Una febril actividad, diversos foros multidisciplinarios de consulta y resoluciones, hacen que en 22 países árabes y 12 sudamericanos, miles de dignatarios, políticos, juristas, periodistas, medios de comunicación, empresarios, inversores, etc., estén activados en un fuerte y hábil cultivo de apoyo y entendimiento mutuos. Un llamado de atención.
Inmigración de Medio Oriente
Se estima que hay más de 20 millones de árabes y sus descendientes en América Latina.
Desde fines del siglo XIX han llegado a América Latina inmigrantes provenientes del Oriente Próximo, muchos de ellos directamente desde 1918, particularmente de países como el Líbano, Siria, Turquía o los territorios palestinos. Se instalaron principalmente en países como Argentina, Chile y Brasil.
Solo en Brasil hay unos 10 millones, de los cuales ocho son libaneses, esto es, más que la población del propio Líbano. Argentina tiene unos 3,5 millones de habitantes de origen sirio y libanés. Es significativo el caso de Chile: 450,000 inmigrantes forman hoy la colonia palestina más grande fuera del mundo árabe, la mayoría cristianos emigrados de Beit Jala y Belén.
América Latina y los países árabes
En mayo de 2005, el presidente Lula da Silva inauguró en Brasilia la Primera Cumbre América del Sur-Países Árabes, estableciendo ASPA, mecanismo de cooperación bi-regional y foro de coordinación política, que incluye hoy 34 países, 22 de ellos del Medio Oriente y el Norte de África. Además de jefes de Estado y representantes de los países convocados, participaron 250 empresarios árabes y 350 sudamericanos.
El encuentro, organizado por Brasil como parte de su política de un eje Sur-Sur que haga contrapeso a los países del llamado Primer Mundo, señaló como objetivo fomentar el intercambio entre ambas regiones poniendo en contacto a dos espacios geográficos distantes pero que comparten desafíos semejantes en cuanto a su desarrollo y su participación en el sistema global.
El presidente de Argelia Abdelaziz Buteflika -co-anfitrión del evento- invitó a encarar el “futuro común de prosperidad que se abre en Brasilia”. Para él, “si el aspecto económico debe formar el pedestal sobre el que van a desarrollarse nuestras relaciones, es claro que esta cooperación puede y debe ampliarse a todos los demás aspectos, consolidando los lazos de solidaridad que queremos establecer entre nosotros”.
La inquietud de que la Cumbre se transformara en un foro abiertamente anti estadounidense y anti israelí alarmó notablemente a Washington y Jerusalén. Estados Unidos intentó intervenir como observador del encuentro, pero fue vetada su participación. A los ojos estadounidenses, la asociación de más de 30 países, algunos de ellos de mucho peso, podría convertirse en un bloque político autónomo.
Del lado israelí se temía que los países árabes hallaran simpatías para la causa palestina entre los sudamericanos. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner abogó por un nuevo mundo multilateral y subrayó que “las Malvinas y Palestina son ejemplos terribles de no cumplimiento de las normas de organismos internacionales sobre los derechos de otros países”.
Declaración con buenas intenciones
En el primer día de deliberaciones, los representantes del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y el Consejo de Cooperación del Golfo (Omán, Arabia Saudita, Bahrein, Qatar, Emiratos Árabes y Kuwait) firmaron un acuerdo de cooperación económica, previo a un futuro tratado de preferencias tarifarias y aduaneras.
En el segundo y último día de la Cumbre se aprobó la “Declaración de Brasilia”, que planteó los objetivos bajo tres aspectos: político, económico y cultural. En lo político, busca profundizar el diálogo interregional y concertar sobre los principales temas de orden regional e internacional. En lo económico, trata de establecer un nuevo sistema de cooperación explorando las potencialidades que disponen las dos regiones, procurando mayores intercambios comerciales, de turismo e inversión. En lo cultural se persiguen nuevas vías de comunicación e intercambio, la divulgación del patrimonio árabe en los países de América y viceversa y el fomento de la imagen del mundo árabe ante la sociedad y los líderes sudamericanos.
En las palabras de clausura, el presidente brasileño recordó que ASPA es el primer paso para la creación de una política que acerca los dos bloques: “Lo que queremos construir con esta reunión es algo muy sólido, a la luz de la comprensión de los Estados árabes y de los de América del Sur, de que vivimos un nuevo tiempo”.
Hacia un mundo multipolar
En marzo de 2009, se realizó la Segunda Cumbre en Doha, capital de Qatar, donde el presidente Hugo Chávez propuso la creación de una “petromoneda” como “divisa de reserva alternativa” en lugar del dólar, insistiendo que “llegó la hora de la caída final del imperio estadounidense”.
La II Cumbre ASPA se realizó en un contexto de crisis económica internacional, situación ante la cual ambas regiones debieron posicionarse por el impacto de la misma en sus propias economías. “Sentimos mucha similitud entre América del Sur y el mundo árabe. Y queremos un futuro mejor para nuestros pueblos y afrontamos los mismos desafíos”, dijo al abrir la Cunbre el jeque Hamad bin Khalifa al Thani, emir de Qatar.
Para el presidente Lula da Silva resultaba “imperativo para los países de América del Sur lograr un real entendimiento con las naciones de Medio Oriente, con el mundo árabe, para que podamos establecer una relación no sólo comercial, sino política y cultural, de manera que podamos ser libres de las decisiones de los así llamados países ricos”.
El esfuerzo de encontrar un terreno común con la región árabe reflejaba las nuevas prioridades latinoamericanas. El mapa político de la región había cambiado radicalmente. En los países más grandes de América del Sur, exceptuando a Colombia y Perú, se instalaron Gobiernos de centroizquierda. Desde el duro discurso del presidente Chávez hasta los más moderados como los de Michelle Bachelet de Chile y Lula, todos fueron firmes partidarios de un mundo multipolar, no dominado por una superpotencia ni un bloque de naciones industrializadas.
Economías que se complementan
“El empuje sin precedentes para acercar a las dos regiones está siendo aplaudido por la comunidad empresarial sudamericana”, sostuvo el canciller brasileño Celso Amorim. “El potencial aquí es inimaginable porque las economías de las dos regiones se complementan perfectamente”.
Teniendo en cuenta la todavía escasa penetración asiática y norteamericana en el mundo árabe y su acelerado crecimiento demográfico, la aproximación sudamericana resultaba muy oportuna. “Teníamos un intercambio comercial de 8.000 millones de dólares con el mundo árabe, y después de la iniciativa de nuestro Gobierno, nuestro intercambio ascendió a 20.000 millones de dólares”, señaló Lula.
Algo similar ocurrió con Argentina: en apenas tres años, las exportaciones argentinas a la región árabe saltaron de 1.800 a 4.500 millones de dólares, según datos de la Cámara de Comercio Argentino-Árabe.
Uno de los puntos de mayor debilidad fue la cuestión logística, la falta de conexión directa marítima y aérea entre América del Sur y los países árabes sin escala por Europa. A pesar de las dificultades y el renuente de interés de los operadores privados, se lograron nuevas rutas: la de San Pablo-Beirut operada por TAM y Middle East Airlines (MEA) y la de San Pablo-Dubai por Emirates Airlines. (Paralelamente, en mayo de 2009 la compañía aérea El-Al inauguró sus vuelos semanales Tel Aviv-San Pablo).
Prioridades políticas
A lo largo de estos años, ASPA se fue institucionalizando, definiendo sus órganos y sus funciones. En primer lugar, la instancia misma de la Cumbre, con la intervención de los jefes de Estado y de Gobierno, evento que se realizaría cada tres años. Luego, el Consejo de Cancilleres, con encuentros previstos cada dos años y seguido por el Consejo de Altos Funcionarios, con coordinadores nacionales reunidos semestralmente. Además se reúnen semestralmente Comités Sectoriales que incluyen a expertos en áreas específicas.
En julio último, en la sede de la Liga Árabe en El Cairo, se realizó la VII Conferencia de Funcionarios de Alto Rango de las Cancillerías de los países miembros de ASPA. En el informe final, que incluye unas 4,000 palabras, se hace revista a los adelantos logrados desde la Cumbre de Doha.
El primer capítulo, “Coordinación Política”, dedica casi la mitad de las 1.110 palabras de su texto al conflicto israelí-palestino, es decir, un 13% del total de la atención está orientada al tema. El resto se divide entre temas como Darfur, Irak, Irán-Emiratos del Golfo, Malvinas (Argentina, Gran Bretaña, Irlanda), etc.
La cuestión palestino-israelí fue recogida en las dos Cumbres reafirmando los principios generales de tierras por paz, el seguimiento de las Resoluciones 242 y 338, la Iniciativa de Paz Árabe y la denominada Hoja de Ruta. Se reafirma el derecho a un Estado palestino independiente, la retirada israelí a las fronteras del '67 con el desmantelamiento de los asentamientos y el cumplimiento de la opinión de la Corte Internacional de Justicia en torno al muro de separación.
Otro 13% del texto final está dedicado a “Cooperación económica” en nueve seccio-nes: Turismo y Transporte, Energía y Minas, Finanzas y Mercados Financieros, Propiedad Intelectual, Cooperación Industrial, Agricultura, Promoción Comercial y Países sin salida al mar.
El 60% restante de la Declaración está dedicado a mecanismos de seguimiento y a cuatro áreas de Cooperación: Medio Ambiente, Ciencia y Tecnología, Educación y Cultura, y Desarrollo Social.
Finalmente, la Cumbre congratuló a Perú por el establecimiento de la Cámara de Comercio e Industria Peruano- Árabe; por ofrecerse como anfitrión de la VIII Conferencia de Altos Funcionarios de Cancillerías a realizarse en Lima a principios de noviembre próximo; por el establecimiento de la Federación Sudamericana de Cámaras de Comercio de América con los Países Árabes que será anunciada en la III Cumbre de ASPA, a convocarse también en Perú.
A modo de resumen
ASPA -teniendo a la UNASUR y la Liga Árabe como puntos focales- es parte del esfuerzo por establecer alianzas y coaliciones no ortodoxas capaces de ofrecer nuevos foros de diálogo y un nuevo lenguaje de cooperación.
Pero estos ambiciosos objetivos han marchado al compás de las limitaciones de los propios actores: la prioridad económico-comercial en la agenda sudamericana y la prominencia de la político en la esfera árabe fueron en un primer momento una disonancia que parece estar revirtiéndose; pero los mayores inconvenientes para forjar un acercamiento genuino están en el frente interno de ambos espacios, heterogéneos y con intereses disímiles:
En el caso árabe, existen siemore divergencias políticas, falta de estímulo para la integración e insignificancia del comercio intrarregional. Asimismo, la persistencia del conflicto palestino, la supervivencia de regimenes autocráticos en confrontación con el avance islamista, y la debilidad en las prácticas democráticas, limitan el desarrollo del mundo árabe e inciden en sus vinculaciones externas.
En el ámbito sudamericano las dificultades internas condicionan la convergencia y la integración: las resistencias al liderazgo regional de Brasil, las tensiones entre Colombia y Venezuela, problemáticas sociales e institucionales, etc.
Pero ASPA también ha permitido a los líderes de estos países identificar problemáticas comunes, buscar nuevos mecanismos de cooperación y querer lograr una presencia más influyente en el sistema internacional. La constante actividad y los diversos foros multidisciplinarios de consulta y resoluciones, hacen que en decenas de países miles de personalidades participan activamente en un fuerte y hábil cultivo de apoyo y entendimiento mutuos. Conociendo este escenario, ¿Israel debe ser espectador o tratar de incorporarse como actor?
Artículo original
Mucho NARIGON, por estos lados !!
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