El gobierno chileno ha reactivado su agenda para obtener la energía nuclear, abriendo así el camino para decidir si en el futuro construirá o no una central.
En Chile, la producción de este tipo de energía cuenta con detractores y defensores. Los primeros argumentan que no es posible instalar una planta nuclear, porque el país es sísmico y no hay garantía de seguridad para los habitantes.
Por otro lado, los segundos plantean que China y Japón, aun cuando son naciones que viven frecuentes terremotos, cuentan con numerosas plantas nucleares, mismas que les han garantizado suficiente energía para su desarrollo.
Durante el gobierno de la expresidenta Michelle Bachelet, se decidió no impulsar la nucleo-electricidad; sin embargo, se ordenó la realización de estudios para que los próximos gobiernos llegaran a tomar la decisión correspondiente.
Chile tiene la necesidad de contar con fuentes para la producción de electricidad, pues importa el 90 por ciento del combustible para producirla, y ha venido desarrollando planes de energía eólica y otras, aunque no es suficiente para cubrir la demanda.
Al ser éste un tema tan sensible, cualquier proyecto debe contar con el apoyo de la población, la actualización de las leyes correspondientes, una eficiente fiscalización y personal calificado.
Tras la decisión del presidente Sebastián Piñera, de pedir a la empresa Suez Energy que desistiera de construir una central de carbón en Punta de Choros, después de múltiples protestas de la población, el tema nuclear volvió a revivir en el país.
Fue la poderosa Corporación de la Producción y el Comercio (CPC), integrada por los principales empresarios, la que pidió al gobierno reinstalar la opción nuclear, aunque no existe posibilidad inmediata de desarrollar proyectos.
En 1979, el régimen militar de Augusto Pinochet había avanzado en el estudio de un proyecto nuclear impulsado por Chilectra, Endesa y la Comisión Chilena de Energía Nuclear (Cchen), pero la idea se perdió en el tiempo.
Para los expertos, entre los primeros pasos que debería dar el país está la creación de una institucionalidad nuclear, con recursos técnicos y humanos, capacitados en el exterior.
En un estudio sobre este proyecto, elaborado por el gobierno anterior, se planteó que esa opción implicaría un gran desafío en términos de recursos humanos para operar una central nuclear, así como en el trabajo para regular dicha actividad.
En ese sentido, expertos recomiendan adaptar una ley nuclear especialmente para reactores de potencia, ya que en este momento tenemos sólo reactores de investigación en algunas universidades.
De igual forma, es importante definir los deberes y obligaciones del Estado, de los productores de energía nuclear, de los consumidores y de la gente que rodea las centrales, así como la regulación que tiene que ver con la seguridad nuclear.
Hay consenso en el país para que, junto al Estado, el sector privado participe activamente en la generación de la energía nuclear.
Chile deberá formar una opinión pública favorable respecto a la nucleo-electricidad, si no quiere repetir la mala experiencia de Austria, que en la década de 1970 abortó la construcción de una planta ante las protestas de la población.
A la hora de elaborar este tipo de proyecto, deberá también tomarse en consideración el lugar donde se instalará la planta y en qué forma se distribuirá la electricidad, mediante un modelo que privilegie las alternativas más baratas de producción.
La selección de la tecnología es una definición fundamental, tanto empresarial como estratégica, teniendo en cuenta la experiencia internacional.
Cumplidos esos pasos, vendría la etapa de decisión de construir o no la central nuclear, lo cual, de acuerdo con especialistas, debería ocurrir entre los años 2015 y 2016.
Finalmente, vendría la realización del proyecto, para lo cual se requeriría el financiamiento y los proveedores de la tecnología necesarisa, y tomar en cuenta el asunto de los residuos radioactivos, así como su tratamiento y resguardo.
Es evidente que Chile está lejos de concretar su agenda de energía nuclear, pero al parecer existe ya la idea de que es un buen camino para resolver definitivamente su problemática energética, la cual está relacionada con que ha vivido a expensas del mercado de los combustibles.
Según datos de la Cchen, a nivel mundial existen 436 reactores nucleares en operación, mismos que producen el 17 por ciento de la electricidad global.
En 2010, entraron en funcionamiento unas 56 nuevas unidades en países como China, India, Bulgaria, Japón, Rusia, Corea del Sur, Finlandia y Francia, además de que hay unos 200 reactores en construcción.
La nación que más emplea la energía nuclear es Francia (con un 78 por ciento de su electricidad producida en sus plantas), que está construyendo un reactor nuclear de nueva generación (EPR) y que proyecta la construcción de otro para el 2012.
Finlandia y Reino Unido han reactivado la construcción de centrales nucleares. Italia y Polonia, que no tienen centrales nucleares, han expresado interés en poseerlas, y Suecia decidió eliminar la prohibición de construir nuevos reactores nucleares.
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Este es un cuento eternal.
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