Durante los últimos días los ojos del mundo estuvieron puestos sobre Chile. Y no era para menos. Un terrible accidente de minería puso al borde de la muerte a 33 trabajadores, quienes fueron localizados y rescatados tras un arduo y complejo operativo de muy elevada tecnología. El planeta entero reventó en aplausos.
Estos ciudadanos fueron literalmente arrancados de la muerte por la acción tenaz, inteligente y llena de conocimiento de sus compatriotas. Un pueblo latinoamericano sana de sus terribles heridas -desde dos terremotos terribles hasta una virulenta división de su pueblo- y le da una lección de supervivencia al planeta.
No han faltado, por supuesto, las pertinentes e ineludibles comparaciones entre aquella nación y la que hoy vivimos. Y es que vimos a un gobierno altamente eficaz y responsable responder de manera inmediata y efectiva ante una tragedia que sólo permitía eficacia. Y que tenía todos los matices necesarios para terminar en un desenlace fatal. Sin embargo, la voluntad de un pueblo, comandado por un gobierno que estuvo a la altura, torció el destino para bien.
Recojo aquí las evaluaciones que muchos compatriotas me han comentado: un Presidente que puso ejemplo, un Sebastián Piñera que fue sereno pero firme. Que tuvo un discurso tranquilizador pero optimista. Que no perdió tiempo culpando a terceros (la quinta, el imperio) del incidente y se puso a trabajar.
Se aceptó la ayuda que había que aceptar, Se tocaron las puertas de la mejor tecnología del mundo. No podía ser la de los aliados y la de los amigos solamente. Tenia que ser la mejor y punto. 33 vidas dependían de ello y no se podía dar el lujo de arriesgar ni una.
Si se pudo reaccionar con velocidad ante la amenaza, se debió a la suprema organización de las instituciones chilenas. Organización que no existe cuando los funcionarios, en lugar de ocuparse de sus tareas, están permanentemente dedicados a la propaganda.
¿Qué sería del aparato tecnológico chileno si, para tener equipamiento de última tecnología tuviera que esperar por las aprobaciones de divisas de Cadivi? O si el personal altamente preparado que realizara esa hazaña estuviera desactualizado porque no les llegan los libros que hablan de la tecnología más moderna.
En resumen, los chilenos y sus mineros elevaron los niveles de orgullo patrio y de autoestima a los niveles más elevados imaginables. Su espíritu, sus valores, su identidad como nación, están más fortalecidos que nunca, gracias a una acertada actuación de su colectivo, de manera anónima y multitudinaria.
La actuación presidencial, sobria, discreta y eficiente, reviste de aún mayor espeto y majestad a la institución presidencial; al igual que sucedió con Michelle Bachelet y su temple ante el más reciente terremoto.
Sin dejar de ejercer reverencia y respeto ante los héroes patrios del pasado, Chile tiene nuevos próceres, próceres reales y del siglo XXI. La batalla no fue entre unos y otros, sino de todos contra la muerte. La ganaron. Todos ganaron. Es lo que se llama una relación ganar-ganar. Y se demostró que si es posible.
Presidente del Concejo Municipal de Baruta
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