Gran polémica provocó la posibilidad de construir una planta de energía nuclear en el país. La idea se viene gestando desde el 2001 y surgió como una de las mejores posibilidades para enfrentar la crisis energética en Chile. Sin embargo, la propuesta produjo el rechazo de organizaciones ambientalistas, las que, además, denunciaron una campaña del sector empresarial para favorecer el uso de esta energía por sobre las renovables no convencionales.
El fantasma de la energía nuclear ha rondado por la cabeza de las autoridades chilenas hace al menos diez años. La ineludible crisis energética y la dependencia que tenemos de otros países – que quedó manifestada con la suspensión que hiciera Argentina del gas natural que nos proveía- han sido los factores fundamentales para que se reconsiderada esta opción que provoca resquemores entre quienes, por distintas razones, se oponen tajantemente a esta posibilidad.
En la actualidad, el país dispone de una matriz energética que llega a los 13 mil 500 MW (megawatts) y, según los expertos, dependiendo del crecimiento de la economía, nuestras necesidades se incrementarían al doble de aquí al 2020.
Es por esto que, según el ministro de Energía, Marcelo Tokman, el año 2018 podría ser la fecha límite para que Chile defina su postura sobre la construcción de una planta nuclear para generación eléctrica si pretende que exista disponibilidad de esta fuente energética hacia mediados de la década de 2020.
Hasta el momento, la opción nuclear representa un 16 por ciento de la energía eléctrica generada en el mundo, pero sobre su futuro, hay opiniones dispares.
Sin embargo, la implementación efectiva de este tipo de energía requiere un complejo debate que debe incluir factores como la sustentabilidad y la seguridad que proporciona esta opción. En el caso de Chile, un reactor nuclear no puede proveer más del 10 por ciento de la energía total, porque si un reactor se apaga, tiene un accidente o hay que desconectarlo, la red que lo sostiene podría caerse completamente, provocando un apagón general.
Los candidatos presidenciales han afirmado que están dispuestos a conversar el tema y plantearlo como alternativa en un futuro gobierno. Pero la posición de los grupos ambientalistas es tajante en este sentido. Abogan, en cambio, por la implementación de energías renovables no convencionales (ERNC) en la matriz del país.
Por lo mismo, la directora del programa Chile Sustentable, Sara Larraín, denunció la existencia de lobby a favor del uso de la energía nuclear por parte del sector empresarial.
“El año pasado el gobierno designó 100 millones de pesos para estudios en la materia. Este año ese fondo aumentó a 400, que se han licitado en el sistema de compra del Estado. En las últimas semanas hemos visto una nueva campaña con el objeto de presionar una opinión de los candidatos a la presidencia de la República para comprometerse en desarrollo nuclear y, particularmente, este lobby que ha llevado el mundo empresarial, liderado por el minero”, indicó ex candidata presidencial y líder del movimiento ecologista.
En el año 2001 se abrió la alarma sobre el posible uso de este tipo de energía en la última cuenta pública del ex Presidente Ricardo Lagos, quien afirmó que crearía una comisión para estudiar esta posibilidad.
Idea que quedó atrás en las propuestas de campaña de la Presidenta Michelle Bachelet, cuando firmó con los ambientalistas el denominado “Acuerdo de Chagual”, que delimita las directrices que seguirá el país en materia medio ambiental y en cuyo punto número siete establece que “no se incluirá la opción nuclear en la política energética nacional”.
Sin embargo, hoy la opción vuelve a la palestra con las declaraciones de los candidatos presidenciales mostrándose a favor de evaluar estar alternativa.
Pero dentro de esta discusión es fundamental tomar en cuenta los costos sociales y geopolíticos, además de los económicos y medio ambientales.
Según el Premio Nóbel Alternativo Raúl Montenegro, si nuestro país acepta tener una base de energía nuclear, fácilmente podríamos ser focos de ataques terroristas.
“Si se quiere hacer algo ridículo, eso es colocar una central nuclear de potencia con lo cual además se ingresa automáticamente en un club muy peligroso porque hay que recordar que una de las posibles conexiones de los atentados contra la embajada de Israel habría sido por negocios nucleares incumplidos”.
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