lunes, junio 29, 2009

Ecuador: Sistema apto para la corrupción

La última semana se ha discutido la moralidad y legalidad de los negocios con el Estado que tiene el hermano del Presidente. Los partidarios del gobierno defienden la legalidad de los contratos de Fabricio Correa y el Presidente su moralidad diciendo que no conocía de la existencia de dichos negocios. Pero esta discusión es superficial ya que no debate el origen de la corrupción.

Los cínicos suelen resignarse: "hay corrupción en todas partes". No obstante, es importante reconocer que hay países donde la corrupción es menos común. Por ejemplo, Dinamarca, Nueva Zelanda y Suecia comparten el puntaje más alto (9,3 de 10) en el Índice de Percepción Corrupción 20081 mientras que Somalia obtiene el más bajo (1 de 10), seguido con estrecha diferencia de Irak y Myanmar. Ecuador y Venezuela son, según este índice, los países latinoamericanos donde los ciudadanos perciben mayor corrupción.

¿Cómo llegamos a Dinamarca? O, por lo menos, ¿cómo llegamos a Chile (el país latinoamericano con el puntaje más alto)? Algún cínico me dirá que los chilenos, y ni hablar de los suecos, son naturalmente más buenos que los ecuatorianos, pero me confieso culpable de creer en la capacidad de los ecuatorianos de generar un sistema de gobierno igual o menos corrupto que el chileno o sueco.

James Gwartney y Robert Lawson demuestran anualmente desde hace varios años que en los países con mayor libertad económica (menos intervención del Estado en asuntos económicos) hay menos corrupción. Por eso no debería sorprender que países como Chile y Dinamarca también están entre los que tienen mayor libertad económica y Ecuador entre los menos libres2.

En Ecuador es sencillo enriquecerse con una buena "palanca". Hay una gran diferencia entre la repentina prosperidad de Fabricio Correa y la historia de éxito empresarial de, por ejemplo, los Añaños con su empresa Big Cola. La segunda con toda seguridad no le debe nada a funcionario público alguno sino a millones de consumidores de bajos ingresos que encontraron en Big Cola una alternativa a la Coca Cola. La primera, es evidente para cualquier observador imparcial, que le debe mucho a una muy buena conexión.

Mientras que los Añaños crearon riqueza ofreciendo un producto y un modelo de negocios innovador en la industria mundial de bebidas, Fabricio Correa se ha ganado un pedazo no despreciable de la renta pública. Es decir, no creó riqueza sino que el Estado la redistribuyó hacia su bolsillo. No tuvo que producir una innovación tecnológica ni ganarse a consumidores en un mercado. Solo tuvo que cortejar a un cliente muy poderoso y rico en este país, el Estado.

No es que la revolución ciudadana sea igual de corrupta que la partidocracia. Es que ambas operan bajo un sistema que concentra demasiado poder y riqueza en el Estado. Es un sistema que incentiva a cualquiera que llegue al poder a cometer actos de corrupción y que suele atraer a muchos que están dispuestos a vivir de lo que otros producen. Mientras no se reduzca la concentración de poder en el Estado y su tamaño, seguirán habiendo extraños casos de enriquecimiento repentino de aquellos que están cercanos al poder.

Fuente: Cato Institute y El Universo

Referencias:

1. Índice de Percepción de Corrupción 2008. Transparencia Internacional. Disponible en: http://www.transparency.org/news_room/in_focus/2008/cpi2008/cpi_2008_table.

2. Economic Freedom of the World Report 2008. Disponible en: http://www.freetheworld.com/2008/EFW2008Ch1.pdf.

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