las victorias de su país.
Mención especial merece el hecho de que haciendo a un lado los múltiples compromisos que un Presidente de cualquier país tiene, el presidente de Chile se apersonó durante más de 24 horas en el sitio para ver emerger a los 33 mineros y a los seis rescatistas que arriesgaron su vida para salvar la de sus compañeros.
Ese gesto de demostrar que son más importantes las vidas de 33 de sus compatriotas en desgracia que cualquier otra cosa es digna de encomio; como mencionamos, no se perdió tiempo en buscar culpables y ver cómo eludir la responsabilidad. Se enfrentó el problema de manera directa, frontal y aplicando todos los recursos, que seguramente no fueron pocos.
Ya pasada la emergencia habrá tiempo para el análisis y determinar quién o quiénes son los responsables de ésta que pudo ser una terrible tragedia.
Vaya pues nuestra mayor felicitación a esos 33 valientes hombres, a los rescatistas, a los equipos de perforación, a las familias que tuvieron que soportar la angustia de ver a sus seres queridos en semejante riesgo, a todo el pueblo chileno y sus gobernantes que nos dieron una lección de cómo se pueden hacer bien las cosas cuando se trabaja unidos y con un propósito en común.
Ojalá tomáramos esa lección de solidaridad hacia nuestros semejantes y de tomar las riendas de los problemas, a fin de lograr solucionar el terrible momento por el que pasamos en nuestro país.
Artículo original
No hay comentarios.:
Publicar un comentario