Adolfo Zaldívar, Fernando Flores, Carlos Ominami, Jorge Arrate, Marco Enríquez-Ominami, Marcelo Trivelli, Jorge Schaulsohn, Alejandro Navarro, Esteban Valenzuela, Alvaro Escobar, Waldo Mora, Esteban Velásquez, Alejandra Sepúlveda, Jaime Mulet, Eduardo Díaz, Pedro Araya, Roberto Muñoz Barra, Carlos Olivares, Marcela Hernando.
Esta es sólo una lista parcial de personajes concertacionistas, 13 senadores y diputados, además de ex ministros, intendentes y dirigentes que en el último año han abandonado la Concertación. Podríamos agregar muchos más.
Es paradójico que mientras la Presidenta de Chile tiene una altísima aprobación, la coalición que sustenta su gobierno se esté desmoronando. Es triste observar cómo los líderes de los partidos no son capaces de captar esta realidad y siguen actuando como los músicos de la orquesta del Titanic, como lo demuestra la última declaración de Frei ante la renuncia de Trivelli y el senador Muñoz Barra: ¡Estamos más unidos que nunca!.
Digámoslo claramente: La Concertación está dividida y enfrenta las elecciones de diciembre con dos candidatos presidenciales: Frei y MEO.
La descomposición no es algo reciente. Se venía incoando desde hace mucho tiempo. Veinte años en el poder no pasan en vano. No se puede desconocer todo lo bueno que la Concertación hizo por Chile. Con toda seguridad será recordada como un período virtuoso en el que se recuperó la democracia, se recompusieron las instituciones republicanas y se desarrolló la economía, todo ello dentro de un clima de reencuentro y paz social.
Pero surgieron los vicios que hoy le están pasando la cuenta. Sus dirigentes se acostumbraron a profitar del manejo del aparato del Estado, utilizándolo para premiar a los incondicionales y castigar a los adversarios. Descubrieron que era un método infalible para tomar el control de los partidos y, desde allí, designar a dedo a los candidatos a cargos de elección popular y de gobierno. Se olvidaron de las primarias, censuraron las opiniones disidentes, castigándolas con la expulsión o el ostracismo. Creyeron que todos se doblegarían ante la maquinaria del poder.
Sin embargo un sector de la Concertación se rebeló. Surgió un movimiento desde abajo, desafiante de las cúpulas y dispuesto a arriesgar, encabezado Marco Enríquez-Ominami, quién es, guste o no, el candidato de quienes rechazan la imposición de Eduardo Frei como candidato único por medio de primarias fraudulentas, de quienes creen, equivocadamente en mi opinión, que la Concertación aún tiene arreglo.
Así las cosas, la elección del 13 de diciembre será para ellos una “interna” en la cual estas dos tendencias medirán sus fuerzas y, aunque es imposible saber cual saldrá vencedora, lo único claro es que las divisiones y odios se profundizarán y que la capacidad de dar gobernabilidad a Chile, que la Concertación exhibía con orgullo, desaparece justo cuando el país, azotado por el desempleo y la recesión más la necesita.
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