Yo quiero ser como Chile

¡Ejemplar Chile! Parafraseando un título cinematográfico, yo no quiero ser como Beckham, yo lo que quiero es ser como Chile. Gobierno y oposición, prensa y sociedad, han esperado a que el rescate de los 33 mineros finalizase bien para empezar a pasarse y pasar las facturas políticas por los destrozos; el principal, las condiciones de inseguridad y dureza que los sucesivos Gobiernos del país andino han consentido que el cártel del cobre le impusiese a estos extraordinariamente mal pagados trabajadores antes de la dictadura de Pinochet, durante la dictadura de Pinochet y en lo que este ejemplar y valiente país lleva de democracia. Hasta entonces, puro círculo virtuoso, fe, esperanza y caridad.

El actual presidente del país, Piñera, me parece prácticamente el único que cabe salvar de la quema de exigencia de responsabilidades, dado lo cercano de su toma de posesión, marzo de este año. La capacidad de liderazgo que ha acreditado en la gestión de esta difícil crisis se ha vuelto gigante, al poder apoyarse en la clave de bóveda del gran margen de maniobra que deja al ser humano la certeza de no tener que responder de dejación culposa ni culpable alguna en las causas o los efectos de un desastre evitable.

El debate que crece como una ola en Chile ya no es cuánto costó que lo que podía haber salido fatal saliese muy bien. Ese debate ya es… el que procede en cualquier democracia que se precie cuando se destapa una olla podrida: que quien la hizo, la pague, y sobre todo aprender la lección. En román paladino, cortar dentro de lo humanamente posible, con leyes y controles democráticos, la cadena de abusos, corruptelas y corrupciones que siempre, siempre, hay detrás de situaciones y dejadeces que, como la que hoy nos ocupa, nada o muy poco tienen que ver con desgracias naturales que no está a nuestro alcance prever, sino con mangancias absolutamente previsibles. Algo de lo que los españoles, por desgracia, sabemos bastante.

Artículo original