La pequeña isla chilena de Robinson Crusoe, en medio del océano Pacífico y que inspiró al narrador inglés Daniel Defoe para escribir su novela Robinson Crusoe , fue arrasada ayer por una serie de olas que siguieron tras el terremoto de 8,8 grados que ayer azotó Chile. Cinco habitantes de la isla murieron, mientras que otros once están desaparecidos, confirmaron las autoridades.
Una ola gigante entró 300 metros en el archipiélago Juan Fernández, del cual la isla Robinson Crusoe forma parte. El archipiélago es un paraíso natural declarado por la Unesco en 1977 Reserva Mundial de la Biosfera, compuesto además por las islas Alejandro Selkirk y Santa Clara.
En el tranquilo poblado de unos 600 habitantes no se sintió el violento sismo que castigó a la parte continental chilena, pero una seguidilla de olas golpeó la bahía de Cumberland y arrasó unos tres kilómetros, según el relato de Fernando Avaria, piloto de las avionetas que frecuentemente vuelan a la isla.
"Todo lo que había a lo largo de tres kilómetros desapareció", relató Avaria a Televisión Nacional de Chile, luego de lograr comunicarse con la isla, ubicada a 700 kilómetros de las costas de Valparaíso, en el centro del país. En el lugar arrasado se situaban unas tres hosterías, la sede del municipio y varias oficinas de servicios. De acuerdo con el relato de Avaria, una serie de marejadas que fue aumentando de intensidad, lo que alertó a la población, que huyó a las zonas más elevadas.
La isla, cuyo acceso sólo es posible mediante pequeñas avionetas o barcos y que fue sede de una prisión hasta 1931, es famosa por inspirar la célebre historia de Robinson Crusoe, escrita en 1729 por Defoe y basada en la vida de un marinero escocés abandonado allí en completa soledad en 1704 y rescatado cuatro años después.
La isla Robinson Crusoe saltó a la fama en octubre de 2005, cuando su tranquilidad se vio alterada por el anuncio del hallazgo de un enorme tesoro que habría sido enterrado por piratas, a través de un pequeño robot capaz de detectar metales.
La fortuna -compuesta de unas 800 toneladas de oro, plata y joyas por valor de 10.000 millones de dólares- habría sido enterrada hace tres siglos por navegantes españoles e ingleses, pero todavía no se han llevado a cabo excavaciones para encontrarla.
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