viernes, enero 29, 2010

El ejemplo chileno

Conocido el resultado de las elecciones chilenas, la presidenta Michelle Bachelet va al “domicilio” del candidato opositor, Sebastián Piñera, le felicita por el triunfo, le ofrece su respaldo. Igual actitud tiene Eduardo Frei, el candidato oficialista, derrotado, visita, congratula a Piñera, se pone a sus órdenes.

Sebastián Piñera fundamentó su campaña en ejes positivos. Continuar el proceso de desarrollo iniciado y sostenido por la coalición de los cuatro partidos de izquierda, conocida como Concertación, organizada en 1990. “Si la Concertación ha hecho un buen trabajo, debe mantenerse.”

Ofrece generar un millón de puestos de trabajo. Oferta que podría convertirse en realidad, si fomenta la industria, la agricultura, la pesca, el trabajo en general; todo aquello que los sabios llaman producción y productividad. Meta fundamentada en un proceso de importancia suprema: educación de primer mundo que conduzca a la tecnificación de la juventud chilena.

Piñera procede de la derecha. Sin embargo, en Chile la derecha ha dejado atrás las prácticas abominables de los extremistas de Pinochet; y de otros derechistas de América Latina, de miopismo blanco o negro. Piñera es político de amplio criterio, muy convencido de que las soluciones a los problemas chilenos -los problemas del mundo- no están radicadas en una tendencia política exclusiva, dentro de un campo político herméticamente blindado. Acepta los postulados efectivos, las acciones creativas de cualquier color, si los resultados producen bienestar del pueblo. Piñera promete tender puentes para hacer un gobierno de unidad nacional. Actitud encomiable, envidiable.

Si América reconoce que Chile mantiene una organización política ética, administración óptima de los recursos, desarrollo social sostenido, corrupción cercana a cero; ¿por qué Ecuador no trata de imitar el ejemplo chileno? Sentarse en una mesa, la derecha de todos los matices y la izquierda de todos los matices, discutir problemas de fondo, estructurar una planificación de desarrollo nacional, bajo una sola hipótesis ¿Qué país deseamos construir para generar un solo milagro: el bienestar general; desterrando, definitivamente, “el reparto, el lleve”?...
Mi vecino Adolfo, hombre sencillo, practico, sugiere: “¿Por qué no pedir a Chile que nos preste su planificación exitosa para ‘calcarla’ aquí?”

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