La propaganda oficialista es intensa para tratar de convencer a los bolivianos de que el país marcha sobre ruedas, y así como es efectiva en promocionar los supuestos logros lo es también en ocultar los desaciertos y fracasos. Este último aspecto es particularmente cierto en la política energética del régimen masista; se pretende convencernos del éxito de la “nacionalización” de los hidrocarburos, cuando la realidad nos está mostrando que, tras esa medida, la industria petrolera va de tumbo en tumbo, sin un norte definido.
En lo que hace al gas natural, por ejemplo, el manejo ha sido tan deficiente y falto de visión que una simple nota del Brasil anunciando la reducción de sus compras, hace tambalear a toda la cadena productiva y obliga al país a importar gasolina para el consumo interno. Actualmente se bombean al vecino país 25 millones de metros cúbicos al día, de 31,5 hasta noviembre del año pasado. Por la diferencia, el gas debe reinyectarse en los pozos, impidiendo mayor extracción de petróleo crudo y, por tanto, menos producción de gasolina y diesel.
Hace tres años, Bolivia se proyectaba como uno de los centros distribuidores de gas natural a todo el Cono Sur. La existencia de grandes reservas en su territorio anticipaba una era de bonanza, con ingresos suficientes para iniciar el camino hacia el desarrollo. Hoy, por esa escasa visión de quienes manejan la industria y por los consabidos falsos nacionalismos, el país limita sus exportaciones de gas a dos países: Argentina y Brasil, ambos empeñados en terminar lo más pronto posible su dependencia de Bolivia.
Cuando ello ocurra, más temprano que tarde, el país se verá en el difícil trance de no tener mercado para el gas. Chile acaba de recibir su primer cargamento de gas natural licuado (GNL) desde Trinidad y Tobago y el mercado norteamericano (México) ha sido cubierto por el Perú.
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cuando el gas esta barato Brasil compra a rabiar. tacticas de mercado, acaso no es igual con el cobre
ResponderBorrarEl resto son comentarios sin base real..