Lo más peligroso de los tiempos buenos es la tentación de soslayar las tareas y reformas de fondo que siguen pendientes.
ES PROBABLE que este año la economía crezca cerca de 5,5% y todo indica que la expansión económica será vigorosa durante todo el cuatrienio de Sebastián Piñera. Esa es una buena noticia para su coalición política, desde luego, pero también para el país. Y aunque el gobierno querrá atribuirse el mérito del repunte económico, pocos pueden desconocer que el crecimiento actual obedece más al rebote del ciclo económico y a los efectos de la política monetaria fiscal y monetaria expansiva de los últimos dos años, que a lo que este gobierno haya podido hacer en estos meses. Pero más importante que disputarse la autoría de la bonanza, es evitar caer en el adormecimiento a que invitan las cifras buenas. Lo más peligroso de los tiempos buenos es la tentación de soslayar las tareas y reformas de fondo que siguen pendientes para mejorar nuestra competitividad.
Por cierto, no todo se ve despejado en el horizonte. Los altos precios de la energía, las dificultades del mundo exportador con un dólar a $ 480, las falencias en el funcionamiento de múltiples instituciones y las rigideces del mercado laboral pueden ser un lastre para esta economía que comienza a despegar. Peor aún, cuando al ciclo expansivo lo suceda uno más contractivo, esos y otros problemas se harán notar con la fuerza que las cifras actuales disimulan.
El problema de las reformas más estructurales es que ellas, casi siempre, suponen costos políticos que los gobiernos intentan eludir mientras sea posible. Poco ayuda el crecimiento esperable para los próximos años a generar el sentido de urgencia necesario para avanzar en lo difícil.
Con todo, en la agenda de lo necesario no todo es confrontación o polémica. Con poco esfuerzo se pueden identificar áreas de mejora relevantes y razonablemente pacíficas. Mejorar las condiciones de acceso de las mujeres al mercado laboral (la actual participación femenina es sorprendentemente baja); perfeccionar los incentivos a la capacitación; reforzar sustantivamente los apoyos a una educación técnica y profesional ajustada a las necesidades del mercado laboral actual, y una agenda ambiciosa de modernización del Estado, son avances esenciales para sostener el crecimiento más allá de la bonanza que nos acompañará en el futuro inmediato. En esas materias la opción de acuerdos transversales no se ve difícil. Ni las brechas ideológicas ni los conflictos gremiales emergen como obstáculos significativos.
La principal barrera es, me parece, la ilusión adormecedora de la bonanza. La sensación anestésica de que el crecimiento actual es, por sí mismo, sostenible hacia el futuro. Chile tiene tareas pendientes que deben conseguir su espacio en la agenda de prioridades si hemos de actuar con responsabilidad hacia el futuro. En esto la imprevisión y la miopía se pagarán caras y en el largo plazo. No se extrañe usted que Chile siga exportando cobre caro y que el dólar se mantenga bajo por mucho tiempo. No se extrañe que los emprendimientos exportadores se hagan cada vez más difíciles. Si aspiramos a una estrategia de desarrollo que diversifique nuestra canasta exportadora, es tiempo de actuar ahora, con urgencia, en un gran acuerdo nacional para la competitividad. Es posible y necesario. A menos que prefiramos dormirnos en laureles fugaces.
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Una vez mas agradesco la gestion del Ministro de Hacienda Velasco,que en el gobierno de la Presidenta Bachelet, fijo el rumbo del desarrollo economico,por un buen periodo .GRACIAS CONCERTACION !!
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