martes, junio 02, 2009

Argentina: Nada para festejar

Ni el plan mas siniestro y mejor ejecutado pudo haber arrastrado a la sociedad argentina y a la Nación entera al deplorable estado en que se encuentra. Ni el mas sagaz futurista pudo haber imaginado hace 40años atrás, un destino tan cruel para este suelo. Aun vecinos mas humildes como Chile y el Uruguay han construido democracias mas creíbles y serias.

Nuestros dirigentes han convertido a este país en una republiqueta irrelevante. Sin ayuda de nadie y con merito propio. Muchos de estos mismos que hoy siguen pretendiendo que la gente los vote. Nuestros candidatos se expresan como si hubiésemos llegado a este punto por obra de un cataclismo climático o de una invasión extraterrestre. No son mas que ellos los que nos han conducido a esta degradación.

El genial “Tato Bores” tenía un largo chiste en el que preguntaba a todos los grupos de la sociedad acerca de quien tenía la culpa. Y la culpa siempre era ajena. Terminaban así, todos de acuerdo en coincidir en que la culpa era del “otro”. La falta de responsabilidad no ha sido tan grave como la impunidad que la ha auspiciado. Se han cometido toda clase de ilícitos y delitos sin que nadie halla pagado por ello. De hecho los contribuyentes aun hoy, sostenemos el sueldo de un tal Carlos Menem.

La democracia ha sido tan fácilmente sometida a la intolerancia y al autoritarismo que ya no se sabe bien cual es su autentica identidad o si a esta altura vale la pena seguir llamándola de este modo. Lo que no puede la ley lo logra la trampa y el engaño.

Ocasionalmente escuchaba ayer en la radio que la empresa petrolera Petrobrás va camino a convertirse en la mas importante del mundo en su rubro. Cuando hace treinta años atrás, el Brasil no sabía de donde sacar petróleo para sostener su desarrollo.

La presidenta Kirshner se muestra públicamente encantada de haber comprado 20 aviones a una empresa paulista, cuando hasta no hace pocos años, hubiese sido muy posible construirlos aquí.

Todo esto no es casual y obedece a una autentica política de estado de todos y cada uno de los gobiernos brasileños que pujaron por obtener un resultado nacional, por encima de las ambiciones personales. Aun vecinos mas humildes como Chile y el Uruguay han construido democracias mas creíbles y serias.

En nuestro país en cambio, la única política de estado que se ha sostenido en los últimos 40 años no es otra que la de la entrega, la desidia, la corrupción y la impunidad.

La realidad se construye de la suma de los hechos. Son los hechos y no otra cosa lo que marcan la diferencia entre lo verdadero y lo falso. Ni la mejor retórica en manos del sofista mas audaz pueden sobreponerse a la contundencia de la realidad argentina.

Estos interminables kilómetros de villas de emergencia, la destrucción del núcleo familiar, la marginación, la ignorancia y el delito son el producto mas evidente de lo único que han sabido hacer prosperar. Les pertenece plenamente.

En la Argentina el “contrato social” se ha roto. Los contribuyentes pagamos impuestos a valor del primer mundo, a cambio de absolutamente nada y sin saber bien porque. Nuestros representantes, solo son fieles al oportunismo cleptocratico que los alienta. Inaugurando así, un neofeudalismo perverso donde el “Estado” solo se hace presente para reclamar una parte del esfuerzo ajeno. Donde el fracaso de todos, es su éxito personal mas intimo.

La necedad de desconocer sus propios límites los vuelve cada vez mas frágiles y los acerca cada vez mas al abismo de la realidad que han sabido construir.

Los que hoy se suponen fuertes e invulnerables por haber logrado sodomizar a la democracia a sus placeres mas bajos, no tendrán la suerte de entender lo que es oportuno. Los necios nunca conocen sus propios límites. Y por mí, se podrían estrellar contra una pared sin que yo derrame una sola lágrima, pero con ellos nos arrastran a todos sin piedad y sin amor, sin mas objetivo que la ambición de su ignorancia.

Como diría J.J. Rousseau: “El mas fuerte no es, sin embargo lo bastante fuerte para ser siempre el amo, si no convierte su fuerza en derecho y la obediencia en deber.”

Personalmente no he tenido nada que festejar este 25 de mayo. Tengo la buena costumbre, de no festejar ninguno de mis fracasos personales, ni tampoco colectivos. Pero aunque hoy parezca imposible, la historia se encargará alguna vez de hacer justicia sobre los responsables que condujeron a este país al cisma y a la fragmentación.

Carlos Eduardo Vasile

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