miércoles, septiembre 06, 2006

Perú: Nutrición debe ser una política de Estado

Dr. Santiago A. Vinces Rentería

En la reciente Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) del primer trimestre del presente año, realizada por el INEI, hay un resultado patético: el 33% de los peruanos se alimenta por debajo de lo que mínimamente necesita; esto es, uno de cada 3 peruanos ingiere menos calorías que las requeridas (2100 calorías diarias para una persona promedio) y que le permitan hacer frente a la necesidad de educarse, trabajar y proteger su salud.

El premier en su presentación ante el Congreso de la República ha manifestado que en este quinquenio se espera reducir en 5 puntos porcentuales la desnutrición crónica infantil, es decir del 24% actual reducirla a un 19% en el 2011. Aunque insuficiente, esta es una meta concreta que hace que la “lucha contra la pobreza” no sea solo un cliché de gobierno. Sin embargo, es posible, con acciones coordinadas entre el Estado y el sector privado, lograr una mayor reducción de estos porcentajes; caso contrario estaríamos aceptando que la quinta parte de la población infantil desnutrida no tendría acceso a adecuados niveles de desarrollo hasta después de 5 años o tal vez nunca, considerando que es la nutrición del lactante y del infante factor fundamental, pero no el único, que permite el desarrollo de un organismo sano y neurológicamente apto para un buen rendimiento escolar y el desarrollo pleno de sus capacidades.

En el siglo XIX decía Sarmiento que alimentarse es educarse, y hoy en el siglo XXI el hambre y la pobreza continúan siendo los flagelos sociales más importantes y con seguridad generadores de otros problemas. Tal pareciera que estamos acostumbrados a atacar las ramas del problema y no la raíz. En este caso, el saneamiento básico de las poblaciones, el control del medio ambiente y la nutrición, son necesidades impostergables del Estado y la sociedad en su conjunto.

Con la democratización del Estado y la coexistencia de diferentes gobiernos, central, regionales y locales, se ha creado paralelamente una estructura compartimentalizada, carente de objetivos comunes concretos. Combatir la desnutrición y la satisfacción del hambre del tercio de la población peruana es una oportunidad para esta acción concertada y debe ser ante todo una política de Estado. Esto implica necesariamente que las acciones de las organizaciones del Estado y de la comunidad, expresadas en diferentes programas como Juntos, Vaso de Leche, Comedores Populares, Club de Madres, etc., tengan como objetivo principal aglutinar esfuerzos y focalizar la ayuda alimentaria hacia los sectores de mayor depresión social, caso contrario lograr la meta educacional del gobierno, de incrementar de 9.6% a 15% el número de niños que comprendan adecuadamente un texto en segundo y sexto grados de primaria al 2007, no pasarán de ser buenas intenciones.

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